Azael detuvo el auto, justo en el estacionamiento. Bajó del auto, y Aziel bajó enseguida, corrió detrás de otro auto y lo vio caminar hasta el elevador. Aziel corrió hasta ahí. Azael estaba muy distraído, pero cuando sintió una mirada intensa sobre él, por fin miró al pequeño. —Hola —dijo y esbozó una sonrisa, era un niño muy bonito, de algunos cinco años, con cabellos oscuros y ojos grandes, con pestañas espesas. —Holi, ¡tú eres mi papito! —exclamó dejando al hombre perplejo, pero Azael comprendió que debía ser una broma. Rio un poco, pero Aziel corrió hacia él. —¿Me puedes cargar? Nunca me cargaste, papito y quiero saber que se siente que papi me cargue en sus brazos. Azael sintió un golpe en el corazón, cargó al pequeño, solo un instante, y miró sus enormes ojos con pestañas es