CAPÍTULO 11

1727 Words
ANA Era suficiente, el amor no es como en los cuentos de hadas donde viene el príncipe azul, te rescata del dragón y ambos viven felices para siempre. Basta de engañarme con falsas ilusiones. -No juegues conmigo Joe- le dije contrariada -No es juego Ana- se acercó y me tomó ambas manos- me gustas, y estoy seguro que nuestro destino es estar juntos Rodé los ojos, me estaba pareciendo más que una declaración de amor un falso discurso para obtener algo más -Si piensas que así vas a conseguir acostarte conmigo, estas muy equivocado Joe apretó la boca. -No es lo que busco, aunque no me molestaría- dijo con una sonrisa Lo fulminé con la mirada -Lo que busco, es que me conozcas, que me des una oportunidad para hacerte feliz. Busco dejar de ser invisible para ti Mi corazón se aceleró. -No tienes que decirme nada ahora. Te lo volveré a preguntar dentro de 5 días - dijo y se acercó para besarme. Le sonreí y me senté en el sofá. Entrelacé mis manos en mis rodillas. -Tengo que llamar al señor Ross, hoy es mi día libre pero mañana tendré que volver al trabajo. Joe se dejó caer a un lado mío. -Ya sabes cual es mi propuesta, no tienes que volver al bar si no quieres Negué con la cabeza. -Hablaré con el señor Ross primero -De acuerdo -¿Tienes hambre? Asentí con la cabeza -Si bastante -Bien te prepararé algo -No tenemos nada en la despensa -Entonces tendremos que ir de compras- me sonrió Me tomó de la mano y me guío hacia la entrada. Caminamos hacia un mercado cercano, entramos tomados de las manos como una pareja normal. Pensé que me iba a sentir incómoda, pero el contacto me gustaba. Me encantó verme enlazada a él, comprando como una pareja común y corriente. -Podríamos hacer carne mechada- sugerí Joe me miró y se largó a reír. -¿Qué?- le dije -¿Cómo es eso de carne mechada?, ¿le metes pelos y lo cocinas? Sonreí al notar la diferencia de dialecto, y la interpretación errónea de Joe. -Es un tipo de carne que metes a la cacerola y la cocinas por bastante tiempo, hasta que se deshace casi por completo. Los hilos de carne quedan como unas mechas Joe me miró extrañado -Suena delicioso, pero creo que eso lo probaremos después, por ahora te cocinaré yo. Se perdió por el pasillo de los panes. Me mostró un pan de hamburguesa y me encogí de hombros. Debí imaginar que prepararía algo así. El pudo notar mi cara de desconcierto. -No quiero demorarme mucho en cocinar, no puedo perder tiempo de estar contigo Mi estómago dio un brinco. Me volvió a tomar de la mano y junto a mí recolectó todos los ingredientes necesarios para preparar hamburguesas. Joe se dirigió a la caja mientras yo me detuve mirando unas gafas de sol. La cajera lo miró de pies a cabeza y se relamió los labios. Joe era todo un adonis, tenía un cuerpo trabajado y una sonrisa maravillosa. Sus ojos verdes hacían juego perfecto con su cabello dorado. Era alto y formado. Desde lejos miré como la cajera lo devoraba con la mirada, incluso cuando él pasó los artículos ella no perdió el tiempo de rozarle la mano varias veces. -¿Es tu primera vez en Cancún? -Así es- respondió Joe sin dejar de ver su billetera -Yo podría mostrarte la ciudad- dijo la descarada Joe la miró y sonrió. -No hace falta, yo ya se la mostré- dije mientras pasaba mi mano por la cintura de Joe La cajera tensó la boca. Joe se quedó en su puesto y miró mi mano alrededor de su cuerpo. Al parecer le gustaba el espectáculo que se estaba montando por él. -Quizás el prefiera que una mexicana lo ayude- dijo haciendo notar mi acento Sentí como mi cara se puso roja, apreté los puños y estuve a punto de saltarle encima. Si no fuera porque Joe intervino. -No hace falta, gracias por tu amabilidad. Con mi esposa contratamos un guía. La cajera se puso pálida y bajó la vista. -Son 20 con 50 Joe pagó y nos marchamos. Salí echando humo por mis orejas. -No sabía que eras celosa -No lo soy- dije mientras caminaba a paso rápido -Pues no fue lo que vi -Es tu culpa- le reproché Me miró con cara de asombro. -Por ser tan guapo…-acoté Se largó a reír. -Si fueras mi esposa no tendrías que temer nada, por que ambos iríamos con anillos Lo miré y le levanté una ceja -Eso no garantiza nada, hay mujeres muy descaradas y hombres muy coquetos- me volteé y lo miré fijo. Crucé mis manos sobre mi pecho y me detuve en mi lugar, demostrando molestia. En verdad no sabía que estaba pasando conmigo, yo jamás había sido celosa. Pero mi instinto actuó por mí sin pedir permiso. Joe dejo las bolsas en el suelo y me levantó por la cintura. -De todas maneras, yo no tendría ojos para nadie más- dijo y me beso en los labios Hice un puchero y me volvió a besar sobre el puchero. Finalmente me