—¡¿Vas a tu casa?!— Érick cuestiona cuándo ambos se suben a la camioneta.
Eros suspira y pasa sus manos por su cabello asintiendo. —Si... Podes quedarte si querés.— Propone cerrando los ojos.
Erick asiente poniendo la camioneta en marcha. —Gracias, quizás acepte la oferta.— Sonríe.
—En serio, quédate, voy a estar más tranquilo sabiendo que no manejaste a tu casa.— Lo mira suspirando.
No le molestaba en absoluto la compañía de Erick, incluso, era su mejor amigo, además de ser su hermano menor y quién él consideraba su confidente, ya que siempre era el único que le decía la verdad, por más que la misma no fuera linda.
—Bien... Si insistís...— Hace una mueca graciosa.
—Si claro.— Bromea Eros sabiendo lo difícil que es Erick de convencer.
El mismo sonríe mordiendo su labio inferior.
—¿Por qué quisiste irte?— Sabe que no tiene nada que hacer mañana tan temprano porque quedaron en ir a ver la calificación de la fórmula 1.
Eros vuelve a suspirar y pone una de sus canciones favoritas y mira su celular distraído.
—No quería estar más ahi... Me aburro rápido, sólo quería ver el lugar. Y ellos querían una orgía de la cuál no estaba interesado en participar.— Hace una mueca rodeando los ojos.
—Es difícil tenerlo todo...— Agrega Érick coincidiendo con él.
Eros asiente.
—Por eso mismo tenía que salir... Me sentía ahogado de cualquier manera y necesitaba dejar de fingir interés por toda esa gente que nos está haciendo a cada segundo más ricos.— Admite frunciendo sus labios.
Es más que claro que no lo dice por su grupo íntimo de amigos, sino que se sentía en la obligación de tener que estar fingiendo todo el tiempo que estaba disfrutando de la velada, siendo consciente de que a su alrededor había muchas más personas invitadas, esos famosos clientes VIP, que deseaban vivir la vida que él tenía y que por eso es que iban a sus lugares.
—No me di cuenta de que la estabas pasando mal, prometo estar más atento.— Asegura preocupado por la salud de su hermano.
Erick, de algún modo, siempre estuvo cuidando la espalda de Eros y eso lo ve cómo una necesidad por todo lo que él le dio.
—¡No es tu obligación, Erick, creo que tomar también te hizo mal!— Se ríe al ver el entrecejo fruncido de su hermano menor mientras maneja.
—¡Te lo debo!— Asegura inflando su pecho. —Y lo sabes.— Deja en claro.
Eros pone sus ojos en blanco. —¡No, enano, no me debes nada!— Murmura.
Erick bufa negando. —¿Entonces no querías fiesta?— Insiste risueño.
—Mañana quiero ir a ver a mamá y parecer sobrio y no con un dolor asqueroso de cabeza, ya sabes cómo es de estricta con el aspecto.— Se queja y maldice a si mismo.
Erick suelta una carcajada, él aún vivía en la casa de sus padres. Y era el que más sabía lo dura que era su mamá.
—Entiendo.— Murmura mirando con atención al camino. —Y coincido, a veces da miedo.— Agrega serio mordiendo su labio inferior.
Eros suelta una maldición. —¡Me olvidé las llaves de casa, retoma a la derecha.— Señala suspirando y molesto consigo mismo.
—Espero no esté muy dura mañana, las lecciones de vida de mamá me dan dolores cabeza.— Erick suspira tomando el camino para retomar.
—Tus acciones subieron un doce porciento entre ayer y hoy, va a estar de buenas. Podés estar seguro.— Bromea el mayor.
—Si...— Murmura volviendo a hacer una mueca.
Eros sonríe. —No le tengas miedo a mamá... Rebecca quiere controlar a todos... Y sabes perfectamente que si pudiera controlar el mundo lo haría con gran gusto, sólo tenés que saber cuándo dejar de pinchar.— Le aconseja cómo siempre que hablan de ella.
Erick suspira por unos minutos perdiendo la concentración del camino y pensando exactamente en que su madre le generaba un gran miedo.
—¡Pero con vos es distinto!— Se queja haciendo un leve puchero.
Y en realidad no es que esté teniendo en estos momentos envidia de su hermano mayor, sino qué, efectivamente, es todo lo contrario, lo único que tiene hacia él es específicamente admiración, y es justamente por esa admiración que le tiene que necesita saber cómo es que hace para caerle tan bien a su madre y para que la misma no esté detrás de él todo el tiempo, cómo lo está con su persona.
Eros sonríe irónico. —Rebecca me molesta de la misma manera que te molesta a vos, simplemente que yo no lo grito a los cuatro vientos.— Explica tragando saliva.
Erick lo escucha atentamente y parpadea no pudiendo creer que esas palabras sean ciertas, pero se da cuenta de que su hermano está diciendo absolutamente toda la verdad por cómo está hablando.
—Realmente a veces llega a asustarme... Pero sigo insistiendo en que con vos es distinto, claramente sos el hijo pródigo y él que lo hace todo bien, pero conmigo es realmente una tortura vivir con ella.— Se queja apretando sus labios y negando con la cabeza.
Eros lo mira de manera perspicaz mientras que relame sus labios. —Presta un poco más de atención a cuándo me saluda y te vas a dar cuenta de que no soy su favorito, en realidad ninguno de nosotros somos sus favoritos.— Le deja en claro arqueando su cejas.
Adrik muerde su labio inferior pensativo. —No tengo ni idea de que excusa le voy a poner al llegar todos los días, porque parece que ella está esperando que yo me excuse por algo que ni siquiera sé qué hice.— Recalca abrumado.
Eros suspira negando —¿Y por qué todavía seguís viviendo con ellos?— Bromea mordiendo su labio inferior.
Erick hace una pequeña mueca graciosa con sus labios, mientras que niega con la cabeza atento al camino.
—Bueno supongo que de alguna manera también tiene sus beneficios.— Se ríe no pudiendo creer que realmente hace segundos se estaba quejando.
Eros suspira y le hace una seña con los dedos luego de chasquear los mismos para que se dé cuenta de que claramente el problema lo tiene él.
—Sabes que podés estar en casa... Pero tampoco te tomes el atrevimiento de que esa habitación de invitados se convierta en tu habitación personal.— Sisea mirando hacia la ventana.
Confiaba levemente en que su hermano pudiera llegar a manejar un poco mejor que él, pero la verdad es que se encontraba tan cansado y colapsado de trabajo con el tema de la inauguración de esta nueva sucursal, que ahora mismo no se estaba haciendo problemas por cómo estaba conduciendo Erick a estas altas horas de la madrugada.
Adrik suelta una pequeña carcajada. —¡Sabes que esa habitación tiene mi nombre!— Bromea poniendo sus ojos en blanco.
Eros suspira. —De eso estoy seguro que no le gusta en absoluto a Rebecca.— Confirma haciendo un movimiento con sus ojos.
Adrik asiente con las manos en el volante. —¡Creo que igualmente estos últimos días está más intensa que nada porque vos no la necesitas para tus negocios y eso hace que ella enloquezca por completo!— Se queja soltando un pequeño bufido.
—Lo resolveremos, si se pone dura estos días con vos, yo me ocupo.— Le guiña un ojo.
Erick sonríe por lo protector que es su hermano mayor para con él.
Y luego suelta una carcajada estando completamente de acuerdo.
—¡¡No puedo creer cómo es que siempre me salvas el pellejo!!— Le recuerda.
Eros sonríe negando con la cabeza.