El tiempo en la clínica parecía no pasar, mientras que la incomodidad en el rostro de Erick se hacía cada vez más notoria.
Estaba ansioso, preocupado, molesto e inquieto, no quería que dicho accidente llegará a manos de su madre, la misma tenía poder a todos lados dónde iba y siempre se enteraba de las cosas en el momento exacto.
Incluso, si fuera de madrugada.
Y a pesar de qué Eros siempre lo protegiera, tenía más que en claro que su madre detectaría inmediatamente qué Erick era incapaz de mentir sobre aquello, dejándose a él mismo en descubierto.
—Dejá de mover tu pie así, pareces culpable de algo que no hiciste.— Eros lo regaña colocando sus ojos en blanco.
Erick hace una mueca con sus labios y niega con la cabeza.
Esta asustado, y no quería seguir cargando a su hermano mayor de sus problemas, debido a qué, justamente eran sus problemas, por más que en esta ocasión fuera la chica la que cruzo sin ver y mal, eso no quitaba que lo pudieran culpar en un juicio, y verdaderamente no le importaba sí debía de pagar una multa o perdía dicho juicio, porque sabía perfectamente que su madre le haría su propio escarmiento al llegar a la soledad de su hogar.
Todo se trataba del miedo qué le generaban las acciones y retos de Rebecca, quién siempre tenía que tener la imagen perfecta de su familia.
—¡No puedo dejar de pensar en lo que va a pasar si Rebecca se entera de esto!— Sonríe cínico.
Dándole a entender que no había nada que le pudiera decir para que él no estuviera nervioso de la manera en la que ya lo estaba.
Eros sonríe, de igual manera que lo había hecho su hermano, pero en realidad restándole importancia.
No le tenía ni una sola pizca de miedo a su madre, menos que menos se iba a preocupar porque ella se enterara de lo que había ocurrido, en el peor de los casos de ser de ese modo, se haría absolutamente responsable de los hechos y aseguraría que su madre dejara a su hermano en paz.
—No pienses en eso, Erick, es sólo basura, estarás bien.— Sisea. —Ademas de qué no ayuda en nada a tu cabeza.— Agrega achinando sus ojos.
Erick abre sus labios para responder, pero antes de poder hacerlo es interrumpido.
—¿Familiares de la chica ingresada por la colisión?— Llaman a su izquierda.
Tanto Erick cómo Eros se levantan.
Erick pasando ambas manos transpiradas de los nervios por su pantalón. Mientras que su hermano mayor, ante el llamado del doctor se muestra con la barbilla en alto y serio.
—Están en camino, nosotros la trajimos.— Explica Eros manteniéndose igual de relajado y serio que al principio...
El médico los observa con algo de recelo, luego termina asintiendo con la cabeza para darles el primer parte médico.
De alguna manera ellos eran los que se habían quedado para saber cómo estaba el paradero de la chica y es justamente por eso que tenía que decírselo a alguien.
—En cuanto llegue su familia seguramente querrán hablar con usted, pero necesitamos decirle cómo se encuentra ella y nosotros también queremos saber.— Quién habla es Erick.
Siendo gran eco de todo su nerviosismo.
Eros suspira.
Qué su hermano menor fuera un manojo de nervios no ayudaba en nada.
—Lo imaginé...— Responde mirando su hoja. —Tengo muy buenas noticias sobre la paciente, solamente sufrió algunos raspones y golpes, pero es necesario que se quede en observación hasta el día de mañana y que la mantengamos despierta por alguna posible contusión en el cráneo.— Explica de manera profesional leyendo todavía su planilla.
Eros, es quién pasa ambas manos por su rostro y asiente, luego de haber comprendido todo el mensaje.
—Está bien, tienen nuestra tarjeta de seguro social y cubriremos todos tus gastos, no hay problema por la internación, queremos que cuente con todos los servicios.— Eros asegura, mientras que su hermano asiente detrás de él.
El médico asiente.
—Estaré a su disposición cuándo la familia llegue, mientras tanto les comento a ustedes, siendo que son los únicos que están aquí con ella que la vamos a pasar a una habitación del tercer piso, una enfermera vendrá a decirles el número y cuándo pueden pasar a verla.— Finaliza estrechando las manos con ambos antes de retirarse.
Erick sonríe aliviado, y su hermano mayor lo hace también, pero más que nada por su hermano menor, ya qué creía que en cualquier momento explotaría de ansiedad.