sacó una sonrisa, con su cara lastimosa. Ambos continuamos caminando. -¿Y tú eres celoso Joe? Él sonrió -Sólo cuando miran lo que me pertenece -Entonces debes pasarlo mal todo el tiempo, la gente mira Joe eso no lo puedes evitar. ¿o si? -Claro, le sacó los ojos a los mirones Abrí mi boca. Se giró y me sonrió con sus hermosos ojos verdes. -No te asustes, no soy celoso. Soy muy seguro de mí mismo Suspiré por la nariz. -Me lo imagino, tus novias deben haber estado siempre preocupadas. Miró hacia el frente. -No lo creo… Hice una mueca con mis labios. -¿Cuántas novias has tenido Joe? Por lo seductor y encantador que era seguramente había tenido un centenar. La idea me molestaba. En realidad, no sabía ni por que le pregunté aquello. Quizás no me había dado cuenta que me convertí en masoquista. -¿Mark cuenta? Lancé una carcajada -Ninguna- respondió Mis ojos se abrieron -No te creo… Él se encogió de hombros. -¿Por qué te mentiría? -¿Y por qué no has tenido novia? -Por que antes de conocerte era gay Me detuve en seco y quedé pasmada. Pero él antes de que yo me pusiera peor se largó a reír. -Es chiste pequeña, no te desmayes Lo golpee con la palma de mi mano en su estómago. -¡Habla en serio Joe! -Me alegra que me quieras conocer, eso es un buen primer paso Miré para el frente sonrojada. Él tenía razón estaba interesada por su vida. -Supongo que no ha llegado la indicada…- comentó volviendo al tema -¿Y tu Ana? ¿has tenido muchos novios? Me miré mis manos. -Sólo uno- confesé- cuando estaba en la preparatoria -Ya veo- dijo satisfecho y sonrió. Llegamos con bastante hambre el apartamento, Joe se puso a cocinar y por mientras yo le mandé un mensaje al señor Ross. Luego de que terminamos de comer, recibí su respuesta. Me limpié con una servilleta y leí su mensaje. -¿Estas bien?- dijo Joe mirando mi cara pálida -Está enojado, al parecer Fidel ya le fue con el chisme. Joe negó con la cabeza y leí en sus ojos un: “te lo dije” -Tengo que hacerle una video llamada ahora, antes que se termine creyendo la mentira Joe asintió, se levantó y me besó en la frente. -Ve a la habitación, para que estes tranquila. Comenzó a recoger los platos, mientras yo me dirigí a la habitación principal. Caminé con las piernas temblando. Le marqué a señor Ross y aguardé. -Ana- me respondió de manera seria -Señor Ross -Ana ¿Qué es lo que sucede?, esta mañana me ha llamado Fidel enfurecido. -Señor no es lo que piensa. -Ana confié en ti, por favor no me vayas a salir con algo extraño Tensé mi boca. -Le diré la verdad, me mudé de su apartamento por que Fidel tenía otras intenciones conmigo y yo lo rechacé. Él tomó otra actitud y yo tuve miedo de quedarme allí. El señor Ross abrió la boca y comenzó a masajearse las sienes. -Me lo debí imaginar, disculpa Ana por si tuviste que pasar por algo malo. Suspiré aliviada al notar que él estaba confiando en mí palabra. -¿Encontraste un lugar seguro? Miré hacia el pasillo y logré ver a Joe ordenando la mesa. -Así es, aquí estoy bien y cómoda- sonreí -Bueno, si necesitas ayuda con el alquiler avísame -No se preocupe esta todo resuelto. De pronto comenzó a negar con la cabeza. -Ana, debo pedirte que por favor no abandones el Club, no ahora que estamos recién comenzando. Buscaré la forma de reemplazar a Fidel lo antes posible. -No señor Ross no lo abandonaré, cumpliré con mi palabra y mi responsabilidad. -Trata de no quedarte a solas con él, yo hablaré con Fidel y le advertiré. -Gracias señor Ross -Ana, disculpa por todo Sonreí. Corté la llamada y volví andando a la sala -¿Cómo te fue Ana?- me dijo preocupado Joe -Bien, el señor Ross me encontró la razón incluso y se ofreció a ayudarme con el alquiler. Joe levantó una ceja -No lo necesitas -Ya lo sé, no le acepté nada -Muy bien pequeña, ahora no estas sola- dijo y se acercó para abrazarme. -Pero hay otra cosa Joe Él me miró hacia abajo. -Debo seguir trabajando en el Club, no lo puedo dejar abandonado justo ahora Su cara se endureció, evidentemente estaba molesto -¿Y Fidel? -El señor Ross buscará un reemplazo, pero eso no es inmediato. Debe ser alguien de confianza Joe apretó los labios. -Me cuidaré no te preocupes -Claro que me preocupo ese tipo es un enfermo Miró hacia el ventanal y pensó. -Yo trabajaré contigo -¿Qué dices?, ¿y tus vacaciones? -No me importa, quiero que tu estes tranquila y la única forma de que aquello ocurra es estando cerca de ti. Lo miré confundida -Además se hacer unos excelentes margaritas- sonrió -Bueno supongo que puedes acompañarme -Excelente, entonces mañana empezamos- se acercó y me besó en los labios. Sonreí sin dejar de hacer contacto con él.
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