Sólo dos días para navidad y unos pocos más para año nuevo y el bar esta a tope, despedidas de fin de año, celebraciones de trabajo y más.
Tenia que aprovechar estos días, las propinas eran muy buenas y eso servía para poder darles a sus hermanos una buena nochebuena, o al menos algo mejor de lo que siempre tenían, dándose el gusto de poder comer o comprar algo distinto a lo que estaban acostumbrados.
El bullicio era más aturdidor que otras noches, gracias a la emoción y el entusiasmo de los comensales y bebedores por las fechas próximas.
Tal así, qué Lola había a tenido que pedirle a Aiden que se quedara con Demian.
Usualmente el más pequeño de los hermanos para esta hora estaba completamente dormido y cuándo, luego de las doce de la noche, su hermano mayor llegaba para poder estar con él, luego de haber ayudado en el bar, Lola se encontraba mucho más tranquila.
Pero el ruido era realmente muy intenso y estaba más que segura de qué el pequeño no iba a poder estar tranquilo y es por eso mismo que había tenido que desistir de la ayuda de Aiden por esta noche.
Teniendo la suerte de poder contar con su mejor amiga para que pudiera ocuparse de la caja y de las cervezas tiradas, mientras que Lola era mesera, y cocinera, teniendo en el menú productos bastante clásicos que ya tenía preparados para necesitar simplemente una calentada y poder servir de manera exprés a todos los comensales interesados en los mismos.
Había tenido que aprender con el correr del tiempo que era lo más práctico, teniendo en cuenta de que no podía contar con alguien que la ayudara en la cocina porque no disponía de dinero para pagar un sueldo de esa índole.
Es por eso mismo que se las ingeniaba a todo momento para poder agregar cosas a los menú de sandwich previamente preparados y que solo necesitarán una calentada para quedar deliciosos.
—¡Aiden lo lamento, pero me quedaré una hora más abierto.— Observa hacia atrás con sus ojos achinados. —¿Podrás seguir cuidando de Demian?!— Muerde su labio inferior.
Su pierna tiembla mientras que tiene el teléfono pegado a su oreja.
Salió unos minutos de aquel oscuro y ruidoso lugar para poder comunicarse con él, es por eso que mira a su alrededor sintiendo la brisa demasiado fresca golpear contra su cuerpo.
Ya es de noche y la zona es muy oscura.
Lo único que hay frente a ella, igual de concurrido que su bar, es la lujosa nueva casa de hombres que esta frente a sus ojos.
Teniendo un cartel envidiable que opacaba su pequeño bar.
No tenía ni la menor idea de qué era aquel lugar, porque por la mañana parecía ser una barbería común y corriente, y por la noche siempre estaba concurrida desde estos últimos tres días en los que habían abierto sus puertas finalmente.
Su hermano, sonríe y mira al pequeño de Demian dormir en el sillón. —Demian duerme en tu cama, todo controlado por acá.— Sonríe relajado.
Lola suelta un suspiro de alivio y sonríe también por más que su hermano no la pueda ver.
—Lamento pedirte eso, pero es un gran un extra y lo necesitamos.— Se lamenta.
—Sigo insistiendo en qué deberías de haberme dejado quedarme.— Bufa apretando sus nudillos con fuerza.
Lola muerde su labio inferior, siempre que hablaban de este tipo de cosas, sus ojos se llenaban de lágrimas de forma inmediata.
—¡Aiden!— Pide en un susurro.
Usualmente se hace difícil pedirle aquello a su hermano menor.
Y cada vez qué tiene qué pedirle una cosa así, no puede dejar de pensar en lo poco qué tienen, sólo un departamento de dos ambientes, en dónde Aiden comparte habitación con Demian, mientras que Lola duerme en el sofá cama del living, que en definitiva nunca lo hace cama porque queda rendida apenas toma asiento.
Una pequeña cocina y living comedor con lo necesario qué, a veces, no es suficiente para darles de comer a los tres juntos.
Hace cuatro años tuvieron que vender todo lo material que sus padres le habían heredaro, porque además de aquellos bienes le habían dejado demasiadas deudas para el trabajo de bartender que ella tenía.
Aiden, la mayoría del tiempo, no se quejaba en absoluto, incluso, solía ir a las peleas de cuevas ilegales a conseguir algo de dinero.
A él se le daba bien aquello y cuándo ganaba algo extra directamente iba al supermercado para llenar su heladera de productos saludables y necesarios, fingiendo que se lo habían regalado sus amigos, ya qué sabía que Lola no permitiría que él aportará algo, ya qué lo más importante era el estudio, sabiendo que aún le quedaba un año en la secundaria.
Pero era la única forma que tenía de poder ayudarla, mientras qué ocultaba lo que hacía por las tardes o mucho antes de ingresar al colegio.
Claro está, qué hacía cada una de estas acciones, mintiendo en qué ayudaba a los padres de sus compañeros con algunas labores básicas de traslados o a sus mismos compañeros con algunas tareas y por eso conseguía dinero.
