ANA
Me levanté temprano, incluso antes de que despertara Fidel, no quería que me viera salir.
Me di una breve ducha, me vestí y salí. Ni siquiera me detuve a desayunar, ya lo podría hacer en el camino.
Al salir me senté en una banca a dos cuadras del apartamento, con la playa de espaldas comencé a buscar en distintas aplicaciones de hospedaje y alquiler. Cómo era de esperar y al ser Cancún un lugar muy turístico estaba lleno de hoteles y habitaciones con alquiler diario, pero yo estaba buscando algo más permanente un piso en el que pudiera estar toda una temporada sin preocuparme.
El sueldo que el señor Ross me pagaba era bueno, me alcanzaba para alquilar algo pequeño, enviar algo de dinero a mi yaya e incluso ahorrar para mi futuro en París. Las comidas ya las hacía en el club, así que de eso no me preocupé.
Aún así mi presupuesto era bastante limitado.
Estuve 30 minutos mirando apartamentos, tarjé algunos y comencé a llamar. Logré concertar 3 citas para aquel día.
Estaba apuntando las direcciones cuando una voz me interrumpió.
-¿Tan pronto te corrieron de casa?
Levanté una ceja y miré hacia arriba.
Parado junto a mí estaba Joe con una sonrisa.
“lo que me faltaba” pensé
Joe se acercó y se sentó junto a mí en la banca.
-¿Qué haces?- le dije
-Hola Ana, ¿yo estoy bien gracias, y tú?- dijo con una sonrisa burlona
-¿Me estas siguiendo?
-Te dije que vendría por ti hoy, ¿no lo recuerdas?
Cerré los ojos y los rodé sin que me viera.
-Iba de camino al Club y me topé contigo aquí. Debe ser mi día de suerte ¿desayunaste?
-No- dije volviendo mi vista al celular
-Vamos te invito…- se acercó y cogió mi muñeca
Automáticamente miré su mano haciendo contacto con mi piel, algo en mí se estremeció, pero no le di mayor importancia.
-No gracias, tengo cosas que hacer- traté de esquivarlo
-Te acompaño
“Este chico se pega como un chicle”
-Vamos, además me debes una, por lo del trago de anoche- dijo sonrojándose
No pude evitar lanzar una carcajada al recordar.
-Viste, ahora no puedes decir que no- me guiñó un ojo
Miré el reloj y lo volví a ver.
-Esta bien, pero no puedo alargarme mucho
Sonrió
-Será breve, lo prometo
Me ayudó a levantarme y comenzamos a caminar juntos.
-¿Conoces alguna cafetería?
-La verdad no, pero supongo que en el centro habrá algo.
Fuimos caminando uno al lado del otro.
-¿Vives hace mucho aquí?- me preguntó
-Llevo una semana
El abrió los ojos.
-Casi el mismo tiempo que yo.
-Si, pero hay una diferencia tu viniste por placer y yo por trabajo
Llegamos a una cafetería cerca de la plaza principal.
Ambos nos sentamos, una mesera se acercó y nos entregó la carta.
Yo pedí un café con leche y un trozo de pastel y él ordenó un capuchino y un sándwich.
-¿Piensas quedarte mucho tiempo aquí?- me preguntó sin quitar sus ojos verdes de mí.
-El tiempo que tarde en ahorrar lo suficiente- dije seria
-¿Para qué ahorras?
Lo miré con algo de desconfianza y tragué un trozo de pastel.
El aún no había probado su café.
-Se te enfría- le dije señalando la taza
-No me importa
-¿Ah sí?
-Ahora tengo asuntos más importantes que atender
Bajé la vista hacia mi pastel.
-Asuntos…- repliqué
-No lo malinterpretes, mi español es pésimo- confesó
-Primera vez que estoy de acuerdo contigo- reí
-Estoy seguro que habrá más veces
No sé porque, pero me sonrojé.
-Estoy ahorrando para ir a vivir a París, quiero trabajar de actriz allí
-Pensé que trabajas en un café con piernas
-Ah claro, tu intervención en la entrevista…
-Lo siento, no quise ser entrometido, pero me moría de ganas por verte
Jugué nerviosa con el tenedor.
Joe estiró su mano y la puso sobre la mía, provocándome una gran corriente eléctrica.
-Y me gustaría seguir viéndote Ana.
Tragué saliva y por la vergüenza quité de prisa mi mano.
-Me tengo que ir, gracias por el desayuno- dije y me levanté.
-Aguarda
Me tomó de la muñeca
-Deja que te acompañe, me voy en 5 días más y no quiero perder un segundo más
Levanté la vista y coincidí con la de él. Sentí que los segundos se detuvieron y que ambos quedamos envueltos dentro de una burbuja.
