—¿Que tiene?— Eros pregunta mirando al pequeño.
Aiden muerde su labio inferior, no estando seguro de responder de buenos modos o de plantarle la cara, más aún, sabiendo qué Eros le había pedido permiso para dirigirse hacia la habitación de su hermana, y esperaba que aprovechara aquel pequeño lapso que le había otorgado para que hiciera aquello, antes de que cambiara de parecer.
—Tiene frió, está destemplado y encima ya no puede dormir, así que supongo que no tengo que explicarte que le ocurre, a menos que no sepas cómo se comporta un niño pequeño.— Suspira rodeando los ojos, quitándose su sudadera para taparlo con ella.
—Yo...— Eros, aprieta sus labios sin saber que más decir.
Claramente la actitud del hermano de Lola lo deja espantado, y en absoluto quería familiarizar con él, menos que menos, aceptar sus disculpas o todo lo que los hermanos Massim les pudieran ofrecer para que su estadía en la clínica fuera lo más amena posible.
Lamentablemente, no conocía otra forma de poder comportarse en una situación de aquella índole, teniendo en cuenta la personalidad que lo precedía y cómo es que él se movía en su cotidianidad, pesar de lo que pudieran llegar a pensar personas como Aiden que no tenían ni idea de cómo era él en la vida real.
—Sera una larga noche...— Murmura Erick suspirando.
Eros rueda los ojos, sabe perfectamente que Aiden escucho lo que su hermano menor estaba diciendo, y no le parece que sea un comentario acorde a lo que esta pasando.
De igual manera, no lo puede decir en voz alta ahora mismo.
Quiere intentar evitar cualquier otro tipo de confrontación entre los dos menores, teniendo en cuenta que las chispas explotan por todos lados ante cualquier palabra malinterpretada ante ambos bandos.
—Lola está bien y eso es lo qué importa, en cuánto podamos irnos estaremos bien y él también.— Admite Aiden, pasando por alto el comentario de uno de los hermanos.
—Si...— Demian murmura haciendo ojitos hacia su hermano. —Estoy bien, Aideen.— Susurra.
Cómo si Aiden, de verdad, estuviera hablando con él, a lo que Aiden no hace más que sonreír, acomodando su sudadera sobre sus pequeños hombros para que se sintiera mucho más acobijado y que el frío no pudiera pasar a su pequeño cuerpo.
Y es por eso qué deja de prestarle atención a Eros, dándole a entender que es su oportunidad para dirigirse a la habitación qué le fue designada a Lola.
Eros los mira de reojo y se adentra en la habitación, sin más.
Tenia la necesidad de estar cerca de ella y quería averiguar el porqué.
Además de qué le generaba demasiada curiosidad el hecho de que su hermano del medio estuviera tan sobreprotector para con el menor, de la misma forma que lo era para con ella, llegando a imaginar o pudiendo hilar en su cabeza, el hecho de que estaban solos en el mundo.
Otra razón para no estar juzgándolo y no reaccionar de malos modos, como lo había hecho Erick, ante las respuestas que más los modos que había tenido Aiden para con ellos en cuanto se entera de que fueron los culpables del accidente.
—¡Ey... Hola rubia!— Sonríe alzando una mano delicadamente.
Lola aprieta sus labios intentando sonreír. —Lola... Soy Lola.— Suelta con una risita.
Había escuchado de más de una oportunidad, en lo que iba de la madrugada, que él la había llamado de esa manera, y ya no le resultaba muy cómodo del todo.
Eros, también sonríe. —Lola.— Relame su nombre en sus labios. —Me gusta, pero más me gusta que estés bien.— Agrega divertido, a lo que ella tiñe sus mejillas de colorado.
—¿Y vos, cómo te llamas?— Muerde su labio inferior tímida ante su penetrante mirada.
Eros se acerca más hacía la cama, tomando asiento en una silla cerca de ella.
—Podes decirme Eros, aúnque, todo el mundo me llama por mí apellido.— Vuelve a sonreír analizando sus facciones y golpes.
Lola, arquea sus cejas, y si bien lo acaba de conocer, se da cuenta que él le está queriendo decir mucho más de lo que dice, por lo cuál, no entiende cómo ni porque, pero se siente cómoda hablando con él, al igual que siente una gran vergüenza de estar en aquella cama, al no haber prestado atención al cruzar para dejar la basura.
Habiendo sido lo último que se había estado replanteando por su cabeza en estos últimos minutos en los que recobró el conocimiento, y estuvo al pendiente de todo lo que había sucedido en las últimas horas.
