Azael estaba furioso a como pudo logró desatarse, solo su ropa interior estaba en el suelo, igual que sus zapatos, se lo puso para cubrirse, notó que había un escrito en su pecho, tenìa por lo menos su cartera, y las llaves de su auto. Maldijo entre dientes. Salió así, no le importó nada, quería alcanzar a Zahara. La gente se quedó perpleja al verlo, algunos reían, le silbaban, algunos hombres lanzaron palabrotas, otros lo llamaron “dulzura o cosa sexy” Las mujeres presentes le miraban sonrientes, pero él no dejó que le importara, corrió hasta el estacionamiento, quería alcanzarla, pero descubrió con decepción que Zahara se había marchado. —¡Zahara! ¡Zahara! ¿Por qué ya no eres como antes? Extraño a la mujer que amaba y me admiraba. Azael subió a su auto, condujo rumbo a la mansión N