«¡¿Quién eres?! ¿Qué quieres?», escribió y envió el mensaje, pero no obtuvo respuesta Al final, la mujer tuvo que ir a su habitación, estaba asustada, se recostó al lado de su esposo, que estaba ya dormido, pero ella no pudo dormir. Su corazón estaba tembloroso, como su mente. Cerró los ojos, y todo lo que vino a la mente fue ese hombre, Juan, “el pescador” como le llamaban en broma, era su primer amor, con èl tuvo tres hijos, las caras infantiles vinieron a su mente golpeando su conciencia, pero rápidamente se encargó de olvidarlas. «Ya basta, Rebeca, elegiste esta vida, ahora es demasiado tarde para sentir nada, el fin, justicia, los medios, recuérdalo, tú ganaste, tú creaste tu destino de triunfadora» Sonrió mirando al techo blanco, olvidando sus pecados, durmiendo como si no exist