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Vuelve a ser mía.

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—Vuelve a ser mía —susurró en sus labios—. Caso contrario, te aseguro que todas las noches que estés con él, vas a pensar en mí, vas a extrañar mis besos, mis caricias, vas a imaginar que soy yo —afirmó reflejándose en los aceitunados ojos de ella. —Ese será tu castigo por ser tan necia y no admitir lo que sientes —sentenció.

La joven se estremeció al escuchar sus palabras, todo su ser sintió un cosquilleo, su corazón palpitaba con fuerza, inhaló profundo para hablar:

—¿Quién te asegura eso niño bonito? —inquirió. —¿Piensas que soy igual a todas esas mujeres con las que...? —presionó sus labios—. Ni así fueras el último hombre sobre la faz de la tierra —resopló cruzando sus brazos, mirándolo a los ojos.

Historia Registrada en el Instituto de Propiedad Intelectual de Ecuador.

©Angellyna Merida, 2019.

Código de Registro en Safe Creative: 19052XXXXXX56

Prohibida la transcripción parcial o total de la obra sin la autorización de la autora.

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Introducción Parte 1.
Años atrás. El tic toc del viejo reloj de pared que cuando eran adolescentes, Isa, y Nando colocaron en la casa del árbol marcó las doce de la noche, y con eso Isabella cumplía dieciocho años. Los labios de Fernando sobre los suyos fueron su mejor regalo, suspiró profundo en la boca de él, percibiendo su corazón agitado. El joven García la besó con ternura, y pasión, luego separó su boca de la de la chica. —¿Estás segura? —indagó mirándola a los ojos, colocando detrás del oído de la joven un mechón de su oscura cabellera. Isa se estremeció, y presionó con fuerza la mano de él. —Te amo desde que soy una niña —declaró. —Y yo a ti —aseguró él. Instantes después Nando repartía varios besos en el cuerpo desnudo de Isabella, ambos respiraban agitados, se sentían nerviosos, ella más que él, era su primera vez. Isa percibía su piel estremecerse con cada beso y caricia que él le brindaba, sus manos temblorosas acariciaron la espalda de Nando, abrió sus ojos con sorpresa cuando sintió como el tibio m*****o de él rozaba su entrada. El joven García la besó con ternura, y la fue invadiendo con lentitud, la miró a los ojos con amor. —Si deseas que me detenga, me lo dices —propuso él. Isa negó con la cabeza. —Confío en ti —expresó con dulzura, inhaló profundo y cerró sus párpados. Un par de lágrimas brotaron de sus ojos cuando él traspasó aquella barrera, se aferró con fuerza a los brazos de Nando, y presionó sus labios. El joven se detuvo asustado pensando que la había lastimado. —¿Estás bien? —indagó con aflicción. Isa suspiró. —Solo necesito unos minutos para acostumbrarme. —Sonrió. Nando le devolvió la sonrisa, volvió a besarla con ternura, a acariciarla, y cuando sintió que ya no había muestras de temor y dolor en su chica, prosiguió con la tarea de amarla, se hicieron uno y se juraron amor eterno. ***** Las notas de «Donde estás corazón by Enrique Iglesias» sonaba en los amplios y hermosos jardines de la enorme casa de la familia Vidal. Los jóvenes descansaban escuchando la suave melodía después de haber bailado varias piezas, en ese momento Isabella, caminó directo hasta donde estaba su mejor amiga, Katty. —¿El idiota de tu hermano no va a venir a mi fiesta de cumpleaños? — inquirió la jovencita, frunciendo los labios. —No sé qué le pasó —respondió, con timidez—, él no se perdería tu celebración. Isa arrugó el ceño, y resopló enseguida, caminó por el jardín que conectaba a la casa de los García, justo cuando estaba por llegar a la puerta de la cocina de la residencia, varios gemidos y jadeos captaron su atención. El corazón de la joven retumbó con fuerza, con pasos sigilosos se dirigió hacia donde provenía el ruido. —¡Nando! —exclamó con los ojos abiertos de par en par, y el alma fragmentada, al darse cuenta de que el amor de su vida, después de haber estado con ella en la madrugada, sostenía relaciones sexuales con Sabrina, una de sus mejores amigas. Sin darle tiempo a absurdas explicaciones, dio vuelta y con el rostro empañado en lágrimas regresó corriendo a su casa. Diana, al ver el semblante entristecido de Isabella, dejó un momento a su esposo y sus dos hijos menores, Santiago y Paz, sentados en la mesa. —María Paz, por favor, no vayas a ensuciarte —recomendó su madre, a la hermosa niña de cabello castaño claro, y ojos verdes, quién inclinó su cabeza sonriendo. —Ya mismo cumplo diez años y quiero una fiesta igual que la de Isa — solicitó la pequeña mirando a su padre, quien dirigió su sonrisa a la menor de sus hijos. —Por supuesto, mi niña, tendrás tu fiesta —aseguró. —¿Podemos ir a jugar? —suplicó con la mirada, observando a su hermano Santiago, quién al igual que ella estaba aburrido, de estar sentado. Rodrigo, contempló los azules ojos del adolescente