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1843 Words
Aiden coloca sus ojos en blanco. — Es que no se trata de eso.— Bufa acomodando mejor a Demian. Lola sonríe. —Si, se trata de eso, sos mi hermanito y te comportas cómo el mayor y creo qué nunca te digo lo orgullosa que estoy de vos.— Infla su pecho. Aiden clava sus ojos azules en los de ella, al estar sorprendido por lo que le está diciendo, no porque Lola no diga nunca palabras lindas, sino porque esperaba que lo estuviera retando por lo que había sucedido recién con Eros. —¡Es que eso es lo qué no entendés!— Sonríe cínico. —¡Ya no soy más tu hermanito, Lola, crecí, y puedo hacerme responsable de las cosas de la misma manera que vos te haces responsable de todo!— Bufa. Ella suspira, y baja la mirada, teniendo que admitir para sus adentros que está comportándose de una manera verdaderamente adulta, al no explotar, teniendo en cuenta que tiene sobre su regazo a Demian. —¡Y eso es lo que más me enfurece, que no te dejas ayudar, que si yo estaba ahí a la hora de bajar la maldita persiana esto no habría pasado, y no estarías hablando entre risas con un idiota que te está endulzando el oído sólo para no tener qué sufri una demanda!— Escupe cerrando los ojos. Lola traga saliva. No quiere iniciar una discusión en la que todo explote, menos que menos en una clínica. Es por eso que se toma unos instantes para replantearse la forma en la que le va a responder. Analizando el daño que sus palabras pueden llegar a generar, mientras que se toma el tiempo de prestar atención a cada palabra qué Aiden había dicho, y qué por más qué fueran dichas de manera violenta, sabía que lo estaba diciendo desde lo más profundo de su corazón y tan sólo para protegerla. —Yo no estoy dejando que nadie me endulce nada.— Arquea sus cejas en su dirección. Aiden sonríe burlón. —¡Vamos, Lola, ví cómo lo estabas mirando, cualquier mujer cae por un ricachón así, y yo esperaba que fueras lo suficientemente inteligente cómo para darte cuenta de que todo esto es para que no le hagamos una denuncia!— Alza sus manos señalando el lugar. La cierra los ojos. —Aiden, no podemos pretender que podemos desconfiar de todos, o que todas las personas con dinero son iguales.— Comienza levemente. —Se qué estás enojado conmigo por no haberte llamado, y tan sólo esperaba que estuvieras durmiendo para que mañana te pudieras levantar y no te encontrarás cansado.— Susurra tragando saliva. —¡No hago las cosas por una razón, no quiero fastidiarte ni en restarle importancia a la ayuda que me ofreces todos los días, sólo quiero cuidarte, y esa es mi forma de hacerlo, que no tengas qué trabajar a tan corta edad, qué puedas darte el gusto de estar con tus amigos luego del colegio y qué no todos te señala en cómo el hermano qué ayuda a su familia, y cómo te digo esto, te puedo asegurar que hay personas que hacen las cosas porque les nace del corazón, y puede que no lo creas de ese modo, pero esos dos hermanos no están acá por la denuncia policial, sólo están siendo gentiles!— Finaliza. Él sonríe negando. —Lola, no me importa ser ese hermano que ayuda, vos lo fuiste siempre y yo estoy más qué orgulloso de vos, de la misma manera que espero que algún día estés orgulloso de mí, pero no por cómo trato a mi hermanito o por como me ocupo de cuidar la casa y de mantenerlo limpio y bañado cuándo vos no podés, quiero qué estés orgullosa de mí cuándo me dejes colocar un maldito fajo de billetes en tu mano, cuándo no te enojes cuándo me ves pintando la cocina y me preguntas dónde salió el dinero para esa pintura.— Sisea. Ella abre sus labios y los vuelve a cerrar, y a pesar de que quiere responder de forma inmediata a su respuesta, Aiden se lo prohíbe envolviendo a tomar el mando de voz. —¡Y lamento que seas tan ilusa cómo para creer que ellos no tienen otra cosa en mente que no sea no obtener una denuncia!— Agrega maldicioso. —¡Su familia flota en dinero, desde los muertos, hasta los qué aún no nacieron!— Se carajea. Lola arruga su entrecejo. No le parece apropiado esa forma de hablar y de dirigirse hacia los hermanos Massim, menos sabiendo lo mucho que ellos habían estado haciendo durante estas últimas horas para que estuviera en un buen lugar hospitalizada, a pesar de qué para Aiden había sido culpa de ellos, y para Lola había sido su propia culpa por no haber prestado atención para dónde cruzaba. —¡Aiden, ya hasta con este tema!— Pide echando su cabeza hacia atrás... —¡En ocho horas no podremos ir a casa y todo esto será una tonta experiencia que contaremos más adelante entre risas!— Pide subiendo sus hombros. Aiden maldice acomodando mejor a Demian. Y la rabia se vuelve a incrementar en su cuerpo cuándo reconoce las prendas qué tiene puestas, no era su campera, era la campera que Eros había sacado de la bolsa. Reduciendo su increíble etiqueta costosa y qué era un maldito producto oficial. —¡Son el imperio Massim, Lola, su madre es una maldita reina de la monarquía y cuándo eso se abolió ellos quedaron en lo más alto de las familias fundadoras!