—Permiso.— Eros ingresa a la habitación luego de haber golpeado la misma y que fuera Lola quién le cediera el paso.
—¡Hola, Eros!— Sonríe apretando los labios en una mueca tierna al verlo parado en el marco de la puerta, y con la misma abierta. —¿Está todo bien?— Cuestiona preocupada.
Lo último que le faltara era que hubiera algún inconveniente para poder obtener del todo el alta, cómo le había dicho con anterioridad hace aproximadamente una hora el médico de guardia.
—Tu hermano está terminando de firmar los papeles del alta y escuché qué habías podido darte un baño.— Comenta.
Ella infla su pecho soltando el aire en sus pulmones y sintiéndose mucho más relajada, al saber que no es nada grave.
—Si.— Responde delicadamente colocándose las zapatillas. —Necesitaba un baño y poder quitarme el dolor de cabeza que no me estaba dejando ni siquiera mantener los ojos abiertos.— Admite haciendo una mueca de burla con su rostro.
Eros la observa, con la clara intención de poder ayudarla a que se ate los cordones, pero corrobora inmediatamente de que ella puede hacerlo por sus propios medios.
Por lo que se queda en la misma posición, cruzado de brazos, y rogando porque no aparezca Aiden para sacarlo espantado.
—¿Qué te pasó en el rostro?— Se alarma entre abriendo sus labios al observar la rojez en una de sus mejillas.
Eros sonríen restándole importancia, creyó que el hielo en la misma había sido más que suficiente para bajar la hinchazón, al igual que el analgésico que había tomado a escondidas de su hermano menor, pero se daba cuenta de que las mujeres podían llegar a ser mucho más perspicaces de lo que él creía.
—¡Fui a la camioneta a guardar mi mochila y mi computadora y se me cerró la puerta en la cara!— Miente. —¿Lo podés creer?— Arquea sus cejas fingiendo.
Lola frunce sus labios.
Puede que la historia no sea muy creíble, pero tampoco lo conoce lo suficiente cómo para saber si le está mintiendo o no, y hay algo dentro de ella que no le permite llegar a pensar en estos momentos que fue su hermano el que le hizo aquello en su rostro.
—¿Se te cerró la puerta?— Murmura queriendo poder creer que no es una mentira.
Eros aprieta sus labios y sube sus manos. —¡La misma se falseó y lo olvidé por completo, creo que se lo tengo que atribuir a la falta de sueño!— Comenta.
Ella baja la mirada, al sentirse culpable por aquella falta de sueño, y es por eso que le deja de dar vueltas al asunto de cómo luce su rostro.
—¿Y estás bien?— Indaga queriéndose acercar. —¿Te vio un médico?— Muerde su labio inferior.
Eros desacomoda su cabello en un gesto involuntario, queriéndole restar importancia, y rogando para todos sus adentros que ella no se acerque demasiado a analizar la herida, porque no va a tardar mucho en darse cuenta de que está mintiendo.
—Si, ya me vio el médico de guardia, mi hermanito insistió en que alguien me viera, así que podes estar tranquila.— Le guiña un ojo.
Y Lola no hace más qué asentir.
Un pequeño silencio incómodos de forma en la habitación, Eros se maldice una y otra vez al reconocer que ella no le está creyendo. Y es por eso que necesita volver a hablar para distraerla.
—Queria saber cómo estabas y despedirme, aprovechando de que ya tenés el alta y de que fueron unas doce horas bastante provechosas.— Bromea colocando sus ojos en blanco.
Lola sonríe antes de sus palabras, no pudiendo creer que se hubieran quedado en la clínica a esperar a que transcurrieran esas doce horas en las que ella no podía dormirse, y en las que habían decidido dejarla en observación.
—Gracias por todo lo que hicieron esta noche.— Murmura apretando sus labios. —Y nuevamente lamento lo sucedido.— Termina de atar los cordones de sus zapatillas y eleva la cabeza para observarlo fijamente a los ojos.