de doce años, quien, cruzado de brazos, miraba con seriedad a las personas yendo y viniendo. —Está bien, pueden ir a jugar, pero no se ensucien. Entre tanto, Isabella, llegó a su habitación y detrás de ella Diana. —¿Qué pasa mi princesa? —cuestionó. Isa limpió con el dorso de su mano una de las lágrimas que cayeron de sus ojos. —Yo pensé que... Nando… —sollozó con un nudo atorado en la garganta. Diana la abrazó, observó a su hija con infinita ternura. —¿Qué pasó? Ahí, Isabella le confesó a su madre lo ocurrido con Nando, le suplicó que la enviaran lejos de él, y así sucedió, tres días después partió rumbo a Europa, y juró sacar de su mente y su corazón a aquel joven que destrozó sus ilusiones. **** Años después. Long Island, NYC. La noche estaba tan fría y oscura como su vida, no podía dar marcha atrás, dio su palabra y la tenía que cumplir, pero: «¿Valía la pena?» Llegó a su edificio, mientras subía en el ascensor, a su mente se vino la imagen de ella, aquella joven que le enseñó a ver la vida de manera diferente, a su lado descubrió el verdadero amor. Se cuestionaba una y mil veces si la decisión que tomó días atrás era: la correcta. «Si cancelo la boda» pensó para sí mismo, llevándose las manos a la cabeza, sin saber qué hacer. Entró a su departamento. Se sorprendió al verla ahí. Su corazón entristecido saltó de alegría al mirarla. El joven contempló el hermoso rostro de la chica. Se reflejó en el verde intenso de su mirada, sin embargo, notó en aquellos ojos: angustia y tristeza, enseguida él se acercó para abrazarla. Ella, lo detuvo. —Esta no es una cita romántica, no confundas las cosas —aclaró la joven. —¿Entonces qué haces aquí? —interrogó él La jovencita se frotaba las manos con nerviosismo, había pensado mucho antes de hablar con él, lo que tenía que confesar era algo delicado. —Lo que voy a decir no es fácil, tampoco espero que suspendas tu boda, pero considero necesario que lo sepas —señaló la joven. Él la miró con intriga, quizás más inquieto que ella. —¿Qué quieres decirme? —interrogó con curiosidad él. —Estoy embarazada —pronunció muy nerviosa, clavó su mirada en él, esperando una respuesta. Él, palideció, se quedó absorto, no podía pronunciar una sola palabra. Las ilusiones de la chica se fueron al piso ante la actitud de él, ella imaginó que, al enterarse de esa noticia, el hombre se iba a poner feliz, la iba a abrazar y besar, incluso llegó a creer que suspendería la boda, y huirían juntos. —¿Embarazada? ¿Cómo sucedió? —interrogó desconcertado. La joven frunció el ceño, lo observó con enojo—. Perdón, obvio sé cómo pasó, pero es que no me lo esperaba —confesó él. —Sí, ya me di cuenta de tu reacción, no espero que te hagas responsable, eres demasiado cobarde como para enfrentar a tu padre, prefieres abandonar a tu hijo, casarte con una mujer a la que no amas y ser infeliz por el resto de tu vida a cambio de dinero —recriminó llena de dolor, sintiendo como su corazón se rompía en miles de pedazos—. Me decepcionaste y si alguna vez te amé, ten por seguro que te voy a sacar de mi alma —afirmó la joven con un nudo en la garganta y todas sus esperanzas perdidas. Tomó su bolso para salir del departamento. —¡Espera! —exclamó él. Ella giró, aun con la expectativa de escuchar de los labios de aquel hombre, lo que tanto anhelaba—. Perdóname, pero no es posible romper mi compromiso de la noche a la mañana —resopló con tristeza—, entiende mi familia renegaría de mí y no le puedo hacer esto a mi futura esposa —explicó con la voz temblorosa, lleno de confusión. La chica salió corriendo del departamento, con la mirada nublada producto de las lágrimas, abandonó el edificio, siendo consciente que tenía que ser fuerte para sobrellevar todo lo que se le venía encima. En primer lugar: hablar con sus padres del embarazo, ocultar la identidad del papá de su niño, y sobre todo se preguntó: «¿Cómo sobreviviría al día de mañana al ver al hombre que ella amaba, al padre de su hijo, casándose con su mejor amiga?» Nota de la autora: Esta es una de las primeras historias que he escrito. Es anterior a Si me ves llorar por ti, pero no requieren haberla leído, aunque son de la misma serie, no están entrelazadas, a pesar que Isabella es hermana de Santiago y María Paz Vidal, personajes de otros libros. Es una historia juvenil, y aclaro que los personajes son bien inmaduros, cometen errores, y a veces nos sacan de quicio, si no les agradan este tipo de libros, es mejor pasar de largo, y evitar comentarios negativos, caso contrario, sí crees que de jóvenes se cometen errores y estos nos ayudan a madurar, te invito a continuar con la lectura, porque los personajes tendrán su crecimiento. Esta es una historia de ficción, de mi completa autoría. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, eventos o lugares reales es pura coincidencia.

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