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1445 Words
—Genial, Rebecca.— Eros pasa una mano por el puente de su nariz antes de atender a su madre. La llamada telefónica se hizo presente justo al cerrar la puerta de la habitación qué le había sido concedida a Lola. —Hola, Rebecca.— Murmura observando a su alrededor. Esperaba encontrarse con Erick, y agradece qué su hermano haya salido a dar una vuelta o fumar un cigarrillo, ya qué el mismo no se encontraba en la sala de espera dónde lo había dejado. —¿Por qué ese tono tan frío para con tu madre, si los qué están por salir en los tabloides son ustedes y no yo?— Amenaza con voz ronca. Claramente la habían despertado de madrugada para darle la noticia, y Rebecca no tardó mucho en revisar las r************* de sus hijos para detectar aquel posteo de historia qué ambos habían subido con pocos segundos de diferencia excusando su visita a la famosa clínica. —Lo tengo todo controlado.— Demanda pasando su mano libre por la comisura de sus labios. —Pero no necesitas qué te diga eso, sino estarías presentándote en la clínica para saber qué es lo que sucede.— Agrega burlón. Era demasiado temprano cómo para estar lidiando con el sarcasmo y el mal juicio de su madre y es por eso qué optaba por tratarla de la misma manera. Conociendo cada uno de sus trucos y respuestas pre moldeadas qué la misma tenía para cada uno de sus hijos. —¿Quien manejaba?— Exclama colocando sus ojos en blanco. —No iban con custodia, ellos se quedaron en el club.— Demanda frustrada. Eros suelta una pequeña carcajada. —Y eso es lo qué más te frustra, qué no puedas obtener información sobre lo qué sucedió y qué me tengas qué creer diga lo qué te diga.— Canturrea. Conocía ese juego, y nadie le ganaba cuándo quería hacerle entender a su madre qué no tenía ningún problema en plantarle en su cara las verdades. —¡Eros!— Exclama fuera de si. —¿Quien estaba manejando?— Insiste. —Yo.— Sisea lo más monótono posible. —Y Erick estaba en el asiento del copiloto, dormiría en casa conmigo, por eso es qué me está acompañando.— Puntualiza en su mentira. Su madre no cree la misma, más no tiene cómo justificar qué era el menor quien conducía la camioneta. —¿Y qué es lo qué sucedió?— Desacomoda su cabello y toma un vaso de whisky. Necesitaba algo fuerte para afrontar aquel despertar. —¿No es algo qué ya sabes, acaso?— Murmura de manera filosa. —¡No quieras ponerme bajo investigación, Rebecca, soy adulto, y Erick también lo es por más qué viva en tu techo, lo qué no te da derecho a someterlo a un interrogatorio habiendo yo respondido por ambos.— Aclara. Y está vez su voz sale más firme. Dando una clara advertencia a qué esperaba qué se mantuviera en sus asuntos, porqué sería demasiado fácil enterarse de qué había estado hostigando a su hijo menor. Su madre aprieta sus labios enfurecida por su accionar al responder. —¡Me preocupo por mis hijos, no estoy poniendo a nadie bajo sometimiento o investigación!— Se excusa llevando una mano a su pecho. —¡Rebecca, este es mi asunto, y agradezco qué quieras resolver las cosas a tu manera, pero el poder no es el único que puede resolver algún inconveniente, atropelle a esa chica, y declaré ante la policía!— Arquea sus cejas. Su madre jadea horrorizada. Lo sabía, era el mismo fiscal quién la había llamado apenas llegó la propia demanda qué su hijo había realizado, pero escucharlo de los labios del mismo era algo fuera de sí. —¡Atropellaste a una persona, Eros!— Exclama alzando el tono de voz. Eros pasa una mano por una de sus cejas. —Si, y está en perfectas condiciones, por eso me estoy quedando hasta obtener su alta y estar seguro de qué se puede retirar con su familia.— Explica relajado. Nunca se había ocultado de nada, y estaba arto de qué Rebecca cubriera todo lo que la familia hacía y estaba bien visto, siendo qué para él no era ningún crimen lo qué había sucedido, teniendo en cuenta qué habían tenido la suerte suficiente de qué Lola estuviera en excelentes condiciones y la situación no hubiera pasado a mayores. —¿Te estás escuchando, Eros?