Quería que tuviera en claro de que no le echaba la culpa de lo que había ocurrido, a pesar de que se lo había dicho en una cantidad infinita de veces en lo que llevaban de este tiempo juntos.
Eros mueve su nuez de Adán negando con la cabeza. —Quien tiene que pedirte disculpas por todo lo que sucedió soy yo, y te vuelvo a repetir que el hecho de haberme quedado es lo menos que podría hacer.— Insiste subiendo sus hombros.
Lola toma su abrigo y le resta importancia con un movimiento de mano a sus palabras, no porque no crea que las mismas son reales, sino porque no le parece que alguien tenga que hacer un escándalo de lo que sucedió, si bien, fue un accidente, agradece de que no haya pasado a mayores.
—Quizas eso me ayude a bajar un cambio y a tener que dejarme ayudar por mi hermano.— Muerde su labio inferior pensativa.
Había tenido tanto tiempo para pensar en lo que estaba en aquella habitación, que en lo primero en lo que había pensado era en todo el tiempo que estaba perdiendo, debido a que no estaban en el departamento y no podía ponerse a cocinar para la semana, a preparar cosas para el bar, o hasta incluso a organizar la cena navideña.
Y en cuánto dejó de pensar en eso, lo primero que hizo fue darse cuenta por sí misma cómo parecía que su hermano había crecido. Y cómo es que ella no se había dado cuenta con el correo de los años, que podía confiar en él, que podía apoyarse en Aiden a todo momento, y qué ya lo hacía.
Siendo la peor de las revelaciones que podría haber obtenido en su soledad, y no es que quisiera llevarse toda la atribución de que ella era la que tenía que hacerse cargo de la casa y poner el hombro por la familia, lo que le generaba angustia y ansiedad era que su hermano estaba creciendo, y que ya no lo podía tratar como a un chiquillo, que lo tenía que tratar como aún igual, a pesar de que todavía le faltara un año para cumplir la mayoría de edad.
No obstante, Aiden era lo suficientemente maduro cómo para demostrarle que podía con los quehaceres diarios y todo lo que ella necesitara de su apoyo.
Eros sonríe, parecía que aquella pequeña rubia estaba perdida en sus pensamientos nuevamente, y no le era muy difícil poder detectar en lo que estaba pensando.
—Es difícil soltar a los hermanitos menores.— Le hace saber.
En un pequeño gesto de contención, para que se dé cuenta de que entiende perfectamente por lo que está pasando.
—Si, es solo que lo quiero proteger, y no me parece justo que tenga que trabajar para mantener un hogar que ya debería de tener.— Susurra observando un punto fijo.
Él no hace más que mover su cabeza hacia un costado, analizando cada uno de sus gestos y miradas. —Tu hermano parece demasiado sobre el protector para con vos y para con el pequeño Demian, y quizás sea momento de que dejes que se haga cargo al menos de algo.— Le guiña un ojo.
—¡Parece tan fácil cuándo lo escucho decir desde tus labios, pero lo pienso tan solo por dos segundos más y me parece algo completamente difícil!— Se ríe avergonzada de cómo es que se siente.
—Creo que sos una gran cabeza de equipo de familia, Lola, pero a veces tenemos que ceder el lugar y dejarnos ayudar.— Frunce sus labios al pensar lo que está diciendo. —No todos los días tenemos la fuerza suficiente para levantarnos y enfrentar lo que ocurre, sea en el ámbito laboral, sea en la familia o en nuestro poder adquisitivo.—Le hace saber.
Poniendo aquellos pequeños tres ejemplos, en los que cree que se pueden llegar a sentir relacionados con alguno de ellos.
Lola remoja sus labios y baja la mirada pensando en lo que está escuchando, pero no pudiendo asimilar una respuesta que salga de manera fluida por su boca.