Quería ser generosa para con ella misma y llevar la situación para su beneficio al autoconvencerse de que se lo debía al cansancio qué llevaba a diario, no obstante, Lola, se culpaba sin escrúpulos, pensando en todo el daño que le había ocasionado a su hermano, y las molestias a la persona qué tiene frente a sus ojos.
—Y creo qué no te gusta eso.— Acota delicadamente.
Eros sonríe mordiendo su labio inferior. —No mucho, mi apellido no me define, y eso es lo qué todos creen cuándo saben quién soy.— Argumenta.
Queriendo decir mucho más de lo qué se permitía.
—Eros será entonces.— Susurra.
El morocho suspira mirando toda la habitación y cómo ella se encuentra en realidad, frunce sus labios y pasa una mano por su nuca algo incomodo.
Nunca se había tenido que poner en aquella situación, y su cabeza no dejaba de pensar en cómo era la forma correcta de actuar en estos momentos.
Dejando a un lado el hecho de los conflictos que podría llegar a tener más adelante para con su madre, y cómo es que utilizaría aquello para su beneficio, y de esa forma poder dejar bien parado a Erick.
—¿Duele?— Frunce sus labios, una vez más, con pena.
Lola parpadea, y mueve su cabeza de costado, lentamente, al mismo tiempo que su caudal de dolor se lo permite. —Solo la cabeza en realidad, después mucho más no siento... Creo que estoy drogada de medicamentos.— Admite subiendo sus hombros.
—"Somos dos."— Piensa él.
—Te diste un gran golpe, tu hermano está preocupado, casi me arranca la cabeza cuándo apareció por la clínica y no lo culpo.— Comenta relamiendo sus labios.
Lola suspira apretando sus manos. —No lo recuerdo en realidad, y creo que eso es lo qué más vergüenza me da... Aiden ya me vio, y sabe que estoy bien, quizás es algo exagerado, lamento qué tengas qué lidiar con él, tiene un temperamento un tanto explosivo.— Se ríe, negando lentamente.
Tan lento, que se arrepiente de inmediato por el dolor.
—Tenes que mantenerte despierta al menos por doce horas más, pero seguro que eso el médico te lo explico, yo sólo quería saber cómo te encontrabas y disculparme cómo corresponde.— Suelta sin saber bien que decir.
Lola asiente tímida.
—Si, aúnque, yo no puedo pagar este lugar, y les dije que tenía que darme el alta... Así que espero que me la den pronto y me recuperare en casa, haré reposo y no dormiré por esas horas, pero no puedo hacerlo acá, ni en sueños, esto es cómo un hotel cinco estrellas para mí y mi familia.— Admite ruborizada.
Era vergonzoso decirlo en voz alta, pero más vergonzoso era saber la cara que pondría cuándo viera la cuenta y supiera que todo ese dinero que su amiga le había regalado para que su navidad fuera mejor, se iría completamente a sus gastos médicos extras, cuándo en sí, era completamente innecesario y ella podría estar en un hospital público sin ningún problema.
Eros sonríe y niega con la cabeza.
—No te preocupes por los gastos, es lo mínimo que puedo hacer por haber causado el accidente, me haré cargo de todo, incluso ya tienen mi número de seguro y están pasando todo a mi cuenta.— Le explica moviendo su cabeza a un costado. —Así que lamento decirte que vas a quedarte al menos hasta mañana en este hotel cinco estrellas.— Sonríe coqueto.
Lola, abre sus labios y los vuelve a cerrar, casi igual que si fuera un pez, no tenía idea de que decir, por lo que sólo suspira y juega con sus manos entre sí.
—¿Pasa algo?— Eros sonríe.
Estaba descolocado, no la conocía, y parecía ser, al mismo tiempo, la persona más interesante qué se habia cruzado en su camino después de mucho tiempo.
Por lo que no podía dejar de sentir aquella atracción, aquella necesidad de protegerla, de saber por lo que estaba pasando, y de poder meterse en su vida, siendo que, probablemente, era lo más cínico e ilógico que alguna vez había pesando, no obstante, no había otra cosa que no pasara por su cabeza qué no fuera eso.
—En realidad creo que cruce mal. ¿Verdad? Recuerdo poco, pero se muy bien lo distraída qué podía estar en esos momentos, además de cansada. — lo mira asustada. —Así que la culpa es totalmente mía y muero de vergüenza, más que estés haciéndote cargo de estos gastos tan costosos, siento qué no lo merezco.— Suspira negando con la cabeza.
