ANA
Ambos entramos al apartamento abrazados, yo aún temblaba y sentía mi estómago revuelto, me solté de los brazos de Joe y fui directo al baño a lavarme los dientes, la cara y las manos. Me sentía sucia, y el solo hecho de recordar a Fidel besándome me daban náuseas. Me miré al espejo y aún tenía la sensación de inmundicia, entonces abrí la regadera y me comencé a bañar, restregué cada centímetro de mi piel con la esponja hasta enrojecerla, cuando comencé a hacerme daño por la brusquedad de mis movimientos, el llanto me pidió salir como una gran erupción, lloré tan fuerte que mis gritos rebotaban en las paredes de cerámica.
Joe ingresó al baño y sin preguntar se acomodó conmigo dentro de la ducha, me abrazó fuerte y me besó en la cabeza. Yo seguí llorado, para poder liberar mis sentimientos, para botar toda la rabia que sentía por el episodio.
Jamás en mi vida me había enfrentado a un acoso tan grande, en dónde me vi disminuida y frágil y la sensación de miedo me embargó, sentí tanto temor que creí que moriría en aquel baño.
Joe se mantuvo en silencio abrazado a mí, mientras el agua tibia caía sobre nuestros cuerpos desnudos. De a poco comencé a encontrar otra vez el equilibrio y me calmé. Llorar siempre me ayudaba a sacar lo malo. Era mi mejor terapia.
-Ya pasó pequeña, estas a salvo ahora
Sonreí lastimosamente contra su pecho.
-Joe, vámonos, vámonos de aquí- le dije en serio
-¿Esta segura?
-Si, no soporto ni un segundo más aquí, todo me recuerda a Fidel
Joe se agachó hasta la altura de mi cara y sonrió.
-Yo arreglaré todo, pero tu deberías informarle a tu jefe
-Lo haré
Joe me volvió abrazar.
-Irás conmigo a Nueva York y comenzaremos una vida juntos pequeña
Estaba 100% segura que quería una vida junto a Joe, ahora daría el gran paso y me iría con él, lo demás, decidí, resolverlo en el camino. Solo lo necesitaba a él para estar segura.
Ambos nos abrazamos y nos besamos bajo el agua. Joe me hizo el amor con delicadeza y dulzura toda la noche.
La mañana siguiente ambos nos levantamos temprano. Tomamos desayuno en la sala y decidimos tomarnos el día libre para poder descansar y recomponernos de todo lo vivido.
-Voy a llamar al señor Ross- le dije mientras él ingresaba a la ducha
Me sonrió y me dio un beso en la frente.
Le marqué un poco angustiada a mi jefe, pero por suerte él ya se había enterado de todo y por supuesto estuvo de acuerdo en que yo siguiera con mi vida, es más se sentía muy culpable por haberme presentado a Fidel.
-Querida Ana, te juro que yo no tenía idea del prontuario de Fidel, si hubiese sabido jamás lo habría contratado.
-Por supuesto señor Ross, se que usted no tiene nada que ver, fue una lástima como terminó todo- dije con real tristeza.
-Ana, si hay algo en que pueda ayudarte, tómalo como una compensación por el mal momento vivido.
-Señor Ross, hay algo que me preocupa, mi abuela. Ahora que no tendremos contrato, usted no tendría por que hacerse cargo de ella…
-De eso no te preocupes, ella no es ninguna molestia para mí, además se lleva muy bien con mi esposa, ya la hemos invitado a tomar el té en varias ocasiones- sonreí al imaginarme a mi yaya tomando el té muy sofisticada en la gran y lujosa casa del señor Ross
-Le prometo que a penas encuentre trabajo en Nueva York, me haré cargo de ella.
-Tómate tu tiempo, y luego hablamos.
-Gracias señor Ross
-Ana…
-¿Sí?
-Felicitaciones por tu matrimonio
Me sonrojé
-Muchas gracias
-Esperamos conocer pronto al afortunado
-Claro, trataré de ir para las fiestas de fin de año
-¿Sabes que puedes contar con nosotros, cierto?- me dijo con una sonrisa genuina
El señor Ross había sido durante todo este tiempo, como un padre para mí, él que nunca tuve, y lo consideraba como parte de mi familia.
Le mandé muchos besos a mi yaya, a su esposa y él y luego corté.