Eros había dado en el clavo con cada cosa que le había dicho, desde la forma monetaria en la que ella veía las cosas y en cómo tenían que organizarse, hasta en el hecho de dejarse ayudar por otra persona, y qué eso no significara un fracaso.
—No lo estás haciendo mal, creo qué lo estás haciendo increíble.— Agrega con un guiño de ojo.
Lola aprieta sus labios formando dos manzanas en sus mejillas. —Lamento abrumarte con mis cosas y realmente agradezco que te hayas quedado, además de tus palabras.— Susurra acercándose a él.
Eros traga saliva sintiendo como sus manos tamborillean por querer tomar las suyas, en un gesto involuntario en el que se siente completamente perdido.
Desiste de la idea inmediatamente al darse cuenta de que no es lo correcto por el momento.
—A veces necesitamos escuchar lo que queremos decirnos desde la perspectiva del otro.— Susurra no queriendo quedarse con la palabra en la boca.
Lola asiente, al borde de las lágrimas, y porque quiere evitarlas es que se acerca hacia él y le da un beso en su mejilla con un pequeño abrazo de por medio.
Algo sutil, y nada ha subido de tono, y menos que menos incómodo.
—Gracias por la hospitalidad en este lugar, yo no hubiera podido pagarlo y fuiste muy amable al dejar que me asistan, a pesar de que sé que vas a insistir en que es tu obligación, pero no te creas que todas las personas lo hubieran hecho.— Se aleja de él.
Dispuesta a retirarse de la habitación y poder encontrarse en el Hall de la clínica con sus hermanos.
Es tan rápido el saludo que ella le otorga que él se queda por completo perplejo y tieso en el marco de la puerta de la habitación, maldiciéndose para sus adentros el no haber reaccionado de una manera un poco más rápida, para poder al menos posicionar una mano en su cintura baja y hacerle ver que no se sentía incómodo respecto a que ella le estuviera agradeciendo de ese modo.
—Te llevo.— Demanda ronco.
Lola arquea sus cejas negando con la cabeza.
Y Eros no hace más que cerrar los ojos volviéndose a maldecir para sus adentros, y hablándolo más rápido posible para poder corregir aquella pequeña frase de dos palabras. —Digo, los llevo...— Aclara. —Los llevo hasta su casa.— Agrega.
Sintiéndose cada vez más tonto.
Ella vuelve a sonreír con una mueca divertida en sus labios, y le hace saber que no es necesario tan solo con un movimiento de mano.
—No es necesario, mi hermano le pidió a uno de sus amigos que nos pasara a buscar, así que me imagino que ya deben de estar en la puerta esperando.— Señala con la cabeza hacía el exterior.
Y cómo si una traición atravesara el pecho del morocho, la angustia se hace presente en su rostro al escuchar sus palabras.
No esperaba qué Aiden pudiera llegar a ceder tan rápido ante la idea de que los llevaran hacia su departamento, no obstante, contaba con la idea de que no tuvieran transporte de regreso, Ya que en cuánto se contactó para con él para contarle lo que había sucedido respecto a su hermana, el mismo había dejado en claro que se encontraban por demás lejos de la clínica.
—Pero no es molestia alguna llevarte, es más, es lo menos qué podemos hacer.— Tuerce sus cejas.
Lola vuelve a insistir y observa hacia su derecha, donde la espera su hermano junto a Demian de pie aferrado a su mano.
—Hiciste demasiado por nosotros, y no es necesario.— Afirma.
No quiere ser una carga para nadie, de la misma manera que no lo quiere hacer para con su hermano del medio, tampoco lo quiere ser para un desconocido.
—¿Ya estás, Lola?— Aiden llama su atención impaciente.
Ella asiente en su dirección. —Estoy.— Afirma inflando su pecho.
Eros frunce sus labios al saber que no tendrá la posibilidad de llevarla.
Aiden arquea sus cejas gustoso, mirando por unos instantes con algo de escepticismo hacia Eros, aprovechando que su hermana no está viendo lo que hace.