—¿Ya te vas en serio?— Khea, rueda los ojos y deja las fichas de póker a un lado mirando a su jefe.
Eros sonríe y pasa una mano por la comisura de sus labios de manera monótona. —Mañana tenemos que planificar la inaguración pública, y necesito estar descansado para eso.— Explica señalando el lugar.
A pesar de que el mismo se encontraba abierto, por el momento no era al público y sólo había sido habilitado para sus amistades más allegadas y para aquellos clientes más exclusivos y de confianza.
En una especie de presentación VIP, en la que pudiera hacer sentir a sus más calificados creyentes, aún, mucho más importantes de lo que cada uno de ellos se creían.
Una pequeña estrategia de marketing que Eros había estado utilizando a lo largo de todo este tiempo, en las aperturas de sus nuevas barberías.
—Tenes muchas fans allá abajo, seguramente te irás con alguna...— Uno de ellos bromea.
Erick suelta una carcajada.
Era imposible que las mujeres no se dieran vuelta cuándo alguno de ellos dos pasaba por al lado de ellas, y si bien, Erick realmente lo disfrutaba, a Eros le daba exactamente lo mismo, se mostraba frío y amargado frente a ellas.
Considerándose demasiado observador y selectivo, cómo para poder escoger a una mujer de una sola noche de entre un manojo de admiradoras.
No es qué él fuera narcisista, ni mucho menos, simplemente tenía la cabeza ocupada en sus negocios y en mantenerse lo más alejado posible del apellido familiar.
Con lo cuál, prefería mantener sus relaciones amorosas y sexuales lejos del alcance de cualquier página de cotilleo.
—¡Lo dudo!— Su hermano burlón acota.
Eros sonríe nuevamente y deja el cigarrillo sobre sus labios dándole una última pitada. —¡Para eso ya está mi hermanito, a quién le encanta tocar con la varita mágica a una de ellas y brindarles una noche espectacular!— Sisea maldicioso.
Erick esboza una sonrisa de costado con orgullo.
El ser una figura relativamente publica le da beneficio de tener algunas áreas privadas de lugares públicos en dónde poder hacer de la suyas con sus amigos sin que la prensa no los moleste y dejé en ridículo, y es por eso mismo que había surgido la idea de hacer sus propios espacios exclusivos.
—¡Vamos, Eros! ¡Estás en uno de tus clubs, no puede ser qué no te diviertas un poco!— Abre sus manos, Khea, señalando el lugar.
Tenían que ser completamente sinceros para con ellos mismos, y admitir que les sorprendía la actitud y la firmeza que tenía su amigo para tomarse de esa manera los negocios y las relaciones de encuentros casuales.
Estando más que de acuerdo, en que si les llegaba a pasar a alguno de ellos, aceptarían con los brazos abiertos a cualquier mujer que se lanzara hacia sus cuerpos.
Sin perder la posibilidad de tener una noche de sexo descontrolado.
—¡Mañana tengo que trabajar temprano, ya les dije, nada de mujeres por hoy, pueden disfrutar ustedes, que estoy más qué seguro qué no se van a negar!— Explica rodeando los ojos.
—¡Seguro!— Khea vuelve a murmura sabiendo que su amigo siquiera tiene que pedirlo que puede tener a la mujer que quisiera.
—¡No se quejen, así tienen más para ustedes, les repito!— Sonríe burlón, mostrándose completamente diferente a lo que era frente a la prensa y los que no lo conocían.
—Claaaaaro.— Bromean todos.
—¡Aúnque no me quejo que si te vas tenemos más oportunidad, ya que siempre todas quieren con vos!— Khea admite, teniendo la suficiente confianza.
Y las carcajadas no se hacen esperar en la sala.
—¡Nos vemos en la semana, disfruten del club!— Levanta la mano para hacer un saludo general, con una sonrisa escapando de sus labios.
—Yo los dejo también, me voy con él.— Erick se ofrece al pararse y tomar su abrigo.
Eros sonríe y se abraza al mismo a modo de agradecimiento. —¡Que raro que el hermanito menor no quiera quedarse!— Suelta relajado.
—¡Tomaste demasiado!— Se carajea arqueando sus cejas.
Si bien, está bajo el efecto de las sustancia las mismas no llegan a afectar tanto sus reflejos, pero Erick así era con él, siempre y él estaba agradecido de su forma de ser.
