—¿Dónde está tu mamá, pequeña? Rossilene se encogió de hombros, no lo sabía en realidad. El hombre se puso de cuclillas, observándola, era una niña preciosa, de cabellos marrones claros con rizos y ojos grandes y brillantes, tenìa una sonrisa de querubín. —Vamos, busquemos a mamá, ¿Sí? —preguntó Azael Rossilene asintió. —Si encontramos a mami, ¿le das un besito, papito? Así mami, te va a querer de nuevo con nosotras por siempre, ¿sí? Azael estaba a punto de reír, se levantó y tomó la manita de la niña, llevándola hasta el salón. —Entonces, ¿mami está por aquí? —Sí, mami, se veía como una princesa hoy, dijo que venía a una boda, pero no me trajo, pero mi Padrinito dijo que sí podía venir porque vería a mi papito, ¡y te encuentre! Azael sonrió, le dio algo de pena la niña. «Quizá n