-Esta bien, pero quizás sea tedioso- le advertí
Él sonrió
Pagó la cuenta y salimos juntos de la cafetería.
Saqué el celular de mi bolsa y marqué una dirección.
Pedí Uber.
Luego de 5 minutos en coche, nos bajamos a afuera de un edificio añoso.
Levanté una ceja con asombro.
Joe se mantuvo cerca en todo momento, al entrar al edificio me topé con el mesón de recepción, me acerqué al conserje y pregunté.
-Buenos días, vengo a ver un apartamento
-¿Señorita Ana Fernández?
-Soy yo
-El corredor de propiedades la está esperando. Piso 3, departamento 302
-Gracias
Al llegar al final del pasillo me fijé que no había ascensor, solo escaleras. Era un edificio de solo 4 pisos.
Suspiré fastidiada.
-¿Buscas departamento para mudarte?- me preguntó Joe mientras subíamos las escaleras
-¿Qué crees tú?- dije secándome una pequeña gota de sudor de la frente
-Pensé que estabas bien allí
-Ya ves, no hay que dar todo por hecho
Joe miró las paredes mohosas y descascaradas.
Llegue jadeando al piso 3, gracias a mi pésimo estado físico.
Miré de reojo a Joe, y sentí rabia al verlo tan fresco como una lechuga.
Toqué la puerta del apartamento 302. En seguida me abrió una señora.
-Buenos días vengo por el aviso de alquiler
-Claro querida, adelante.
Entré seguida de Joe.
Tragué duro, cuando vi el apartamento. Las paredes estaban destartaladas, y la sala olía humedad. La cocina era pequeña, y casi sin luz natural. Tenía solo una habitación y un baño.
Parecía más una ratonera que un apartamento.
Miré el precio otra vez en mi celular; 300 dólares. Suspiré por que era lo único que podía pagar.
-¿Tiene más apartamentos disponibles?- preguntó Joe
Me volteé y lo miré asombrada.
-Claro, tengo algunos más, pero tienen otros valores. Este es el más económico que tenemos.
-No me importa, ¿podríamos ir a visitarlos?
Luego de oír aquello me acerqué lentamente a Joe y le susurré al oído
-¿Estás loco?, no puedo pagar más que esto.
Solo sonrió de medio lado y se alejó de mí
Me quedé paralizada en mi lugar, pero luego de un segundo inspiré hondo y lo volví a interceptar.
-Deja de hacer esto, no necesito que me ayudes- dije orgullosa
Joe me miró y sonrió.
-Sólo veámoslos y ya, sin compromiso
-No voy a perder el tiempo mirando apartamentos que ni siquiera puedo costear
-¿Nos puede llevar a ver el resto?- le preguntó a la corredora mientas me ignoraba
-Claro, vamos en mi carro
La mujer esperó a que saliéramos de apartamento y cerró con llave.
Luego de 15 minutos estábamos ingresando a un segundo inmueble, totalmente distinto, con mucho espacio, grandes ventanales que dejaban ingresar mucha luz, 2 habitaciones, y la principal con un baño privado, cocina americana y un enorme balcón que dejaba ver toda la playa.
No pude disimular mi asombro, mis ojos brillaron y mi boca se abrió. Llevada por mi entusiasmo comencé a recorrerlo, mi corazón saltaba porque jamás había estado en uno así.
Joe me miró permanentemente mientras recorría la sala.
-Lo tomamos, ¿cierto mi amor?- dijo y me tomó de la mano
-Joe…yo.
-Esta muy emocionada, es nuestro primer hogar- le dijo a la mujer
Ella sonrió.
-Este apartamento es perfecto para novios jóvenes, está a pasos de la playa y de los comercios. Aquí jamás se aburrirán
-Honestamente no creo que salgamos mucho- dijo mirándome de forma lasciva
-¡Joe!- le pegué un codazo.
Él se carcajeó.
-¿Puedo pagar 6 meses por adelantado?
Mi asombro no cabía en mí.
-Por supuesto, le daré de inmediato los datos de transferencia
-¿A nombre de quién hacemos el contrato de alquiler?
Joe me miró fijo
-Ana Fernández
Iba a decir algo, pero antes de que saliera una palabra de mí, Joe pegó sus labios con los míos y me besó. Fue un beso sutil y delicado.
Luego del beso me dejó parada en mi lugar y se acercó a la mujer para pagar las cuotas y me llamó para firmar.
A penas pude sostener el lápiz y plantar mi huella digital.
-Muy bien señores, ha sido un agrado hacer trato con ustedes. Les deseo una feliz vida.
Nos entregó la llave y se marchó.