—¿Ya lo sabe, verdad?— Maldice mordiendo su labio inferior. —¡Estoy muerto!— Brama cerrando los ojos.
—Se qué es algo que no digo a menudo, pero deberías de calmarte.— Señala el lugar con perspicacia.
—¡No puedo calmarme si la loca de mamá ya sabe lo que hice!— Bufa colocando sus ojos en blanco.
—¡Me hice responsable de todo, y no hay manera de que vayas a quedar pegado en esto, tenés mi palabra y te lo dije cuándo llegamos!— Explica subiendo sus hombros.
—¡No necesito que todo el tiempo me estés protegiendo, además es cuestión de tiempo para que ella me vea y sepa que estoy mintiendo!— Se queja alarmado.
—¡Y para eso es la coartada que vamos a armar en el departamento en cuanto todo esto termine, y más te vale seguir al pie de la letra cada una de las palabras que te voy a obligar a que te aprendas de memoria!— Sonríe cínico en su dirección.
Erick traga saliva aterrado ante el hecho de que su hermano se pueda llegar a enojar si llega a cometer una sola equivocación.
—No tenías qué hacerlo.— Bufa bajando la mirada.
No sintiéndose merecedor de que lo ayuden de la forma en la que siempre lo hacía.
—¡¿Y qué haremos si ellos quieren poner una demanda?!— Indaga inflando su pecho.
Eros sonríe mordiendo su labio inferior.
En en ciertos aspectos Eric se parecía demasiado a su madre cuándo en lo que hacía por completo, y no podía evitar que aquello le causara suficiente ternura cómo para comparar a ambos, ya qué se había imaginado a su madre haciendo las mismas morisquetas en cuanto su llamada finalizó.
—¡Eso no sucederá, me ocuparé de todo!— Insiste.
—Pero.— Traga saliva.
Eros sonríe, apoyando una mano sobre su hombro para llevarle tranquilidad. —Olvidate de Rebecca, y anda a casa, Erick, es demasiado tarde y necesitas descansar, suficiente que te hayas quedado conmigo y me hayas ayudado con todo esto, cuándo despiertes hablaremos de lo que tenés que decir.— Pide señalando con la cabeza hacía la calle.
Su hermano menor sonríe de la misma manera qué lo había hecho Eros.
—No me voy a ningún lado hasta que vos no te vayas, y por lo que tengo entendido no vas a irte hasta que la rubia salga dada de alta.— Arquea sus cejas en su dirección, dejándole más que en claro que sabe lo que está pensando en estos momentos.
El mayor sonríe.
Y no hace más que optar por tomar asiento en el mismo lugar dónde habían estado esperando minutos atrás, esperando que su hermano mayor también tome asiento junto a él.
—Tengo qué hacerlo, Erick.— Infla su pecho.
Intentando encontrar las palabras adecuadas para poder explicar por qué es que necesitaba quedarse allí.
Su hermano asiente, finalmente tomando asiento a su lado. —Lo sé, y es por eso que me siento más cercano a vos que a todo el resto de nuestra familia, porque siempre haces lo correcto, sin importar cómo es que eso pueda llegar a afectar en la imagen familiar perfecta que nos obligan a dar.— Coloca sus ojos en blanco al finalizar sus palabras.
Eros hace una pequeña mueca con sus labios, mientras que pasa una mano por la comisura de los mismos de manera pensativa.
Siempre las conversaciones telefónicas para con su madre terminaban de la misma manera, y no es que aquello le dejara pensando sobre qué podría haber dicho para silenciar sus gritos y amenazas, no obstante, tenía que volver a pensar una y otra vez cómo es que había finalizado aquella conversación, para que al día siguiente, cuándo tuviera que encontrarse con esa cara a cara pudieran dar lo mejor de él para no involucrar a Erick en todo aquello, y dejarle más que en claro a su madre que había sido pura y exclusivamente su responsabilidad.
—Si.— Susurra pensativo.
Las palabras que acababa de decir su hermano menor eran justamente lo que estaba pasando por su cabeza, y lo que él estaba haciendo para protegerlo.
Y es por eso que le causaba cierta curiosidad que el menor pudiera llegar a conocer cada una de las facetas de su personalidad, y cómo es que podía llegar a actuar o reaccionar en dichos eventos.
—Yo... Haría lo que fuera para que no tengas que pasar por todo lo que yo pasé con Rebecca, y no es que lo hago porque creo que seas débil lo que no puedas hacerlo por vos mismo, es que yo hubiera esperado que alguien lo hiciera por mí, y no quiero que estés en mis zapatos o que tengas que vivir lo que yo viví bajo toda esa opresión.— Agrega mirando al frente.