A pesar de que era el menor de los dos.
—Todas tuyas.— Saca las llave de su camioneta y se las entrega con una sonrisa.
—Gracias, hermanito.— Murmura risueño.
Eros suspira negando.
Había sido una semana agotadora y necesitaba aquello.
Realmente necesitaba poder descontracturar y beber algo para con sus amigos, a pesar de que parecía que se les había ido la mano a cada uno de ellos.
—¡No se si estas peor que yo, pero no tengo ganas de manejar, anda despacio y no golpees las puertas, Erick!— Admite sacando la lengua a modo de desgano.
Erick suelta una pequeña risita burlona mientras que lo mira de arriba abajo.
—Mejor seguro que estoy.— Mira nuevamente sus ojos y sonríe negando con la cabeza.
Era más que claro que no se lo creía ni él mismo, no obstante, no podía dejar de bromear al respecto y aprovechar el momento indicado para manejar una de las camionetas de su hermano mayor.
Eros suspira algo molesto, la relación para con su hermano menor era realmente excelente, pero llegaba un punto en el que no estaba a gusto cuándo hacia sus bromas delante de los demás.
No tenía que ser muy detallista para reconocer que ninguno de sus amigos se había dado cuenta de la pequeña disputa, entre bromas, que estaban teniendo ambos hermanos, de todos modos, eso no quitaba el hecho de que fuera algo que le incomodara al mayor.
—¡Nos vemos mañana!— Erick habla.
Eros alza la mano saludando al resto cuándo todos victorean su nombre.
Suelta una carcajada negando y mordiendo su labio inferior.
Erick traga saliva al ver las luces de los celulares y camarógrafos que se encuentran en la entrada. —Pense que para esta hora ya no estarían.— Maldice rodeando los ojos.
—¡Ellos siempre están!— Bufa antipático.
—Espero no nos sigan.— Susurra por los dos o tres camarógrafos que estaban esperando por ellos cuándo ingresaron hace varias horas.
No era algo que fuera de su agrado pero sabía que era el trabajo de ellos y no renegaba ante aquello, simplemente hoy no estaba para fotos que luego aparecían en i********: o r************* , pero aún portales.
Siempre estaban al pendiente de su vida y de cada cosa que hacía, incluso, lo involucraban con una de sus asistentes, ella misma era más amante de su mismo sexo que del contrario, es por eso que tenían tan buena onda con el castaño.
Los curioso y quienes no sabían la interna los involucraban a ambos en miles de rumores sexuales, qué Eros se había cansado de desmentir, al punto de dejarlos hablar.
Esa era una de las cosas que había aprendido de la fama, no llevar la razón a todo lo que decían, dejar fluir era la mejor de las opciones para su salud mental y la seguridad de su carrera.
Teniendo más que en claro que necesitaba salir de los focos de las revistas sí quería permanecer lejos de su familia.
—¡Ahora sí tu asistente va a tener muchas propuestas de cannabis para que promociones!— El menor señala su cigarrillo.
Haciendo un pequeño chascarrillo al respecto de que posiblemente, hubieran sacado fotos de ellos dos saliendo del establecimiento.
—Eso es lo malo de la fama.— Bromea golpeando su hombro cuándo uno de los custodios les abre la puerta hacia los estacionamientos privados. —¡Pero no te lo tengo que decir porque estas más que curtido con el tema!— Agrega y lo mira perspicaz.
Ambos hermanos estallan en carcajadas.
—Ni lo digas.— Erick muerde su labio inferior.
Teniendo más que una aventura para con los paparazzis, de las cuáles su madre había tenido que salir a desmentir, llevándose una gran conversación para con el menor de por medio que nunca olvidaría.
—Tanto bueno cómo malo.— Recuerda tirando el cigarrillo de mariguana al suelo frustrado.
Erick hace una mueca con su rostro. —¡Ya lo creo!— Lo mira risueño.
—¡No me puedo quejar igualmente, es su trabajo... Pero a veces sólo necesito paz!— Suspira bajando la mirada siendo completamente sincero.
—Creo que yo los tengo curados de espanto, aúnque, también creo que mamá es la que no deja que salgan esas noticias sobre mí.— Hace una mueca con sus labios.
Sabiendo qué, efectivamente, Rebecca se ocupaba de siempre mantener el perfil de la familia en alto y alejado de los escándalos.