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—¿Sabes que puedo faltar al colegio una vez y atender el bar, verdad?— Aiden se queja recostado en la mesada de la pequeña cocina.
Lola sonríe, con su rostro cansado, siendo una tortura total mover cada uno de sus músculos.
—Estaré bien simplemente es una gripe.— Se excusa poniendo los ojos en blanco.
Aiden arruga arruga su entrecejo.
Había estado toda la noche con fiebre y eso parecía no cambiar ahora mismo, sabía que Lola era testaruda, y qué por sobre que todas las cosas, no podría llegar a permitir que él trabajará por ella.
—Los dos sabemos perfectamente que no es una gripe.— Se queja suspirando y negando con la cabeza.
El agua fría hacia días que era la única compañía que ellos tenían para bañarse, y Lola no contaba con la mejor calidad de abrigos, y menos que menos, con una buena manta que pudiera abrazarla por las noches para reconfortar el frío de su cuerpo.
Ella siempre estaba al pendiente de sus dos hermanos pequeños, en poder conseguir absolutamente todo lo mejor para que ellos estuvieran viviendo en las mejores condiciones, llegando al punto de ser completamente descuidada con ella misma.
—Tomare un té mientras abro el local y me sentiré mucho mejor.— Asegura con una sonrisa tierna.
Él suspira pasando una mano por una de sus cejas.
Se había ocupado de llevar a pequeño de Demian a su jardín, y ahora mismo había vuelto preocupado sabiendo que tenía un poco de tiempo extra antes de llegar tarde al colegio.
—¡Volveré cuanto antes y me haré cargo del bar, te guste o no, si no descansas jamás te vas a recuperar!— Le recrimina tomando en sus manos las cajas de medialunas recién horneadas por Lola.
Ella sonríe en silencio.
Caminar era una tortura, pero no podía dejar un sólo día sin abrir ese lugar que les daba de comer todos los días.
Su hermano se da por vencido, esperando volver cuánto antes del colegio para ayudarla, contando con la suerte de que no estuviera desmayada a su regreso, dadas las circunstancias.
—Estare mejor para cuándo regreses.— Promete.
No estando muy segura de poder cumplir con esa promesa.
Aiden la ayuda en lo que puede, más específicamente en todas las cosas que requieran de fuerza, cómo por ejemplo abrir la persiana y sacar las mesas a la calle, por eso mismo, Lola aprovecha para acomodar todos los utensilios para tener de manera más práctica el alcance de los mismos para cuándo la gente comienza a llegar.
Tenía la suerte de que habían podido implementar la funcionalidad de take away y que muchas personas degustaban de su café expreso, lágrima, o latte para llevar junto a dos de sus medialunas, siendo está una de las promociones más pedidas por la mañana y por la tarde.
Pero finalmente no ve alternativa alguna al poder quedarse a ayudarla, es por eso mismo que se retira al colegio con un amargo sabor en su rostro.
Lola se tomaba muy en serio el rol de ser la hermana mayor y era efectivamente contundente cuándo quería dar una orden y necesitaba que su hermano cumpliera con la misma.
Tan obvio era cómo se encontraba qué un amigo y compañero de colegio lo frena antes de ingresar al mismo.
Preocupado por saber si lo podía ayudar de alguna manera sabiendo a la perfección cuál era la situación económica de él y de su familia, por todo lo que habían pasado y tenían que pasar usualmente los tres.
—Tengo algunos inconvenientes en casa y no puedo hacer nada para ayudar a Lola porque no quiere que trabaje, sigue insistiendo con que no puedo abandonar los estudios y realmente quiero ayudarla.— Se queja negando con la cabeza.
Su amigo infla su pecho pasando una mano por su espalda para darle unos golpecitos de aliento, mientras que le ofrece uno de los dos café que trae en la mano.
El mismo era comprado justamente en el bar de ellos, siendo una forma de agradecimiento y de poder ayudarlo.
—¿Por qué siempre haces eso?— Aiden cuestiona suspirando.
Su amigo sube sus hombros. —Me gusta el café y las medialunas son realmente increíbles.— Le guiña un ojo divertido.
Aiden sonríe contagiado porque no puede evitar que aquello le causa gracia por cómo es que lo está diciendo, pero otra vez su rostro se amarga antes de darle un sorbo a su vaso.
—Mi hermano está yendo a pelear a las cuevas clandestinas de nuevo y quizás eso te pueda llegar a traer algo de buen dinero, si tenés un buen gancho cómo sé que tenés.— Sonríe de costado señalando a un compañero en el que años atrás había dejado prácticamente irreconocible.
Aiden suelta una pequeña carcajada mordiendo su labio inferior al no poder dejar de recordar efectivamente cómo es que él había quedado.
—¡No seas idiota, necesito un trabajo!— Bufa frustrado.
—¡Te lo estoy diciendo en serio, Aiden, podes hacer mucha plata.— Propone moviendo su cabeza hacia un costado.