Eros sonríe y toca el puente de su nariz.
—Sos muy linda.— Suelta ronco.
Ambos se miran hasta que la timidez y la incomodidad aparece entre ambos.
Eros jamás había sentido vergüenza o timidez de avanzar con una mujer, pero haber soltado aquellas palabras, que eran sinceras porque eso pensaba de ella.
—Yo... Lo lamento, probablemente eso fue inapropiado, sólo lo estaba pensando y lo dije.— Sonríe de costado.
Maldiciendosé por dentro, queriendo, realmente darse una cachetada mental. —Lo que quiero decir, es que no tenes porqué preocuparte, un accidente lo tiene cualquiera, y lo importante es que estás bien y no paso a mayores, no es algo que haya que lamentar, por lo que no tenes que pedir disculpas, también, nosotros podríamos haber estados atentos al camino. Así qué la responsabilidad es de ambos si eso te hace sentir menos avergonzada.— Frunce sus labios al finalizar.
Pensando que lo que estaba diciendo era, nada más y nada menos, que la verdad.
—Uhmm, es difícil no hecharme la culpa de todo...— Admite inflando su pecho.
—No lo hagas, no pienses en eso.— Propone relajado.
Lola parpadea y asiente levemente ante sus palabras.
Creyendo qué no tendría nada de malo implementar las mismas en este momento.
—Gracias por llamar a mis hermanos, no se qué hubiera hecho Aiden si no tenía noticias mías.— Suelta cambiando de tema.
—Estabas pidiendo por él, era lo menos que podía hacer, parecidas demasiado desesperada por él, creí qué era tu novio.— Sonríe, con una pequeña mueca de costado.
Lola infla su pecho, aún, jugando con sus manos. —Lamento sí Aiden no sé comportó de la mejor manera.— Sube su vista delicadamente hacia sus ojos.
No sabía porque él había dicho aquello, y no creía qué fuera correcto corregir el hecho de no tener novio.
Él, solo sonríe, restándole importancia.
Quería que ella se sintiera cómoda, incluso, era algo que sentía cómo una necesidad en estos momentos, en aquella loca manía de necesitar protegerla.
—Yo hubiera dicho lo mismo por mi hermano menor, él parece un buen hermano sobreprotector, a pesar de qué creo qué sos la mayor.— Esboza una pequeña mueca de costado.
Lola infla su pecho y sonríe. —Lo es.— Admite. —¿Lo que me hace pregunta, dónde está ahora?— Muerde su labio inferior preocupada.
—Erick, mí hermano, les fue a buscar algo para comer a tus hermanos y les darán una habitación pegada a la tuya para que puedan descansar... Espero que eso pueda ayudar a que pasen un poco más comodos la noche, se qué no es divertido estar internada, pero haré lo qué este a mi alcance para su comodidad.— Agrega.
Lola sonríe.
Para luego, lleva su mano libre de cables hacia sus labios, ocultando una gran carcajada.
—¿Que?— Cuestiona, él.
—Aidemñn no aceptará nada de eso. Es mejor qué lo evites.— Asegura rodeando los ojos.
Eros sonríe y asiente. —Justamente eso es lo que está pasando.— Admite entre risas.
Lola sonríe al sentir su carcajada tan contagiosa.
—Solo somos nosotros tres y Aiden suele ser desconfiado, me disculpo de ante mano por su mal comportamiento, creo que estoy demasiado sedada cómo para reaccionar cómo quisiera, pero me preocupa cómo él se pueda llegar comportar para con ustedes.— Responde apenada.
Eros mueve la mano restándole importancia. —No te preocupes por eso, ahora tenés que descansar, pero sin dormirte, lo que es un poco ilógico.— Bromea levantando sus manos a modo gracioso.
Ella solo hace un puchero involuntario, que vuelve loco a Eros de inmediato.
—Eso es difícil.— Asegura risueña. —Salir de trabajar y estar en una cama me da cómo resultado, dormir.— Carajea mordiendo su labio inferior.
Eros no pasa por desapercibido aquel gesto.
Traga saliva y abre sus labios para volver a cerrarlos ante el deseo de besarla.
Se sentía como un niño adolescente por sentirse así de inquieto, pero desde que ella lo había mirado a los ojos podía sentir que era distinta a las demás, empezando porque no lo conoce y no sabe nada de la fama, es por eso que tiene una posibilidad de saber cómo le cae a la gente en este mundo tan solitario de poder y negocios.