CAPÍTULO 1
—¿Tienes experiencia sirviendo tragos?
La pregunta viene de Susan. La encargada del club de Pol Dance.
Florence.
Sin mostrar mi aprensión, me reclino en mi silla.
—Soy una campeona detrás de la barra— anuncio.
—La verdad, es que necesitamos a un barista—Me mira detenidamente y sin disimular mira mi escote. —También, estamos necesitando a una chica para el escenario.
Desvío un momento la vista para observar el mismo.
Alrededor, puede observarse unos puntos dispuestos con las barras horizontales de Pol dance.
Donde las chicas hacen su trabajo.
La miró con una falsa sonrisa.
—Lamentablemente, no conozco el arte del Pol Dance.
Hace un gesto con su mano, desestimando mi comentario.
—También, las chicas hacen bailes de striptease privados y ganan muy bien—se inclina un poco hacia adelante—La idea, es divertir a los clientes.
Por supuesto que es la idea de este lugar.
Asiento, pero. No digo más.
—Eres de…
—Los ángeles. Pero, viví muchos años en Londres—Hago un gesto para darle un poco de dramatismo—Se me quedo algo del acento inglés.
—Eso veo—dice la mujer de mediana edad, con una sonrisa cómplice.
—Bueno… —mira mi Identificación falsa—Dánica.
—Dani. Prefiero que me llamen de esa manera—me encojo de hombros.
Asiente.
—Bien. Dani, me gustaría que asistieras esta noche y trabajaras detrás de la barra. Si todo funciona, el trabajo es tuyo—murmura—Si no es lo que buscamos, te pagaremos la noche.
La mujer de cabello n***o, ojos claros me estudia. Así que, me relajo.
Sí me descubren. Todo se irá a la mierda y, mi única esperanza de encontrar a Gema se esfumará.
—Convénceme—continúa —Si no, hay un puesto de bailarina exótica. Estoy segura de que podría ser tuyo.
Le doy una falsa sonrisa.
—Lo pensaré. Realmente necesito el trabajo y este es el lugar, que me han recomendado. Y donde pagan lo que realmente cubre mis necesidades.
Parece satisfecha con mi respuesta.
Sé, aman contratar a pobres mujeres que necesitan desesperadamente llevar el sustento a sus hogares.
Con eso, me despido y salgo del Florence sin mirar atrás.
Obvio al vigilante y me incorporo a los transeúntes que van de un lado al otro.
Es una peligrosa decisión.
Soy una desertora. Estoy aquí, sin el permiso de mis jefes.
Pero, no me importa. Es lo único que puedo hacer para dar con mi hermana menor.
Tres días atrás, mi vida cambio, gracias a una visita inesperada.
Flashback.
—Gracias por su asistencia—dice mi jefe, a los presentes antes de bajar del podio.
Lo sigo y, cuando atravesamos unas puertas dobles, veo a uno de mis compañeros de pie esperando.
Su postura es despreocupada. Pero, sus ojos me dicen claramente que debo alejarme de estas personas.
—Si me disculpan, debo ir al tocador—mi jefe asiente y continua con su equipo de trabajo.
Aprieto el paso.
Entro al baño y me aseguro de que, todos los cubículos estén vacíos. Estoy revisando el último, cuando la puerta del baño se abre y mi compañero entra cerrando tras de sí.
—¿Qué haces aquí? —inquiero a la defensiva, por inercia.
Steven es un compañero de trabajo.
Ambos hemos hecho algunos trabajos juntos. Solo tiene un par de años más que yo. Y, es un activo muy importante dentro de la organización.
—Sé que esto no te gustara. Pero, pienso que debes saberlo.
Frunzo el ceño, sin saber de qué está hablando.
Toma aire ante de soltarlo y me mira.
—Gema ha desaparecido—doy un paso hacia atrás sin entender.
—¿Qué sabes tú de Gema? —siseo, furiosa.
Este abre y cierra la boca sin saber cómo explicar.
Gema es mi hermana menor y, actualmente, vive en Estados Unidos. Donde tiene un trabajo como profesora en una secundaria.
Aunque la extrañe a diario. Sé que, estar lejos de mí, es lo mejor dado al trabajo que desempeño, dentro del servicio de inteligencia interno de Gran Bretaña. O, como todos le conocen.
El MI5.
Doy un paso al frente y lo encaro.
—Habla de una vez—Demando.
Siento un malestar filtrarse en mi cuerpo.
—Gema, no quería que lo supieras—comienza.
Suspira como si, decir lo siguiente fuera difícil.
Sus ojos grises me miran con vergüenza.
—Ella es parte de la agencia—suelta.
Las palabras poco a poco se filtran en mi cabeza y siento que han abierto las puertas de una dimensión desconocida.
Niego y una risa incrédula brota de mis labios.
—No es cierto.
—No mentiría en algo así—espeta serio—Gema pertenece al MI5 desde hace un par de años.
—¡¿Cómo pudieron?! —Exclamo.