-¿Cómo te fue cariño?- preguntó Joe desde la puerta desnudo mientras se secaba el cabello con una toalla
-No mejor que a ti en tu baño- me mordí el labio inferior
-Señora Baker ¿acaso anoche no quedó conforme?
-No lo suficiente ¿dónde puedo poner una queja formal?
Sonrió de medio lado y tiró la toalla húmeda al suelo, caminó hacia la cama y se puso sobre mí con todo el peso de su cuerpo
-Puedes quejarte conmigo, así lo podríamos solucionar de inmediato
-Señor Baker…-dije con un gemido ahogado
-Señora Baker- me respondió mientras me besaba el cuello
Hicimos el amor una vez más y ambos quedamos abrazados sobre la cama.
-¿Podrías aguantar en México 3 días más?
Lo miré curiosa, tratando de descifrar esa mirada que tenía Joe a veces cuando se iba referir a algo emocionante.
-¿A qué te refieres?
-Compré pasajes y alojamientos para Xcaret, por 3 días- dijo como si estuviese hablando del clima, así de relajado.
-Joe, ¿es en serio?- respondí tratando de guardar mi genuina excitación.
Sonrió divertido- claro que es en serio, pensé que quizás podría ser un buen destino para nuestra luna de miel
Mis ojos brillaron a la par que se salieron de sus cuencas.
-¡Me encanta!- dije con un grito que no pude contener, me incliné y me abalancé hacia él, lo besé repetidas veces.
-Bien pequeña, entonces ve y prepara tu equipaje. Saldremos durante la tarde.
Es como si me hubiesen dicho que tenía los números ganadores de la lotería, mi corazón latía desenfrenado y la sonrisa no me la podía borrar ni el jugo de un limón recién exprimido.
Estábamos a tan solo 10 minutos de Xcaret, pero con el trabajo y todo lo sucedido jamás se me ocurrió que podría visitar aquel lugar.
-Volveremos un día antes de mi vuelo de regreso, trataré de comprar pasajes para que volvamos juntos.
Sonreí y no le di importancia a lo que me dijo, estaba tan entusiasmada con nuestra luna de miel, que ya había hecho infinitos planes en mi cabeza para cuando estuviéramos en Xcaret, guatita al sol.
Empaqué prácticamente todo lo que había traído desde Venezuela, no era mucho, y toda era ropa ligera, incluido un par de vestidos y dos trajes de baños.
Joe le avisó a Mark que estaríamos en Xcaret por 3 días y luego regresaría para volver juntos a NY. Y ahogó todos los planes de su amigo por ir con nosotros a conocer aquel lugar turístico.
-¿Estás loco?, es mi luna de miel. Consíguete una novia y ve con ella- le contestó
-Pero seré silencioso, prometo quedarme en otra habitación, ni sabrán que fui con ustedes.
Joe rodó los ojos, y yo me reí divertida.
-Deja que venga, serán solo 10 minutos en coche con él y luego nos separaremos- le susurré al oído.
-Creo que tienes un ángel guardián aquí Mark, a las 15h saldremos desde mi apartamento, si no llegas nos iremos sin ti
-¡Gracias Ana!- gritó desde el otro lado- allí estaré no te preocupes- dijo emocionado.
Joe cortó y se acercó a mí para apretarme la cintura.
-¿Estas segura que no te gusta Mark?
Le di un manotazo en su pecho. El soltó una carcajada.
-Luego no quiero que te quejes, que él es muy pegote
-Seguro estará entusiasmado tratando de conquistar a las turistas, no tendrá tiempo ni de saludarnos
-Espero tengas razón- dijo y me besó la punta de la nariz
Me zafé de sus brazos y seguí armando mi maleta.
-¿Llevarás los leggins de vinilo?- dijo metiendo la mano en el montón de ropa
Lo miré con curiosidad
-Tengo una fantasía con ellos- se mordió el labio- sólo nos faltaría un látigo
-¡Joe!
-Esta bien, déjenoslo para Nueva York- me apretó el trasero y salió corriendo hacia la cocina.
Este hombre me estaba volviendo loca de amor, nunca me imaginé una vida con alguien así, él era todo lo que alguna vez soñé y más. Y ahora estaba apunto de irme de luna de miel con él, no podía ser más afortunada pensé.
Me reí al pensar en aquella frase: El amor a primera vista no existe
Estaba segura que nada, absolutamente nada podría arruinar nuestro matrimonio.