Sentada en la parte de atrás de un auto que Susan envió a recogerme, observo las impresionantes casas que predominan en el vecindario. No sabía que Susan tuviera amistades tan pudientes. Sin embargo, la opulencia del lugar no me sorprende. No soy una acaudalada mujer, pero tengo mi parte. Mis misiones son bien recompensadas. Además, mis gastos en cada una de ellas, han sido cubiertos por la agencia, dejándome así un buen colchón. Y, para rematar tengo algo de mi dinero invertido. Lo que me sorprende, es que Susan conozca a personas de este calibre, siendo la encargada de un grupo de mujeres dentro de un club, propiedad de la mafia. Me quedo sin aliento cuando reparo en ese punto. ¡Maldición! Miro al frente y, el conductor, es un hombre mayor y a pesar de ser amable, es alguien ale