—Lo siento, Daniela. Eso es algo que no puedo responder—suspira—Estaba en cubierto y hace una semana dejo de contactarnos. Enviamos a un agente a su departamento. Es claro que, no ha estado en ese lugar desde hace días.
Me inclino sobre en el lavado y miro al frente con incredulidad.
—estaba haciendo un excelente trabajo…
Mi hermana.
Gema, desaparecida.
Hago memoria y recuerdo que, desde hace días, no hablamos. Pero, he estado tan ocupada con mi misión que, no me di cuenta de ese detalle.
Actualmente, estoy trabajando como asistente de un ruso que, creemos, tiene nexos con grupos terroristas y es el contacto para ingresar armas al país, que van directo a los grupos criminales.
Estoy a nada de poner su culo en prisión.
Pero esto lo cambia todo.
Miro a Steven, mi compañero en el MI5.
—¿Dónde estaba?
—Habíamos enviado a Gema como apoyo para el gobierno americano—niega—Era una misión secreta.
—¿Dónde? —gruño.
Suspira.
—Chicago.
Miro mi reflejo.
Mis ojos son negros y el cabello del mismo color. Solo que, son pelucas y lentillas. Todos piensan que soy una simple asistente.
No saben que trabajo para el gobierno.
Mi lealtad es para mi país. Pero, Gema es mi hermana. Lo único que tengo y que me aspen, si esperan que no voy a buscarle.
—Estoy dejando esta misión—anuncio.
—No puedes.
—¿No? Veme.
—Jovi no estará feliz.
—¡Me importa un culo, lo que Jovi quiere! Es mi jefe, no mi dueño—Steven se endereza ante mis palabras— Debió pensar en mí, cuando recluto a mi hermana.
—Es un adulto que tomo su decisión.
Asiento.
—Con ella tendré una conversación profunda—susurro pasando a su lado.
Porque, la encontraré.
De eso no tengo duda.
Moveré cielo y tierra para dar con ella.
Si es preciso, pactar con el mismo diablo.
—Estás metiendo en un problema—intenta convencerme Steven—. La familia que estaba bajo vigilancia es casi intocable.
—Lo has dicho, casi. Si descubro que alguno tiene que ver con la desaparición de Gema. No sabrán que los golpeo.
Niega y veo preocupación en su rostro.
—No quiero que te pase nada. Eres una buena amiga.
—Gracias por venir y decirme esto—miro hacia la puerta—Sé que estás arriesgado tu puesto por esto.
—Debo irme o levantaré sospecha—camina hasta la puerta, pero se detiene con la mano en el pomo—No hagas nada estúpido, Daniela.
No respondo, en cambio, le doy una mirada plana.
Cuando sale, me permito dejar escapar un grito que ahogo con mis manos. Los ojos me escuecen, pero no me permito llorar.
Me concentro en mi respiración y reprimo mis emociones.
Trabajar para la inteligencia británica me ha dado muchas herramientas y esas mismas las usaré para encontrar a mi hermana.
—Voy por ti, Gema —susurro.
Fin del flashback.
Hago mi camino hasta los alrededores del distrito financiero de Chicago. Sin embargo, tengo mi ubicación muy alejada del mismo, debo tener ojos en la espalda.
Localicé el barrio donde Gema estaba viviendo y pude conseguir un departamento.
Es un edificio de ladrillos, ubicado en un distrito de clase media-baja. El mismo, donde permaneció mi hermana en cubierto y se encuentra, cerca de un polígono industrial.
Entro al edificio sin dejar de percibir mi entorno y subo los tres pisos hasta el pequeño departamento.
Saco las llaves de mis vaqueros y abro la puerta con cautela. Miro el pequeño espacio y me cercioro de que todo esté en su lugar. Cierro detrás antes de avanzar por el espacio de concepto abierto.
El salón y la cocina son pequeños, al fondo se sitúan una habitación y el baño.
El sitio es una caja. Pero, se supone que soy una mujer que no tiene blanca. Necesito el trabajo en el Florence.
De ese lugar desapareció Gema.
Me acerco a la ventana que da a la escalera de incendios para asegurarme de que está cerrada.
Satisfecha, me voy a baño. Debo prepararme para esta noche.
Me detengo frente al lavado donde el espejo me devuelve el reflejo. Para esta misión, no llevo un disfraz. Es la primera vez que no lo hago.
Por lo general, llevo pelucas y lentillas.
Mis ojos oscuros y cabello marrón oscuro están a la vista. Al igual que mi esbelta silueta.
Esto es personal. No soy un agente en cubierto trabajando para mi país, soy una mujer que va a dar con su único familiar.
Pero, debo tener cuidado con los Abbenante. Ellos dirigen esta ciudad.
Son juez y verdugo.
La familia Abbenante, es dueña de ese club y muchos negocios turbios. No quiero pensar que le han hecho a mi hermana, si descubrieron sus intenciones.
Sí, debo entrar al mismísimo infierno con tal de lograr mi objetivo. No me importa.
Nunca le he temido al fuego.