No eran de muchas palabras, pero sí la suficiente cómo para hacerse entender el uno al otro qué no había forma de que se soltaran la mano.
Eros y Erick iban de la mano en lo que tenía que ver a enfrentarse a su familia, y no lo hacía porque eran rebeldes, lo hacían porque creían que era lo más justo, y por qué esa era la forma en la que ellos tenían de manejarse desde que tenían uso de razón y memoria.
—Se qué lo que estás haciendo por mí es realmente grande, y como siempre no tengo palabras para agradecerte, aúnque, entiendo porque lo haces y lamento que hayas tenido que pasar por todo eso para tener una relación que hoy tenés con mamá.— Lo mira con una mueca de melancolía en sus labios.
Por más que tuvieran toda la fortuna del mundo y todo ese imperio atrás de ellos, eso no significaba que fueran una familia perfecta, cómo su madre necesitaba estar aparentando todo el tiempo, incluso, era todo lo contrario y aquello era lo que más impotencia le generaba al menor.
Eros apoya, a modo de ánimos, una de sus manos en la pierna de su hermano y luego la quita. —Nadie elige a los padres que le tocan, pero sí me alegra el hermano que me tocó.— Puntualiza.
No queriendo darle vueltas al asunto, ya que siempre saldría a defender a Erick, pasará lo qué pasará.
Además de que Erick esta noche había sido quién lo había estado ayudando, gracias a que él había consumido alcohol y alguna que otra sustancia que no le permitía manejar con coherencia. Y el hecho de estar poniendo la cara por el menor era la forma de haberle retribuido que no lo dejara volverse sólo a la propiedad a esas altas horas de la noche, conduciendo sólo su camioneta.
A pesar, de que quizás, no hubiera sufrido ningún accidente y hubiera llegado a la perfección a su torre en el medio de la ciudad, no obstante, eso no es de lo que se estaba fijando Eros a todo momento, sino que se fijaba de las pequeñas actitudes que hacían la diferencia.
Y de cómo Erick siempre estaba a su lado idolatrándolo y queriendo aprender de cada uno de los negocios que hacía el mayor, observándolo con respeto y con admiración.
—¿Y qué hay de la chica?— Señala con la cabeza de forma burlona hacia la habitación en dónde se encuentra Lola y sus hermanos.
Eros traga saliva.
No esperaba esa respuesta, ya que suponía que su hermano continuaría con la conversación para el lado familiar y se mostraría preocupado por la llamada de su madre.
—Ella, no lo sé.— Tuerce sus entrecejo. Y luego alza su vista hacia sus ojos azules y sonríe sin saber verdaderamente que responder.
Erick lo observa divertido. —¿Es linda, verdad?— Canturrea burlón.
Eros tuerce su entrecejo no gustándole en absoluto aquel comentario, esperaba cualquier otra palabra que saliera por los labios, menos un cumplido hacia la rubia.
—¿Ella te parece atractiva?— Cuestiona ronco.
—Si.— Murmura fingiendo algo de desinterés, y solamente queriendo molestar a Eros con su respuesta.
Algo qué logra de forma inmediata, y lo corrobora al chequear los puños en blanco por parte de su hermano sobre sus rodillas, al haber mencionado aquello.
—Bien.— Eros responde con la mandíbula apretada.
Erick suelta una pequeña carcajada y palmea la espalda de su hermano mayor, observando como el mismo mantiene su postura tiesa ante su comentario.
—Pero no es mi tipo, yo soy más de ir atropellando a las personas y vos sos más de ir salvando a las almas que están perdidas.— Le guiña un ojo de forma juguetona.
Eros lo vuelve a observar de forma extraña, pudiendo corroborar que está diciendo la verdad y que solo está bromeando al respecto de que Lola le parece una persona bonita, lo cual tampoco es algo ilógico porque para él es una persona hermosa, por la cuál, no pudo dejar su cabeza en paz durante este último tiempo en el que la conoció.
Y lo último que le faltaba era que a su hermano menor le llegara a gustar, o a traer, dada la circunstancias del poco tiempo en el que se habían conocido, la misma persona que a él, teniendo la mala suerte de que tuviera que hacerse a un costado, ya que era más que obvio, que Eros jamás se interpondría entre una mujer y su hermanito.
—¡De verdad no puedo creer que no te des cuenta que estoy bromeando y que no me gusta!— Admite alzando sus manos de forma obvia.
—¡Sos un idiota!— Bufa colocando sus ojos en blanco y no pudiendo creer cómo cayó en su trampa.
—¡El que es un idiota sos vos, por necesitar escuchar primero mi respuesta antes de admitir que ella esté enloqueció por completo a tan sólo unas pocas horas de conocerla!— Se carajea.
Haciendo que el mayor se quede de brazos cruzados y quieto.