CAPÍTULO 18

1193 Words
Luego de nuestra aventura en los baños, lo cual me pareció una completa y excitante locura, nos fuimos a nuestra cabaña para tomar una ducha. -¿Te parece si cenamos en el restaurante del hotel?- Joe salió del baño con una toalla amarrada en la cintura, y sus pectorales trabajados me gritaban ¡Tócame!, aclaré mi garganta y devolví la vista hacia el espejo para seguir peinándome. -Me encantaría- contesté tratando de ahogar mis ganas de saltarle encima. Nos arreglamos y decidimos ir caminando hacia el hotel, nos quedaba a unas dos cuadras a pie. La noche estaba cálida y despejada. Mi vestido de viscosa blanco se levantaba con la brisa. Joe vistió una bermuda marrón, con una camisa blanca de lino recogida hasta los codos. Me sonreí al verle, ya que parecía a la legua que era extranjero. Mi esposo apuesto y gringo. Entrelazamos los dedos y caminamos lentamente por la costanera, cuando llegamos al hotel, elegimos el restaurante hindú y un chico nos indicó una mesa libre. Entramos y nos acomodamos. Joe se levantó para pedir una botella de vino y yo me quedé mirando el buffet de comida desde mi puesto. Y de pronto una punzada en mi nuca apareció y llamó mi atención, por instinto me volteé y me encontré con los ojos devoradores de Adam, el chico sin vergüenza de la playa, me sonrió y me guiñó un ojo, regresé a mi posición de un giro brusco y me removí en la silla. Gracias a Dios Joe venía de vuelta con la botella y dos copas. -¿Estas bien? Pareciera que acabas de ver a un fantasma- hubiese preferido ver a la misma llorona comiendo en la mesa de atrás que al descarado de Adam. Pensé en contarle, pero luego me arrepentí, no quería arruinar nuestra luna de miel, con preocupaciones que quizás eran sin sentido, ¿Qué tan molesto podría ser aquel tipo?, solo debía ignorarlo y todo seguiría como hasta ahora. Bebí un sorbo de mi copa y sonreí. -¿Vamos a escoger la comida?- le dije a Joe y le tomé de la mano para que me acompañara, no quería aceptarlo, pero la mirada penetrante de Adam sobre mí me estaba incomodando, estaba segura que me estaba desnudando con los ojos, y ojalá que viera todas mis imperfecciones en sus fantasías y me dejara de molestar. Pensé Fui más cariñosa que de costumbre con Joe, quería dejar bien en claro que iba con “mi hombre”, y que no existía ningún otro para a mis ojos. -Voy a contratar a un chef que te preparé comida hindú todos los días, me encanta el efecto que hace en ti- dijo de forma coqueta y me besó en los labios. De pronto vi por el rabillo del ojo, que Adam se levantó y caminó hacia nosotros, en ese mismo momento elevé todos los rezos que mi yaya me enseñó; el credo, el padre nuestro y por si el del exorcismo, para que no me hablará. Tomó un plato e hizo la fila del arroz basmati, la misma que nosotros estábamos haciendo, y de pronto ya no se me antojó comer arroz, pero no podía salir huyendo sin una razón. Así que aguardé sudando frío. Adam se colocó con todo el ánimo justo detrás de nosotros, y yo con el mismo ánimo y unas ganas inmensas de apurar la condenada fila, resoplé. Gracias a la larga y lenta fila, Joe hizo un comentario en inglés, le salió del alma, y no lo culpo, pero aquello abrió una puerta para que Adam interrumpiera. -¡Hey man!, Where do you from?- sentí que estaba a punto de tener un accidente vascular, incluso el párpado me tiritaba de manera peligrosa, ¿habrá algún doctor en el hotel? Joe se volteó y levantó una ceja, cerré mis ojos esperando que lo mandar a volar lejos, pero ocurrió todo lo contrario, Joe abrió su boca y sonrió…nunca imaginé que alguna vez odiaría la hermosa y amistosa sonrisa de mi esposo. “¡Quería cocerle la boca!” -We are from NY, and you?- soñé que el piso se abriera en dos y me mandara directo a China, si, quizás en China podría sentirme algo más tranquila. Lejos de ellos y su incipiente amistad, que por supuesto era interesada de parte de Adam. Le apreté la mano con fuerza a Joe y el giró a verme, le mostré con los ojos que la fila había avanzado, esperando robarme su atención y liquidar el momento amistoso de los dos neoyorquinos. -¡Yo también! Que gusto encontrarme con alguien de la ciudad, vengo con una pareja de amigos, pero ellos son británicos y se acuestan con el sol, no he podido disfrutar de nada aquí. -Amor no hables con extraños- le susurré, y ocupé mi última carta bajo la manga, la carta de la inseguridad, “él mundo estaba muy malo”, si Joe era realmente consciente de los peligros, me haría caso. -No te preocupes, se ve amistoso. Yo me encargó- la sangre me bajó a los pies, ¿Qué venía ahora, que lo invitará también a la cabaña?, sonreí por la idiotez que se me ocurrió. -Estamos en la cabaña de la península, ¿por qué no vienes a tomarte una cerveza esta noche con nosotros?- Mi boca se abrió hasta el piso y tuve que chutearla devuelta hacia su sitio, ¿A caso esto era una broma de matrimonio?, ¿dónde estaban las cámaras? -Me encantaría- “¿claro como no iba encantarle la idea?”, le lancé una mirada asesina, esperando atravesarle todos los órganos vitales. -Por cierto, ella es Ana, mi esposa- Joe me miró con orgullo, y no fui capaz de decirle nada más, estaba tan entusiasmado que decidí dejarlo, ¿sólo sería una cerveza y nada más?, Además estaría todo el tiempo con Joe ¿Qué podría pasar?, suspiré. -Un gusto- dije rodando los ojos. -Por cierto, Ana, disculpa por lo del balón- Joe lo miró curioso -¿Se conocían?- entonces sentí que mi espalda se congeló, y se comenzó a caer cubito a cubito al suelo. - Esta mañana le lanzamos por casualidad el balón de playa mientras descansaba en su reposera. Joe sonrió- ¡Que entretenida coincidencia! “¿Entretenida?, mejor dijo macabra” -Ups, creo que es nuestro turno- dijo Joe y me agarró de la cintura- nos vemos a la noche…¿Cuál es tu nombre? -Adam -El mío es Joe, península 21- le dijo mientras rodeábamos la barra del arroz. -Cariño no me parece buena idea, es nuestra luna de miel- hice un puchero -Pequeña, será solo una cerveza, invitaremos a Mark también es solo para socializar un momento, él pobre Adam debe estar muy aburrido Bueno con la presencia de Mark, me sentiría un poco más protegida, sabía que él tenía ojos hasta detrás de la espalda, y de seguro entre Joe y Mark podrían intimidar al descarado de Adam. Así no le iban a quedar ganas de seguir persiguiéndome, quizás después de todo no era mala idea que fuera a nuestra reunión.
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