—¡¡¿Que carajo pasó Emma?!!— Aiden se mueve de lado a lado arqueando sus cejas. —¡Esto es tan absurdo!— Maldice entre dientes.
Sabía qué se estaba comportando cómo un completo histerico, a pesar de estar hablando con el mismo y saber que nadie le iba a responder, pero no podía hacer otra cosa al respecto.
Se regaña mentalmente al saber que está gritando y alzando el tono de voz sin ningún sentido. Siendo que eso no es para nada correcto hacia Demian. —¡Sólo tenías qué avísame cuándo estuvieras cerrando, vos y tu maldita manía de querer protegerme!— Insiste negando.
Se toma unos segundos para apoyarse en la mesada de su pequeña cocina llevando ambas manos hacia su cabello...
Es más qué claro qué no puede comportarse de esa manera teniendo en cuenta que están próximos a pasarlos a buscar.
No si quiere ser él, quién se ponga en el papel de hermano mayor y pueda ocuparse de lo qué está sucediendo con Lola, además de llevarse la parte de darle un bien regaño por no haberlo llamado a él en el horario de cierre.
—¡Mente fría, mente fría, Aiden, necesitas tener la mente fría ahora!— Niega con la cabeza y se muestra completamente ofuscado.
Tenía todo el derecho de maldecir por la cada, pero que al mismo tiempo no estaba bien que hiciera eso delante de Demian, por más que el mismo estuviera dormido, pero no se encontraba dentro de sus cabales para mantener los modos y las formas.
La llamada había venido hacía él cómo un terrible balde de agua fría y no podía hacer nada al respecto para evitar sentirse así de frustrado.
Es poco el tiempo que necesita para poder concentrarse en lo que de verdad importa y es por eso mismo que choca sus manos entre sí, mientras que piensa todo lo que tiene que hacer en voz alta.
—¡Demian, cambio de planes, tenemos qué salir!— Lo llama, esperando qué lo escuche.
No pudiendo deducidar en estos momentos que no es la forma de hablarle a un niño de seis años.
—Hay que abrigarte, Demian, nos pasará a buscar el auto en cualquier momento.— Relame sus labios yendo hacia la habitación que comparten los dos.
No puede dejar de pensar en todas esas preguntas que se le habían quedado atragantadas en la garganta en cuánto escuchó la voz de ese desconocido contándole que había tenido un accidente su hermana mayor.
—"¿¡Que!? ¡¿Que clase de accidente?!"— Revive aquellas palabras en su mente una y otra vez.
Además de todas las especulaciones qué había tenido que aguantar en una milésima de segundos al no escuchar con anterioridad del accidente, llevándolo a pensar en qué alguíen le estaba haciendo daño a su hermana adrede o algún borracho pasado de copas se había querido propasar con ella.
No esperando, jamás, qué le dijeran qué había sufrido un accidente automovilístico.
—¡Vamos, Demian!— Camina tan rápido que logra que Demian se levante achinando sus ojos y mostrando todos sus cachetes colorados del calor.
—¿Lola?— Cuestiona parpadeando.
Aiden traga saliva. —¡Vamos a buscar a Lola, enano!— Explica quitándose encima el cabello cayendo por sus ojos.
Se coloca rápidamente unas zapatillas, ya que estaba vestido con unos pantalones de jogger y una sudadera negra del mismo color.
—"¡¿El imbécil la atropelló y encima me llama preguntando si yo soy Aiden?! ¡¿Pero qué carajos!?"— Se queja en su cabeza levantando a Demian.
—¿Ella está bien?— Hace una mueca triste con sus labios.
Aiden aprieta los suyos y mira al pequeño encontrando la la forma en su mirada de llevarle tranquilidad.
—Ella va a estar bien, enano, sólo tenemos que ir a buscarla porque se lastimó, pero no es nada grave, tenemos qué esperar a verla y portarnos bien, es lo único que importa. ¿Si?— Pide mirando a su hermanito pequeño.
Aiden lo deja en la cama y le coloca las únicas zapatillas de abrojo que tiene, cuándo finaliza con sus pies, lo abriga con su campera. —¡Necesito qué me ayudes, Demian!— Insiste al no ver respuesta de su parte.
—¿En qué vamos a ir?— Cuestiona preocupado, entre balbuceos y cómo puede.
Incluso le había costado reconocer lo que Aiden quería decirle. Y peor aún estando recién despierto.
—Un auto vendrá por nosotros, Demian, iremos y volverémos rápido con Lola...— Explica tomandolo en sus brazos nuevamente.
Su hermanito se despierta por completo con un llanto incontrolable que Aiden no comprende porque ahora se pone así y que le sucede el mismo.
—¡Ey campeón, tranquilo... No tengas miedo, estamos juntos, y ya te dije qué nada malo pasó!— Le sonríe.
—¡Lola! ¿Donde está Lola, aiiiden?— Exclama aturdido.
Aiden traga saliva al escuchar su llanto.
Y por más que dice incontables palabras para que se quede tranquilo y se relaje es imposible lograr eso en su hermano pequeño, dándose cuenta qué con anterioridad no le estaba haciendo caso, y sólo estaba hablando, prácticamente, dormido.
—Vamos con Lola, enano, está todo bien, no llores, Lola está bien, te lo aseguro y lo vas a ver vos mismo.— Promete guiñándole un ojo.
El pequeño lo mira moviendo su cabeza a un costado intentando creerle. —¿Por qué ella no está acá?— Hace un puchero y toca sus cachetes.—¡No lo entiendo!— Insiste entre llantos.
—Porque vamos a buscarla nosotros a ella. Así podemos estar mucho más rápido todos juntos.— Sonríe con una mueca triste.
Cierra los ojos suspirando y se da media vuelta controlando que todo se encuentre apagado en la casa.
Más precisamente controla que el gas esté cerrado, apaga las luces y la televisión que ambos estaban viendo en el comedor mientras esperaban a su hermana.