Zahara miró a la mujer con furia. Abofeteó el rostro de la mujer con fuerza. Rebeca casi soltó un grito de dolor. —¡No vuelvas a ofender a mi hija! —sentenció Zahara. —¡Eso, mami, dale duro! —exclamó Rossi mirando por una r*****a de su puerta entreabierta. Al instante, Zahara se arrepintió de lo que hizo, no quería enseñar a su hija nada de violencia. —¡Vete ahora mismo, Rebeca! —¡Eres una arpía! —¡Rebeca! —la voz severa de Azael se escuchó repentina, Azael entró, la puerta había quedado entreabierta, por lo que para él fue fácil entrar. Rossilene salió de su alcoba y corrió a los brazos de Azael. —¡Papi, papi! Cruella de Vil dijo que soy bastarda, papi, ¿Qué es una bastarda? —dijo la niña que estaba ya en los brazos de Azael. Los ojos del hombre se volvieron tan rabiosos que