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2045 Words
Eros asiente en silencio dejando que ella hable y siga contando su historia, parece estar absolutamente obnubilado por su presencia y ahora que le estaba contando un poco de su vida, aquello se volvía cada vez más intenso minuto a minuto. — Aprendí el oficio de la panadería, que es el emprendimiento que ellos tenían, y luego fui teniendo la posibilidad de abrirme hacia lo que era la pastelería.— Continúa haciendo una mueca con su rostro. Eros sonríe levemente teniendo la vaga impresión de a lo que se quiere referir, y es por eso que se da el tupé de responder. —Tenias una vaga idea en tu cabeza de lo que se avecinaba.— Comenta temeroso de que ese no fuera el punto en cuestión. Lola sonríe mostrando su blanca y perfecta dentadura, lo que hace que él también sonría de la misma manera al haber tenido esa conexión, y haber podido comprender, tan solo con unas pocas palabras o con ver sus gestos a dónde es que Lola estaba apuntando en aquella conversación de la historia. —El final de ellos era inevitable, y yo era la única persona capaz en esa casa de tener un poco de conciencia en darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor a pesar de tener 16 años, y tener que rebuscarme la forma de poder llevarle alimento a mis hermanos, de poder dejar a Demian en la guardería, y de poder acompañar a Aiden a sus clases e ir a buscarlo y llevarlo conmigo a la panadería en cuanto terminaban mis clases en la secundaria.— Argumenta negando. —Se que lo sabes y que no es necesario que te lo diga, pero creo que sos una mujer increíble.— Sonríe levemente de costado con una gran mueca de orgullo en su rostro. Y a pesar de que la conoce hace tan sólo unas horas, es genuino el comentario que le acaba de hacer y la sensación que tiene de orgullo por parte de ella. Eros es un hombre de negocios que está acostumbrado a que cualquier persona que esté a su alrededor, esté por conveniencia de su apellido. Y de lo que él había logrado también lejos de su apellido. Y que ahora mismo hubiera una persona que le estaba contando un pedazo bastante duro y complicado de su vida de una forma tan liviana y con aquella expectativa de seguir avanzando y de no quedarse atascado, la verdad es que le daba la pauta de que tenía que ponerse de pie y aplaudir porque ese es el estilo de vida que él quería inculcar en cada uno de sus empleados, en cada una de sus amistades, y más aún en su hermano. No había que quedarse en el molde si las cosas no resultaban cómo uno lo esperaba. Había que avanzar y seguir adelante. Y Lola era el claro ejemplo de lo que él quería ver representado en las personas que tenía a su alrededor, no había que ser un experto en lectura corporal para saber que había mucho más detrás de lo que ella no estaba queriendo contar, y que estaba haciendo lo más delicada posible al contar su historia, que parecía ser mucho más dura y trágica de lo que quería ser. Y eso era otro signo de admiración para con ella. —No creo que seas de la clase de personas que le gusta que la adulen, pero me parece que te mereces que alguien lo haga, y sé que tus hermanos lo hacen, y ahora entiendo mucho más por qué se puso de esa manera cuándo te atropellamos.— Señala con una media sonrisa en su rostro hacia la puerta. Refiriéndose a Aiden. Lola baja la mirada mordiendo su labio inferior, queriendo aguantar las lágrimas que quieran salir por sus labios, y haciendo un excelente esfuerzo porque las mismas no salgan. —Me gusta lo que hago, y me gusta haber podido lograrlo con mis propias manos, sé que muchos de mis amigos me siguen juzgando y diciendo que tengo que ocuparme de mí, y hasta mi mismo hermano me lo dice y es por eso que quiere trabajar y ayudarme y no se lo permito, a menos que sea algo realmente que me exceda.— Suspira parpadeando y mirando a su alrededor. —Pero me gusta lo que hago, me gané mi lugar en esa cafetería, mantengo nuestro techo, les puedo dar tres platos de comida caliente al día y eso es más que suficiente para mí, además de estar presente para ellos e inculcarles que nunca se tienen que dar por vencidos.— Parpadea subiendo sus hombros. Eros se mueve ligeramente hacia ella acariciando su mejilla, para borrar una lágrima inexistente de la misma, siendo un acto que toma por sorpresa a la rubia, en el que no puede alejarse de manera involuntaria, al sentir el tacto y el roce de la mano de Eros sobre su piel. —Sos hermosa, y ahora mucho más.— Comenta observándola desde tan corta distancia. Queriendo besarla, y no sabiendo por qué tenía ese impulso involuntario de unir sus labios de un momento al otro, pero una pequeña parte, y probablemente la más racional de su cerebro, le daba la pauta de que no tenía que hacerlo en estos momentos. Lo más seguro es que la espantaría y haría todo el momento mucho más incómodo, sin mencionar que Lola seguía teniendo a su hermano menor en su regazo, y aquello sería algo verdaderamente cínico por parte de Eros. No obstante, estaba dejando más que en claro que se moría de ganas de besarla, al finalizar el recorrido de la yema de su dedo en uno de sus labios. —Me gustan las mujeres fuertes, y creo que no estoy mintiendo si es la primera vez que tengo una frente a mis ojos.