— Demanda enfurecida. —¡Debemos hacer un trato con esa gente, pueden venderte a la prensa y aquello puede ser un gran problema hacia tu persona, suponiendo qué eras vos quién manejaba!— Agrega perdiendo los estribos. Su hijo sonríe. —Yo soy quién manejaba, Rebecca, lo tenés escrito en la demanda qué sostenes con tus dedos de manicuría costosa.— Le hace saber. Y ella no hace más qué observar dicho papel en sus manos colocando su cabeza en el respaldo del sillón con frustración. —¡No puedo creer cómo estás tan tranquilo con toda la situación!— Sisea. —¡Esto es un escándalo, Eros, uno de los cuáles siempre suceden cuándo mágicamente estás con tu hermano!— Insiste. Eros chasquea la lengua, su límite de paciencia estaba llegando a su punto culmine y eso significaba qué la conversación terminaría en cualquier instante. —Te puedo asegurar qué ni la chica, ni su familia van a poner ninguna demanda.— Murmura con voz pausada. Su madre arquea sus cejas sin creerle. —¿¡Te pensas qué soy una persona qué se puede creer eso?— Menciona negando una y otra vez. —¡Son Massim, Eros, Massim!— Insiste alzando su mano libre. Eros parpadea suspirando. —Ella no es cómo las personas de las qué te rodeas, Rebecca, la chica no tiene intención de declarar en contra de nadie, es más, fue difícil qué aceptará quedarse en la habitación de la clínica.— Deja en claro. Y ni siquiera necesita hablar de aquello con Lola para saber qué es así. —¿Está todo bien?— Erick lo sorprende con una mueca en sus labios. Eros le hace un gesto con su dedo para qué lo espere, y luego le guiña uno de sus ojos, queriéndole llevar tranquilidad. Su hermano menor, en cambio, muerde su labio inferior y niega, su rostro es completamente pálido, no tiene que ser un genio para saber qué su madre es la qué está del otro lado del teléfono. —¡No necesito qué me trates cómo a un crio, sé cómo lidiar con este tipo de situaciones, se lo qué estoy haciendo y te aseguro qué tu apellido no va a quedar pegado en esto!— Escupe habiendo perdido el control. —¡No quedara pegado porqué me estoy haciendo cargo de qué esa denuncia no exista, y tenes suerte de que las cámaras de vigilancia todavía no estén en funcionamiento, ya qué las pusieron solamente por tu petición del club, y si mal no tengo entendido el accidente fue a pocas cuadras de allí, lo qué no les resultaría difícil a los amarillistas de la prensa hilar aquellas puntas qué estás dejando pasar por alto!— Explica con autosuficiencia. Lo cuál no es nada qué le mueva la aguja a Eros, era adulto, y como bien le había dicho a su madre sabía lo qué estaba haciendo, y más si se trataba de la protección de Erick, algo qué sólo él sabía para sus adentros y qué no admitiría para con ella. —Gracias por todo ese despliegue de información, Rebecca. Estoy por irme de la clínica y quisiera llegar a mi departamento sin escuchar tu voz en mi cabeza, así qué te agradecería qué me llames cuándo algo de gravedad ocurra, o algo qué no pueda manejar aparezca en el radar para qué tengas la facilidad de refregarmelo en la cara, aúnque, déjame decirte qué para eso falta mucho.— Sonríe con autosuficiencia y corta la llamada. Rebecca se queda con la palabra en la boca y el fuego creciendo en su interior, qué sólo aplacaría cuándo viera en persona a su hijo. Por lo que opta por escribir un rápido mensaje hacia él. Para Eros: —"8am en la oficina."— Y aquello es más qué suficiente para dejarle en claro qué no está conforme con su conversación y qué la misma seguirá de persona a persona. Eros infla su pecho, guardando su teléfono celular para fingir qué nada acaba de suceder, encontrándose con la mirada de Erick a modo de súplica por haberlo metido en aquel embrollo.
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