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1198 Words
Él se levanta inmediatamente. —¿Cómo está?— Pregunta sincero hacia Aiden. Sabe que no puede hablar con Demian, pero realmente agradecería poder hablar con él, debido a que claramente el carácter de Aiden es detestable... El mismo tiene, nuevamente, en brazos a demian, el cuál duerme. —Tiene algunos golpes y moretones pero ella está bien y te agradece que la hayas traído.— Sube sus hombros. —Aunque reitero que es lo mínimo que tenían que hacer y yo no estoy agradecido con qué la atropellaras.— Rueda los ojos. Erick suspira pasando una mano por su cabello, reconociendo de algún lado al hermano pequeño de la rubia pero no teniendo memoria en realidad de dónde específicamente es que lo conoce. —Nosotros también estamos muy agradecidos porque la salvaste.— Demian sorprende a todos hablando con sus ojos casi entrecerrados. Eros asiente con una pequeña sonrisita de costado. —En serio, es lo que tenia que hacer, y no es por lo qué pensas.— Insiste con aquello subiendo sus hombros. Aiden suspira colocando sus ojos en blanco, que su hermanito pequeño estuviera hablando con la persona que había atropellado a Lola, la verdad es que no le causaba nada de gracia. No obstante, sabía que tenía que mantener la cordura y la compostura, debido a que su hermana mayor lo había regañado cuándo estuvieron a solas en la habitación. —¿Puedo verla? Digo, quisiera disculparme con ella por lo sucedido.— Coloca sus manos en sus bolsillo algo tímido. Aiden cierra los ojos estando peleando consigo mismo al querer sacar a su bestia interior y avanzalarse hacía Eros, luego la mirada penetrante que le había regalado Lola ante el hecho de comportarse bien con esos desconocidos se hacía presente en su cabeza torturandolo una y otra vez. —Lo más probable es que nos quedaremos hasta mañana, así que no te agradeceré por eso.— Sisea. Eros suspira acariciando el puente de su nariz. —¿Eso significa qué te molesta qué pase a ver a tu hermana?— Achina sus ojos no entrando en su juego. Aiden parece replantearse la forma de responder y actuar. —Iré por algo de comer para entretener al enano cuándo se despierte del todo, te doy cinco minutos y ya me estoy arrepintiendo.— Señala con la cabeza la puerta de la habitación entre abierta. Eros asiente. Incluso, también, se sorprende de igual manera ante el hecho de que lo esté tratando de una forma completamente distinta a cuándo ingreso a la clínica y lo conoció. —Erick irá, y les conseguirá una habitación para que puedan descansar, nos ocuparemos de todo, realmente lamento esto.— Anuncia mirando a su hermano, quién ya se levanta y se aleja. Sin necesidad de tener que escuchar ninguna otra cosa para poder ayudar en lo que sea a su hermano mayor, sabiendo que en realidad el que está pagando los platos rotos es él, cuándo debería de ser tan sólo Erick el responsable de todo. Y si había algo que los caracterizaba a los hermanos Massim, era la necesidad de comunicación sin siquiera tener que hablar. —No queremos tu limosna.— Rueda los ojos Aiden. —¡Y ni siquiera tendrías porque entrar, sólo lo hago porque ella va a matarme si no lo hago, y no quiero reproches de mi hermans!— Lo mira con pocas pulgas, a lo que el morocho alza su barbilla para enfrentarlo. —No es limosna, quiero ayudar, espero que comprendas la diferencia.— Demanda ahora sí algo molesto. Aiden sonríe burlón. —¡¿Tenés miedo que un imbécil cómo yo salga a hablar en contra del cualquiera de los dos hermanos Massim?!— Se burla relamiendo sus labios. Eros alza su barbilla. Claramente su hermano pequeño no se equivocaba al saber que los habían reconocido, otra cosa qué lograba hacer que sea enfurecíera por completo ante el hecho de que detestaba su apellido. —¡Podes hacer la demanda que quieras, la denuncia está en la comisaría, tenés la ficha técnica de todo lo que sucedió y mis datos! Te guste o no me voy a quedar hasta que le den el alta a la rubia.— Aprieta sus labios. Aiden se carajea y presta atención a Demon que se remueve incómodo. —¡¡Si cómo sea, no sos mas que un famosito, hijo de mamá y papá, y no me trates cómo idiota que sé perfectamente que por más que yo haga una queja ante ustedes, tanto en la comisaría, cómo en cualquier lugar, seguramente están más que acomodados y nadie dudaría en salvarles el pellejo!!— rueda los ojos. Eros tuerce su entrecejo, no gustándole en absoluto el modo que está teniendo para hablarle, menos que menos, qué lo esté acusando de una cosa así. Es exactamente por eso mismo que avanza tan solo dos pasos para quedar frente a frente de Aiden. —¡No me interesa una mierda cubrir mi nombre, no me interesa lo que los medios de comunicación digan, no me interesa lo que vos pienses de mí sin conocerme, y juzgandome por lo que lees en los medios de comunicación!— Relame sus labios con total arrogancia al terminar de responderle. Aiden sonríe. —¿Iba manejando tu hermanito, verdad?— Sonríe de costado. Eros alza la barbilla. —Es mi camioneta la que atropelló a tu hermana, y es por eso que me estoy haciendo responsable de absolutamente todo y no me voy a ir hasta que ella tenga el alta y sepa qué se encuentra en perfectas condiciones.— Deja en claro. No quiere darle información por demás que pueda llegar a utilizar en su contra, pero en realidad no es que le preocupa qué, justamente, lo utilice en contra de Eros, sino que le preocupa que lo pueda llegar a utilizar en contra de Erick y eso caiga en manos de su madre, siendo un problema intrafamiliar que se puede evitar ante todas las cosas. Más que nada conociendo la perfección el carácter de Rebeca, su madre. —¡Sólo sos un imbécil más con dinero, no necesito ver ningún tabloide para saberlo!— Se burla y lo mira con desprecio de arriba abajo. No había que ser un genio para darse cuenta de que ellos estaban en una gran posición adquisitiva, Incluso como primera medida en cuánto los fueron a buscar a la propiedad, ya se había dado cuenta de que el lujo estaba en todos lados, y luego de haber hablado durante varios minutos con Eros y con Erick es que se dio cuenta de que los había visto con anterioridad, pero no en persona, sino que los había visto en cualquier tabloide de la calle o en la televisión. —Aideeen.— Balbucea incomodo Demian. Su hermano le intenta acomodar un poco más la campera y lo cambia de lado para poder abrazarlo un poco mejor. —¡Tranquilo, enano!— Insiste acariciando su cabello. Eros no pierde ni un solo movimiento de los que ellos dos hacen, centrando su atención en el pequeño con un dejo de preocupación en cada una de sus muecas.
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