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2009 Words
—¿Y qué estabas haciendo tan tarde en esa zona?— Arquea sus cejas cuándo finaliza de mostrarle El último de sus tres proyectos. Lola muerde su labio inferior bajando la mirada, sin poder dejar de percatarse de que su hermano menor se había quedado dormido sobre su cuerpo. Por eso mismo, con la delicadeza suficiente, le quita la tablet de sus manos adormiladas, apaga el programa que estaba viendo en la misma, y la entrega dicho aparato electrónico a Eros, para que él mismo no sufra ningún incidente. Desde que lo había tenido en sus manos que no había podido dejar de pensar en lo costoso que eso era, y en que no podía darse el lujo, ni la posibilidad de que se pudiera llegar a romper y ella tener que hacerse cargo de los gastos. —Yo trabajo ahí.— Sonríe suspirando. —Estaba terminando mi turno y había despedido a una amiga que me vino a ayudar, y sólo restaba sacar la basura.— Explica subiendo sus hombros. Eros tuerce su entrecejo, llegando a analizar para sus adentros dónde es que podía llegar a trabajar la rubia. —¿Estabas trabajando tan tarde?— Cuestiona ronco. Probablemente mucho más ronco de lo que le hubiera gustado que sonara aquella pregunta, no obstante, ahora se daba cuenta de la preocupación que tenía el hermano del medio por saber del paradero de su hermana, y cómo es que ella había pedido entre balbuceos, desde la inconsciencia, que no llamaran a Aiden. Lola infla su pecho. Era inevitable ocultar la verdad, y no es que estuviera pensando en ese pequeño lapso de tiempo en que quería ocultarle de dónde es que provenía, porque eso no es algo que le diera vergüenza. Incluso, era algo que siempre le había querido inculcar a sus hermanos, y que intentaba inculcarle la educación del menor, de que nunca debían de avergonzarse por lo poco que tenían o por la historia que venía arraigada a través de sus padres. Lo qué se estaba replanteando en estos momentos era el hecho de no querer recibir caridad por parte de otra persona, de la misma forma que le pedía a su hermano que no trabajara y que siguiera estudiando, y que no era necesario que la ayudara, esperaba que Eros no la mirara con esos ojos de compasión queriendo involucrarse en el tema de inmediato. Y no es que eso lo estuviera pidiendo su subconsciente, si no, que se daba cuenta de que era una persona que tenía un poder adquisitivo muy diferente el que tenían ellos, y que no le iba a resultar difícil conseguir algunas prendas de ropa como había hecho hace tan sólo horas para que ella y sus hermanos estuvieran abrigados. Quizás era el ego, o esa fuerza de voluntad que no le permitía rendirse, y que necesitaba hacer las cosas por sus propios medios, para poder dejar en claro que era lo suficientemente fuerte para poder sostener a aquel pequeño grupo familiar. —Mas bien a la vuelta, es un viejo bar café, que heredé de mi familia, bueno todos nosotros lo heredamos, y yo lo administro.— Aprieta sus labios, logrando que las dos manzanas de sus mejillas se noten aún mucho más en aquella mueca. Eros tuerce su entrecejo, ahora sabía perfectamente de qué lugar estaba hablando, dicho lugar el que le había dicho su hermano menor, que se encontraba a unos cuantos pasos de su nuevo local de lujo. —Eso es interesante, mi local está justo enfrente, y me genera mucha curiosidad saber cómo es que pudiste conectar el hecho de que sea una cafetería y también un bar para estar abierto hasta tan tarde.— Sonríe curioso por saber más. Y no lo estaba haciendo desde el área de chismoso, o para saber un poco más de su vida, esa pregunta había salido desde el Eros que se ocupaba de los negocios y que no podía perder pista alguna de una buena mente de tiburón, siendo en este caso, cómo es que él creía que estaba viendo en estos momentos a Lola. —¿Es tuyo?— Abre sus ojos sorprendida. Eros asiente señalando la laptop que tiene cerrada sobre sus piernas, dándole a entender que uno de esos tantos proyectos que habían estado observando hace minutos, se trataba exactamente del mismo lugar que estaba frente a su bar. —Si, todavía no lo inauguramos, hoy hicimos una especie de apertura reservada para los más allegados y para clientes VIP de los otros dos locales que tenemos en otras zonas.— Comenta pasando una mano por detrás de su nuca, queriéndole restar importancia. Estaba ansioso de escuchar cómo es que Lola había podido fusionar las dos ideas que le había comentado y preguntado con anterioridad. Ella parecía ser una caja de Pandora, y cada vez que abría la boca para comentar algo se sorprendía de de aquella cosa nueva que conocía de ella, haciendo que se sentía envuelto, cada vez más, en todo aquello que envolvía su presencia. No queriéndose perder pizca alguna de cualquier información que pudiera utilizar para poder ir descubriendo, aún más, a esa hermosa mujer que tenía frente a sus ojos. —¡Eso es increíble, te felicito!— Sonríe inflando su pecho. Mostrando que su comentario y felicitación es completamente genuina. —¡Es algo qué va a elevar mucho la zona, y será increíble!— Agrega completamente sincera. Eros sonríe restándole importancia con un movimiento de mano. —No es la gran cosa.— Susurra. Ella arquea sus cejas. —¿No?— Muerde su labio inferior. —¡Yo creo qué si!— Se carajea. Eros muerde su labio inferior. —Me interesa saber más cómo es que llegaste a fusionar esas dos cosas de manera tan inteligente.— La señala esperando darle el pie para que ella comience a hablar y no se sienta tímida. Lola juega con sus manos entre si, dentro de las posibilidades que le permite Demian, de moverse, teniendo en cuenta que sigue dormido sobre su regazo. —¡Supongo que fue instinto de supervivencia!