— Sonríe levemente coqueto, alejándose poco a poco de su piel. Sintiendo cómo sus manos tamborillean y queman ante la necesidad de seguir tocando aquella capa fina de porcelana. Lola toma aire, en un pequeño jadeo. Se había quedado sin respiración ante todos esos gestos y comentarios que Eros había tenido para con ella en tan sólo segundos. Y lo peor de todo, para su parecer, es que le había gustado aquel tacto y no quería que él se alejara de su cuerpo, llevándola a pensar que se sentía sucia al estar pensando de esa manera. —Las personas fuertes suelen ser atractivas.— Susurra no teniendo ni la menor idea de desde dónde es que sacó el valor para decir aquello, pensando al revés de lo que Eros estaba queriendo decirle. Lola se lo está diciendo porque para ella, él es una persona atractiva por lo fuerte que es. Y vino justo cómo anillo al dedo para el comentario que Eros le había hecho hace instantes. Él no hace más que sonreír pasando una mano por la comisura de sus propios labios, sintiendo su mandíbula apretada y todavía aquella sensación de cosquilleo en sus dedos. —Coincido.— Responde ronco. Lola parpadea habiéndose quedado sin habla, y agradece a todos los dioses el hecho de que unos nudillos golpeen contra la puerta de la habitación en la cual se está hospedando en estos momentos. Incluso, el aire sale levemente de sus pulmones al sentir el alivio de no estar mirándose a los ojos el uno con el otro, de aquella forma tan profunda que parecía desnudarlos. Volviendo a tener que ser sincera para con ella misma y admitir que no es que se sentía incómoda, sino que era todo lo contrario, y todavía seguía creyendo que no tenía posibilidad de disfrutar de la vida de esa forma. Eros se pone de pie inmediatamente la puerta se abre, dejando ver al hermano de la rubia detrás de la misma. —¿Terminaste?— Cuestiona de mala manera mirando a Eros. El mismo asiente apretando sus labios, no sin antes haberse dado media vuelta para echarle un vistazo a Lola. —Si, es toda tuya.— Señala con una de sus manos hacia la silla en la que él estaba ubicado hace instantes. Aiden ingresa a la habitación con un suspiro que no pasa por desapercibido por ninguno de los dos presentes y despiertos, además de que Eros no puede hacer más que observar que todavía sigue con la misma prenda que había concurrido a la clínica, no habiendo aceptado ni una sola de las bolsas que contenían camperas de abrigo y chalecos que le había dejado en la habitación continua. —¿Y te vas a quedar ahí parado para ver cómo hablo con mi hermana o te vas a ir?— arruga su entrecejo al preguntar aquello. Lola alza su vista hacia su hermano menor y lo regaña de forma inmediata. —¡Aiden!— Se queja colocando sus ojos en blanco. Eros suelta una pequeña sonrisa tomando su mochila y negando con la cabeza, más que nada en dirección a la rubia para que no se preocupe por aquel comentario, ya que entienda la perfección cómo es que el hermano de ella está reaccionando y por qué. —Si, iré a trabajar un poco en el pasillo y buscaré algo que podamos desayunar.— Comenta observando su reloj pulsera, para darles a entender a todos de que ya es próximo al amanecer. Aiden maldice pasando una mano por su nuca. —No es necesario que te quedes hasta que le den el alta, yo con que yo me encuentre a su disposición es más que suficiente.— Le regala una mirada de arriba a abajo con impotencia y frustración. Eros asiente apretando sus labios. —Entiendo que no me quieras acá, pero me voy a quedar hasta que le den el alta a tu hermana y los voy a llevar hasta su casa, queda en vos pasar las últimas ocho horas queriendo lanzarme dagas por los ojos o que encontremos la manera de hacer esto más llevadero.— Le guiña un ojo. Y luego hace una pequeña mueca de saludo hacia Lola, dejando con la palabra en la boca a Aiden, quién no hace más que pasar una mano por el puente de su nariz demostrando la gran frustración que carga en estos momentos en toda su cabeza y cuerpo, finalmente para tomar asiento cuando la puerta de la habitación queda cerrada dejando a los tres hermanos dentro de la misma. —¡Maldito idiota!— Sisea volviendo a pasar una mano por todo su rostro. Lola mueve su cabeza hacia un costado para volverle a reprochar de que no está bien la forma en la que se está comportando. —¡No me mires así!— Exclama. —¡No estoy diciendo nada que no sea coma Y sabes perfectamente que ese accidente pudo haber sido mucho más grave si ellos iban a una velocidad mucho más fuerte, y no estarías ahora mirándome con esa cara de reprobación, si no que estaríamos nosotros dos solos llorando!— Señala a Demian. Lola entre abre sus labios pasando su mano libre por uno de sus ojos. —Pero eso no pasó y yo me encuentro en perfectas condiciones sacando de lado que tenemos que estar un rato más en esta clínica.— Sonríe con dulzura y le habla de la misma manera que siempre intenta hablarle para que el menor entienda que no tiene que hacerse problema por cosas que tienen solución. Aiden vuelve a negar, y a pesar de que contiene las palabras en su garganta, se toma unos instantes para alzar a demian del cuerpo de Lola, y colocarlo sobre su regazo, permitiéndole de esta manera poder estirarse a la rubia y que pueda encontrar un poco más de comodidad en la posición en la que se encuentra. Ella sólo lo observa, y no puede evitar esbozar una pequeña sonrisa de orgullo al ver cómo se comporta para con Ee pequeño. —Lamento haberte asustado de esta manera.— muerde su labio inferior creyendo que es el momento perfecto para pedir disculpas. Ya qué nInguno de los dos había podido hablar con tranquilidad en cuanto se quedaron a solas la primera vez, debido a que Demian había acaparado toda la atención de su hermana.
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