Al día siguiente. Zahara llegó muy temprano con Rossilene, pronto le hicieron la prueba de ADN, le indicaron que el señor Antonio Nolan había dejado su muestra un dìa antes. Una vez que terminó, Zahara y Rossilene salieron del laboratorio, en el estacionamiento encontraron a Rebeca. —¡Mami, ahí está Cruella de Vil! —exclamó Rossilene. Zahara asintió, subió a la niña al asiento del auto y luego, a punto de subir al auto, se detuvo a ver a Rebeca. —¿Qué es lo que quieres? —He venido a ver que no hagas trampa, mujer, estoy tan cansada de ti. Zahara esbozó una sonrisa burlona. —¿Cansada de mí? No es como si me tengas que soportar, recuerda que tú solo eres la mantenida de la familia Nolan, un pequeño parasito que chupa la sangre de Antonio Nolan. —¿Cómo te atreves? —exclamó Rebeca.