— Sisea para que se de cuenta de dónde es qué está parada. Entendía y reconocía que su hermana mayor no estaba para perder el tiempo con el chimiento y el cotilleo cotidiano, pero no podía creer que no reconociera a simple vista ese nombre y ese apellido tan importante que había acarreado por los siglos de los siglos a decenas de familiares arraigados a toda esa historia y a esos clanes multimillonarios. Lola parpadea, esperaba cualquier tipo de información, a excepción de esa sobre la familia de Eros, no obstante, tampoco es que le parecía que él estuviera muy involucrado en los negocios familiares o en cómo es que su madre, ahora sabiendo quién era, quería quería qué fueran las cosas. —¿Y qué vengan de una familia real o fundadora te da derecho a que los estemos juzgando?— Sonríe incrédula. Aiden se desinfla en su asiento cerrando los ojos y queriéndose golpear su propia cabeza contra el cemento. Todo lo que había dicho no había sido suficiente como para que su hermana creyera que tenía que desconfiar de ellos, y que no todo era color de rosas como se los habían estado planteando durante estas últimas horas en la clínica. —Lola, son maldito imperio, lo manejan todo, y estoy seguro de que cualquier cosa que te haya dicho es mentira con tal de haberte querido envolver sus palabras.— Bufa burlón. —¿Estás al tanto de que la persona que te atropelló fue el menor de ellos, verdad?— Sonríe cínico. Lola asiente suspirando. —Lo sé, Aiden. El mismo Erick habló conmigo y me pidió disculpas.— Explica sin más. Aiden suelta una carcajada sin siquiera preocuparse decía que ella podía llegar a despertar a Demian, para fortuna de los tres eso no sucedió. —¡El mayor está poniendo la cara por el menor, porque es más que claro que tiene mucho poder de persuasión sobre su madre para que ese tal Erick no caiga en problemas por haber estado manejando ebrio!— Arquea sus cejas. —¡Además de qué ambos tienen un portuario demasiado extenso en salidas nocturnas, sustancias y cualquier tipo de distracción que te puedas llegar a imaginar!— Agrega esperando que sus palabras tengan algún impacto en la rubia. Lola parpadea. No puede llegar a comprender en su cabeza si es que se siente obnubilada por todo lo que Eros le había estado mostrando, o por cómo es que él se había comportado para con ella. Qué no puede prestar atención a lo que Aiden le está diciendo, por más que sabe que se lo está diciendo tan solo para protegerla. —¿Y eso te da derecho a juzgar?— Frunce sus labios. —¡No todas las personas son iguales a sus padres, Aiden!— Murmura bajando la mirada... —Crei que eso era algo que tenías más que en claro.— Mueve su cabeza delicadamente de costado. Aiden aprieta su mandíbula con enojo. No es a lo qué quería llegar, pero Lola Siempre tenía la palabra justa para dejarlo callado, y en esta oportunidad había funcionado a la perfección. —Lola.— Traga saliva llamándola. —¡No quiero qué te envuelvan en palabras bonitas, tuviste suerte y quiero qué tengas eso en claro!— La observa a detalle. Y ella no hace más qué inflar su pecho y asentir. —Se qué tendría qué haber prestado atención, y es por eso qué te pedí disculpas, y no porqué me hayan caído bien, o haya compartido unas palabras para con ellos o para con el mayor, haciendo que parece ser el que más te incomoda, me voy a casar con esa familia o los vamos a seguir viendo cuando salgamos de esta clínica.— Argumenta subiendo sus hombros. Y una sensación de tranquilidad se ajusta sobre la espalda de Aiden, reconociendo que no todas sus palabras habían sido en vano. —Solo quiero qué me dejes ayudarte, y espero qué esto lo puedas tomar cómo una lección.— Frunce sus labios. Lola sonríe débilmente. —En tus vacaciones de verano.— Lo mira divertida. Aiden niega. —En las tardes, en las noches, no seas cabeza dura, por favor, tengo 17 años, no soy un crio, se lo qué es tener relaciones sexuales, beber alcohol y no me voy a convertir en el diablo por servirle bebidas a unos borrachos.— Argumenta burlón. Su hermana hace una mueca de asco ante su comentario, y no pueden evitar soltar una carcajada al unísono. —No puedo dejar qué un menor trabaje en el bar, y lo sabes.— Hace un puchero con sus labios. Aiden maldice cerrando los ojos. —¡Entonces déjame qué me ocupe de la casa, que consiga lo qué nos hace falta, y te ayude en las horneadas y lo qué necesites!— Insiste queriendo llegar a un acuerdo. Y estando más que consciente de que este era el momento justo en el que debía de meter presión sobre su hermana mayor. Siendo la mejor manera en la que ella se daría cuenta de qué estaba creciendo, y qué podía ser responsable. Lola traga saliva. —Quizas pueda dejar qué me ayudes.— Murmura teniéndolo qué pensar. Queriendo calmar a la fiera, para darle una respuesta que lo convenciera por completo, para que no siguiera insistiendo con el tema. Aiden sonríe de costado maldicioso.
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