—No te das una idea de cuánto lamento que estés pasando por esto. Soy un imbécil, no preste atención.— Relame sus labios negando con la cabeza.
Eros lo mira arqueando sus cejas. —Los accidentes pasan, lo importante es que ella está bien, luego resolveremos lo demás, Erick.— Responde con una mueca.
Erick asiente reiteradas veces, luego suspira mirando hacía ambos lados preocupado porqué alguien reconozca a su hermano mayor. —Ponete esto.— Le pasa su gorra para que no sea reconocido.
Eros sonríe burlón.
Erick solía comportarse de manera demasiado tierna en algunas oportunidades.
—Son las dos de la mañana, nadie va a darse cuenta de quién soy, vos también llevas el mismo apellido, así que lo necesitas también.— Suelta una carcajada al devolverle la gorra a su hermano.
El mismo suspira y niega con la cabeza volviéndose a colocar la gorra a regañadientes.
—Ahí llegaron.— Señala con la cabeza a su custodio, Matías, al cuál le pidieron el favor de ir a buscar la familia de Lola.
Detrás de él vienen dos chicos que llaman notablemente la atención de Eros, porque ninguno de ellos parece ser mayor de edad y ahora comprende un poco más cómo es que reaccionaron ante su llamado.
Y sobre todo, cómo es qué se puso ella al pedir inmediatamente qué no dejarán qué Aiden fuera hacia dónde ella se encontraba.
—Entrega especial.— Los saluda a ambos con un guiño de ojo.
Eros aprieta los labios.
—Gracias por el favor.— Erick se abraza con Matías y este mismo le devuelve el gesto con un guiño de ojo.
—Intente llegar lo más pronto posible.— Hace una mueca con sus labios.
—Gracias por tu discreción, Matías. Hablaremos de esto después.— Eros le estrecha la mano y va hacia los hermanos.
Erick sonríe levemente de costado.
Había pasado ese detalle por alto, y algo tendrían que hacer para sobornar a Matías de que no pase el parte de lo que estaba ocurriendo, ya qué no era una novedad para ninguno de ellos, el hecho de que cualquiera de esos custodios pasaba un pequeño parte hacia su madre.
A pesar de qué ya eran mayores de edad.
—¿Sos quién me llamo?— Aiden lo increpa apenas lo ve llegar hacia ellos.
—Supongo que de los dos, vos debes de ser Aiden.— Traga saliva y el mismo Aiden rueda los ojos.
—¿Estabas drogando cuándo atropellaste a mí hermana?— Se burla arqueando sus cejas.
Eros suspira y cierra los ojos.
Sabe perfectamente que su identidad quedó al descubierto y que al menos uno de los dos hermanos sabe perfectamente quién es y la fama que tiene. Pero el echo de tener dinero, clubes y disfrutar la vida nocturna no lo hacía un drogadicto.
No la mayoría del tiempo, es más en ciertas oportunidades prefería quedar cómo el mujeriego para poder dejar más limpia la imagen de su hermano, cuándo era este último quien realizaba los actos más comentados.
—Yo no conducía, lamento todo esto, tu hermana está bien, recién vino el médico a dar el parte.— Explica mirando al pequeño Demian que lo mira con sorpresa.
No tiene los ojos de ella y se le hace raro que tenga un hijo, ya qué a su parecer luce demasiado joven para un hijo. Y ni siquiera sabe porque está pensando en eso.
—Si, claro.— Rueda los ojos Aiden al responder.
Eros achina sus ojos al no gustarle para nada su actitud para con él, no obstante, se mantiene en silencio sin decir una sola palabra al respecto de dichos comentarios o insinuaciones.
Era un hombre adulto y no le importaba de ninguna manera lo que un crío cómo Aiden pudiera decir.
Además de qué era lo suficientemente inteligente para darse cuenta de que está actuando bajo los impulsos del enojo de haberse enterado que su hermana había sido atropellada, y había estado en riesgo, riesgo del cuál, aún, desconocía, ya qué no tenía ni la menor idea de cómo es que se encontraba la misma.
—Antes qué nada, es importante qué sepas qué me haré cargo de todos los gastos.— Asegura elevando su barbilla.
Aiden vuelve a rodear los ojos. —Como si eso fuera gran cosa, vas a hacer lo que sea para que nadie levante nada en tu contra, o en la contra de tu hermano. Conozco a las personas cómo vos.— Lo mira con desdén.
Reconociendo de inmediato que la persona que hablaba con quién los trajo era su tan rebelde hermano con el que solía salir en los tabloides.