—¿Podés atender?— Lola arruga su entrecejo, asomándose por la habitación de su hermano con un repasador en las manos. —¡Tengo todas las manos sucias, quizás sea la vecina, dijo qué traería patel!— Agrega mordiendo su labio inferior.
Está preparando todo para el menú de Navidad del día de mañana, se encuentra muy emocionada con que puedan tener la posibilidad de estar en su pequeño departamento y no tenga que estar en la clínica pese al accidente que le ocurrió.
Es por eso que se encuentra con mucha más energía de lo normal, y a decir verdad un poco más pasada de revoluciones, al no haber podido dormir durante aquellas doce horas en las que duró en la guardia en observación.
Y luego de que desayunó con Aiden pudo tomar un pequeño descanso en su sofá cama, el cuál seguía sin armarse y sólo lo utilizaba de la forma en la que siempre estaba colocado que era cómo un simple sillón de tres cuerpos.
Aiden asiente colocándose una remera, habiendo aprovechado que es Demian estaba durmiendo para poder darse un baño.
—Si, yo bajo.— Murmura robándole una galletita.
Una pequeña tradición que no podían dejar de hacer para el menor de la familia, siendo que colocaban algunas galletitas de chocolate para esperar a Santa, y luego era Aiden quién se las terminaba comiendo para fingir que había sido Santa el que había llegado a su departamento a traer regalos y comer aquellas delicias.
—¡No las comas, son para Santa, Aiden!— Se queja entre risas.
Tienen que estar todo el tiempo haciendo aquella tanto misma por el pequeño, y es por eso qué una mirada
Él le guiña un ojo. —De cualquier manera me las voy a terminar comiendo y si puedo probar una ahora más ganas me van a dar de comerlas a las doce de la noche.— Bromea.
Lola niega con la cabeza, teniendo que admitir que tiene razón en lo que está diciendo, por lo cuál no hace más que volver hacia la mesada y continuar con la tarea.
Intentaba poder juntar un poco más de dinero de lo normal para tener una cena y almuerzo al día siguiente en el que pudieran comer y probar cosas de las cuales no comían a diario, y eso no solo lo hacía por Demian, sino qué también por Aiden, siendo una pequeña forma de poder retribuirle toda la ayuda que él le daba.
El menú contaba con unos sandwiches de carne braseada, unas mini hamburguesas tanto de carne, cómo de pollo, wraps vegetarianos y otros de pollo, entre otras pequeñas delicias para picotear.
Intentaba enfocarse en las comidas favoritas de cada uno de ellos y que pudieran disfrutar de ese día de que había la cantidad suficiente para que estuvieran todos rebosantes de energía y de comida, siendo que para el día siguiente lo dejaba para comer pastas, en esta oportunidad había sido Aiden quién había propuesto comer canelones.
Y ella no había dudado en realizar la masa y dejarla preparada en el freezer, de la misma manera que siempre intentaba adelantarse a todas las preparaciones para poder optimizar los tiempos de la mejor manera posible.
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—¿Si, lo puedo ayudar con algo?— Aiden arquea sus cejas al encontrarse con lo que parece ser un chofer vestido de un impoluto traje parado en la puerta.
—Buenos días, disculpe la molestia y la intromisión de haber llegado sin avisar, la familia Massim les envía esto.— Explica estirando un sobre hacia él.
Aiden sonríe con hipocresía al no tener ni siquiera que preguntar qué es lo que contiene ese sobre para darse cuenta de que es un jugoso cheque para guardar su silencio.
La rabia comienza a crecer dentro de su cuerpo y Se incrementa de una manera en la que nunca se había sentido tan violento, ni siquiera en la clínica cuando le propinó un golpe en la mandíbula a Eros.
—No necesitamos absolutamente nada de lo que tenga que ver con esa familia, lamento que haya tenido que venir hasta acá.— Suelta de forma tosca.
El chofer niega con la cabeza sabiendo que tiene que entregarle dicho sobre si no quiere que su jefa enloquezca por completo.
—Es un pequeño adelanto por las molestias ocasionadas y un compromiso de gratitud en base a no haber elevado una demanda hacia los hijos de la señora Rebecca Massim Delorent.— Aclara al observar que él ni siquiera hizo un leve movimiento por tomar dicho sobre.
Aiden piensa las cosas con claridad y se dice a sí mismo que no tiene por qué ser grosero para con este hombre, ya que parece ser un simple empleado que sigue órdenes y no sería propio de su parte hacer un escándalo en estos momentos, menos que menos, si no quiere que su hermana mayor se entere de lo que está ocurriendo debajo de su departamento.
—¡Increíble!— Maldice inflando su pecho.
—Vuelvo a disculparme por la intromisión.— Aprieta sus labios.
—¿Cómo es que tienen nuestra dirección?— Achina sus ojos furioso.
—La señora Rebecca sabe absolutamente todo de cualquier persona que quiera saber, y el incidente que sucedió en la madrugada no fue algo que ella haya dejado al pasar, es por eso mismo que le envía esta gratitud.— Insiste con el sobre la mano estirado hacia su dirección.
—No me hagas decirte dónde podés meterte ese sobre, porque creo que no tenés la culpa en que sos un simple peón que está cumpliendo con una petición, pero no queremos nada de ellos.— Sonríe de costado con malicia.
—Señor, es mi trabajo traer este sobre hacia su propiedad, y le pido por favor que lo acepte, de la misma manera que usted entiende que yo no tengo nada que ver con la entrega de esto, más que sólo ser el mensajero.— Baja levemente la cabeza en un pedido de súplica.
Aiden niega. —No lo haré, mi familia no necesita de la caridad de nadie, y no quiero qué vuelvas a esta dirección, por más qué cualquier m*****o de la familia Massim te ordene.— Lo señala con frustración.
El chofer no hace más que suspira, pasando una mano por su nuca. Y Aiden aprovecha dicho momento para arrancarle el sobre de las manos y romperlo en tres pedazos, volviéndose lo a colocar en dicha mano para que esa sea la respuesta que le lleve a la familia.
Además de que no hace más que pensar en quién será esa mujer que está mencionando todo el tiempo y que no tiene ni la menor idea de a quién se esté refiriendo, tan sólo sabe de quién viene el dinero al escuchar el apellido.
Algo que le genera el doble de frustración al saber qué es Eros quien no pone la cara y manda a un tercero, a través de otro tercero a que les quiera llegar a dar una coima por lo que había sucedido con el accidente automovilístico de su hermana.
—¡Esa es mi respuesta, y espero que eso no te traiga problemas!— Aprieta sus labios al ser completamente sincero en su forma de responder.
Y no hace más quedarse media vuelta y cerrarle la puerta en la cara.