Aiden frena en seco colocando una mueca de repulsión en su rostro, al tener que ser realista con su forma de ver la situación.
—¡Qué me guste el boxeo y que tenga una bolsa de boxeo en mi habitación no significa que no me vayan a reventar!— Se queja poniendo los ojos en blanco.
Su amigo sonríe dándole un sorbo a su café. —Sé perfectamente que sos capaz de poder ganar, es por eso que te lo estoy diciendo... Acompaño a mi hermano todos los días que tiene pelea y te aseguro que son unos completos novatos.— Suspira moviendo su cabeza hacia un costado.
Aiden jamás había aceptado su dinero y menos que menos su ayuda, incluso, cuándo quería hacerle algún regalo de cumpleaños tenía que obligarlo prácticamente a que aceptará el mismo y por supuesto que siempre se ocupaba de poder regalarle algo que necesitará, como por ejemplo un par de zapatillas o alguna campera de abrigo, de igual manera siempre que concurría a la casa de los tres hermanos llevaba comida de delivery sabiendo que ellos casi nunca tenían la posibilidad de comer otra cosa que no fuera cocinada por Lola o por él.
Siendo efectivamente la única persona por parte de Aiden que conocía su hogar.
—No lo sé... Son de esas cosas que suenan fáciles pero... Seguro después son difíciles, debe de haber semi profesionales...— Suelta un suspiro.
Sin embargo, algo en su interior hace un pequeño click al recordar de alguna manera lo que él le había estado comentando de lo que ganaba su hermano por cada una de esas peleas.
Y es por eso mismo que arquea una de sus cejas teniendo toda su atención.
—¿Estás seguro de que podes meterme?— Cuestiona apretando sus labios.
Su amigo ensancha su sonrisa maldicioso.
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—Solo llámame cuándo ya no quede nadie y voy a cerrar, las cortinas son pesadas para vos.— Pide tomando el mando de la televisión, necesitando entretenerse de alguna manera para no quedarse dormido.
Detestando de antemano el hecho de no poder estar ayudando y tener que estar cumpliendo el rol de niñero.
—Estaré bien, llego en una hora y media, dale a Demian sus medicinas en cuarenta minutos.— Demanda.
Él rueda los ojos y sonríe.
Lola siempre detallista en todo, y más si se trata de ellos.
—Quédate tranquila, Lola, avísame cuándo no haya gente y voy por vos, no quiero que cierres sola.— Insiste seco.
— Ella sonríe. —La mayor soy yo.— Sonríe mordiendo su labio inferior.
—Eso no cambia que seas mujer y atraigas idiotas.— Comenta burlón.
Lola coloca sus ojos en blanco sabiendo que era realmente perder el tiempo en discutir con él.
—Tengo que dejarte, la gente está realmente intensa hoy.— Mira cómo su amiga la llama con una mueca de disculpas y ella asiente.
—¿Crees que el veinticuatro tengas que trabajar?— Cuestiona dándose cuenta que sólo quedan dos días para navidad y Demian está muy emocionado por aquello.
Lola suspira. —Haré medio día, y podremos tener una cena juntos y celebrar... Estuve ahorrando algo de dinero para tener una linda cena en la terraza.— Asegura con esperanza.
Estuvo, cómo todos los años, juntando y ahorrando algo de dinero para comprarle un regalo a cada uno de ellos, y por sobre todas las cosas, qué haya un ambiente navideño y de hogar en aquel departamento.
—Esta bien, te ayudaremos.— Mira a Demian dormir.
—¿Comieron, verdad?— Ingresa al bar y tapa su oído libre para escuchar la respuesta.
—Lola estamos bien, te esperamos.— Sonríe una vez mas al teléfono.
Ella suspira preocupada. —Los veré pronto.— Corta la llamada y suspira guardando su celular en sus jeans negros.
—¡Lo siento, Lola!— Fatima junta sus manos a modo de disculpas.
Ella sonríe negando con la cabeza. —¡No hay problema, ya me estaba tardando!— Vuelve detrás de la barra con una sonrisa y unos ojos bastante cansados.
—En serio lamento no poder ayudarte más y puedas tomarte un momento para descansar.— Hace un puchero.
Lola le sonríe negando. —La que debería de disculparse soy yo, te pedí un favor y al final te quedaste durante toda la madrugada.— Hace una mueca con sus labios.
Su amiga, Fátima, sonríe negando. —¡No te disculpes, me gusta ayudarte de verdad, además me sirve para mis prácticas de bartender!— Asegura con una sonrisa.
—¡Tenemos casa llena y esto parece ponerse más intenso!— Señala con la cabeza dos mesas nuevas ocupadas.
La gente hace fila para ingresar, y para poder tener su sandwich de carne braseada a la cerveza y comer de pie en la puerta.
—¡Hagamos de esta noche la diferencia!— Fátima propone con un guiño de ojo.
Lola asiente y sube sus hombros prestando atención a los pedidos que harían que la noche fuera más rápida de lo esperado.