— Comienza con lo más obvio y con lo que le nace del corazón decir. Eros la escucha con atención, tragando saliva, y dejando su computadora junto a su tablet dentro de la mochila, para no tener ningún tipo de distracción que lo pudiera llegar a sacar de escuchar y prestarle atención a Lola. —Eso suena interesante.— Admite. Lola sonríe, aúnque, aquella sonrisa no llega a sus labios. —Nuestros padres tenían el lugar abandonado, y digamos que solamente lo utilizaban para juntarse con sus amistades que no eran trigo limpio, o personas de las que uno pudiera llegar a estar orgulloso, de la misma manera que habló de sus amistades hablo de ellos, lamentablemente en este punto no se puede separar a sus amistades de ellos mismos.— Puntualiza no queriendo entrar más en el tema. Creyendo que era más que suficiente, por el momento, para dejar en claro el rumbo que tomaba la historia, sin tener que meterse en el asunto puntual de que sus padres eran drogadictos y de todos los desastres y conflictos que eso había conllevado en la adolescencia de Lola. Además, de que tenía metido en su cabeza, a todo momento, de que no era el momento ni el lugar indicado de victimizarse por la familia en la que le había tocado nacer, teniendo en cuenta que tenía frente a ella a una persona que claramente venía de una situación completamente distinta. Y puede que fuera una persona cero conflictiva, pero se había dado cuenta a la perfección, de que el hermano de Eros, no estaba contento con todo lo que estaba pasando a su alrededor, y menos que menos con el confrontamiento que había tenido para con Aiden, quién no paraba de reprocharles, una y otra vez, el hecho de que se habían comportado de esa manera pagando los gastos de hospital y de internación, solamente para que no tuvieran una denuncia. Eros se coloca un poco más recto en la silla, prestando atención a cada una de sus palabras, y prediciendo para sus adentros que esto no era una historia con final feliz, y que de la misma manera que él había podido llegar a deducir que Lola y sus hermanos venían de una familia muy humilde, se daba cuenta de qué, probablemente, era mucho más que humildes. —En resumidas cuentas, un día tuve que tomar las riendas del asunto, porque ellos se fueron, desaparecieron y tiempo después tuve que demostrar a servicios sociales que podía hacerme cargo de mis dos hermanos menores teniendo tan sólo 18 años. Y si me lo preguntas al día de hoy no tengo ni la menor idea de cómo hice en ese entonces para ponerme a trabajar en ese lugar.— Sonríe recordando aquel momento. y no sonríe con rabia, ni bronca, lo hace con melancolía, recordando y agradeciendo a sus amigos, quienes estuvieron a su lado, a pesar de ser tan sólo tres personas, para poder ayudarla y en el lapso de una semana y media poner el lugar en condiciones, medianamente estables, para poder recibir a sus clientes. Esperando que no fueran los de siempre, y que su público fuera cambiando con el correr del tiempo poco a poco. —Tuve amigos que me ayudaron, padres de amigos que donaron pintura y máquinas lijadoras, con las que pudimos barnizar las sillas, darles una nueva vida, limpiar la cocina y cada lugar putrefacto de ese lugar que se encontraba sin condiciones de higiene.— Comenta parpadeando. Eros se remueve incómodo en su asiento. —Eso es verdaderamente increíble, y sé que lo estás contando con orgullo, pero lamento que hayas tenido que pasar por eso, porque ningún niño de esa edad merece pasar por algo así.— Murmura, queriendo ocultar el nudo en su garganta que se le escapa. Lola infla su pecho con orgullo. —Estoy satisfecha con todo lo que logré, y más aún, en poder demostrar que podía tener la custodia de mis hermanos, y que no era necesario que por una mala experiencia de unos padres que no querían ser padres, tuviera que romperse la unión que nosotros tres teníamos.— Argumenta haciendo una mueca con sus labios. Eros asiente. —Volverias a hacerlo por ellos.— Le guiña un ojo comprendiendo a la perfección el rumbo que estaba tomando la conversación por parte de la rubia. Lola sonríe y asiente al mismo tiempo dándole la razón. —Si, es mi familia, y es lo único que tengo, y si les puedo inculcar que la unión es lo más importante lo voy a seguir haciendo una y otra vez, a pesar de que hay veces en las que me encuentro cansada y que quisiera aceptar la ayuda de Aiden con los brazos abiertos, sé que le estoy dando un buen consejo y ante todo un buen ejemplo.— Murmura acariciando los cabellos del pequeño. —¿Y cómo es que surgió lo de la cafetería?— Le guiña un ojo queriendo empezar a embarcar la conversación para un lado un poco más alegre y productivo. No tenía que hacer un genio para darse cuenta de que Lola no estaba cómoda con el tema puntual en el que se estaba hablando, y que había tenido que interiorizarse un poco en hacer esa pequeña introducción para que Eros pudiera entender de dónde es que ella venía, y por qué es que se hacía cargo de ese lugar siendo tan joven. —La mamá de una compañera de la secundaria me ayudaba por las tardes dándome trabajo, y esa era la manera en la que yo podía llevar algo de comida a casa sin que mis padres se gastaran todo su dinero en drogas.— Murmura inflando su pecho y colocando los ojos en blanco. No hacía falta aclarar que estaba hablando en voz baja la mayoría del tiempo, por temor a que Demian pudiera llegar a escuchar algo.
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