—¡Katty! —exclamo Isabela, al ver a su mejor amiga frente a ella, se abrazaron y se pusieron a dar saltos de felicidad.
—¡Estás hermosa, amiga! —exclamó Isabela observando a Katherine.
—Tú estás bellísima —afirmó la joven García.
Ambas, sonrieron felices de volver a estar juntas, entonces Isabela, tomó de la mano al joven que tenía a su lado, y enseguida Enzo saludó con los padres de su novia, quienes con cordialidad respondieron el gesto.
—Enzo, quiero presentarte a mi mejor amiga y casi hermana —comentó Isabella—. Ella es Katty, de quien tanto te he hablado —mencionó Isa, sonriendo.
La joven García parpadeó sin poder creer que hace unos minutos el novio de su mejor amiga casi la atropella.
Enzo, no hizo ningún comentario al respecto, le brindó una pequeña sonrisa que provocó que el rostro de la chica, enrojeciera.
—Mucho gusto Katherine —se acercó a ella—. Soy Enzo, un placer — sonrió, entonces la jovencita con timidez, extendió su mano al apuesto caballero, él besó su dorso, y ella sintió que las piernas le temblaron.
Entre tanto Isabela, con su mirada buscaba en medio de las personas del aeropuerto a alguien, frunció el ceño, al ver que no estaba por ningún lado a quién ella esperaba.
—¿Solo viniste tú a recibirme? —cuestionó Isabela, intentando no delatarse.
—¡Qué raro! —exclamo Katty frunciendo el ceño. —Nando estaba aquí esperando, tal vez tuvo que atender algún asunto importante, como trabaja con mi papá —comentó.
Isabela sintió que su corazón retumbaba con fuerza, pero al ver que no apareció de nuevo asomó ese mismo vacío en su pecho, que siempre se transformaba en tristeza cuando se trataba de él. «Imagino que alguna de sus amiguitas lo debe haber llamado», pensó con molestia.
—No importa Katty —pronunció Isabela, fingiendo una sonrisa.
Después de una hora de viaje, todos llegaron a la hermosa residencia Vidal, los padres de la joven, organizaron un almuerzo de bienvenida.
—¡Abuelitos! — exclamó Isabela y corrió a los brazos de Don Roberto, el papá de Rodrigo—. Los extrañé mucho —afirmó la joven dándole un fuerte abrazo al hombre, para luego correr a los brazos de su abuela, y estrecharla con fuerza.
Isabela presentó a sus abuelos, con su novio, y después todos tomaron asiento en los sillones del amplio salón; mientras les servían varios cocteles, el padre de la joven se dirigió al novio de su hija.
—Enzo —mencionó Rodrigo. —¿Supe que abrirán Macromedia aquí en New York?
—Si, señor Vidal, yo estaré a cargo, y mi padre dirigirá todo desde Italia —indicó el joven.
—¿Y ustedes ya pusieron fecha a la boda? —preguntó Diana, la madre de Isabela.
Enzo se aclaró la garganta, y de inmediato entrelazó sus dedos con los de Isabella.
—Yo deseo pedirles formalmente la mano de su hija —explicó y besó la mejilla de la joven.
Rodrigo observó a Diana, y ella asintió.
—Llevan apenas un año juntos, es muy poco tiempo —advirtió el señor Vidal—. Casarse no es un juego —comentó.
—¡Papá! —exclamó Isabela, con el rostro carmín—. Nos conocemos bien.
—Llevamos más de un año saliendo juntos, señor Vidal, le aseguro que mis intenciones con su hija son las mejores —intervino el joven—. Mi padre me ha enseñado a ser un caballero —aseveró Enzo
—No tengo dudas de eso —expresó Rodrigo con seriedad.
Después de esa charla pasaron al comedor en donde los platillos favoritos de Isabella, la estaban esperando.
—¡Coctel de camarones! —exclamó, aplaudiendo —lasaña, y postre de tres leches —mencionó con una amplia sonrisa—, debo ausentarme más seguido —carcajeó.
Luego de compartir aquel almuerzo Enzo, se disculpó por no poder continuar en la reunión, al mismo tiempo Katty, se puso de pie, también debía retirarse.
—¿En dónde vives? —preguntó Enzo—. Te puedo dejar cerca de tu casa —sugirió.
La chica esbozó una tímida sonrisa, entonces dirigió su dulce mirada a él.
—No te preocupes, gracias, vivo en la casa de al lado desde hace un par de años —afirmó la joven nerviosa.
Enzo, asintió con la cabeza, se acercó a su novia y se despidió de ella con un beso en los labios.
Katty, aprovechó para agradecerle la invitación a los padres de Isa, se despidió de ellos, y del resto de la familia. Enzo, hizo lo mismo y juntos abandonaron la casa.
—Qué coincidencia, jamás pensé que la chica a la que casi atropello, fuera la mejor amiga de mi novia —comentó Enzo.
Katty, enrojeció al escucharlo, era bastante tímida.
—Gracias, por no hablar de lo sucedido —murmuró.
—Tranquila —respondió él—, ya que eres la mejor amiga de mi novia, también nosotros podemos serlo—. La observó a los ojos.
Katty, no pudo sostenerle la mirada, de nuevo, inclinó su vista.
—Por supuesto —contestó ella, mientras salía del portón de la casa de Isabela, para dirigirse a su residencia.
—Fue un placer conocerte Katty — afirmó Enzo.
—De igual manera —respondió la chica.
La jovencita caminó con rapidez hacía su casa, sintiendo su cuerpo estremecerse al darse cuenta de que Enzo, se quedó de pie, frente a su auto, mirándola.
«Es tan guapo» dijo en su mente la chica, al momento que entró a su residencia, sin embargo, recordó que él, era el novio de su mejor amiga.
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Isabela ingresó a su habitación, todo estaba tal como la había dejado hace cuatro años; su mirada se enfocó en aquel oso de peluche que reposaba sobre una mecedora, era un recuerdo de esa persona a la que ella esperó ver a su llegada, y no apareció.
«¿Por qué son tan difíciles las cosas contigo, Fernando?», pensaba la joven, mientras se acercaba a acariciar el peluche. De pronto el estruendoso sonido de una motocicleta la sobresaltó. Su corazón saltó en su pecho corrió hasta el amplio ventanal, y miró hacia el estacionamiento de la casa de los García.
Sus ojos brillaron al verlo, suspiró sin poder evitarlo, su cuerpo se estremeció al contemplar el instante en que se quitó el casco y sus castaños risos se agitaron.
—¡Wao! —exclamó.