—¿Te gusta leer o algo?— Frunce sus labios preguntando.
Lola, muerde su labio inferior, mientras que suelta una pequeña risita, completamente nerviosa y no sabiendo cómo actuar en esta situación.
Eros se estaba comportando, verdaderamente, como un caballero para con ella, y por más qué, quizás, lo estuviera haciendo porque se sentía culpable ya qué la había atropellado con su camioneta, Lola creía que eso no se estaba notando, y lo hacía verse, de todos modos, cómo un perfecto caballero y algo a lo que ella no estaba acostumbrada en absoluto.
Y la segunda razón y las más obvia, por la cuál, ella sentía vergüenza y timidez, era nada más y nada menos, que el hecho de que él le parecía extremadamente bello, y no podía ni siquiera creer que estuviera pensando de esa manera, porqué no era algo cotidiano en su vida y fijándose en si los hombres eran guapos o no.
Usualmente sus amistades le decía que debía dejar de trabajar un poco y salir, hasta que le diera alguna que otra oportunidad a todos los pretendientes que tenía en la universidad e ignoraba por completo.
No había sido, hasta esta noche, en vísperas de Navidad, qué Lola se había sentido completamente atraída por Eros, y para ser más específicos siendo una de las primeras veces que recordaba está atraída de esta manera por un hombre y por una persona.
Envolviendola en un sin fin de deseos y sentimientos extraños a los qué no estaba acostumbrada a diario.
—¿Que dije?— Sonríe mordiendo su labio inferior.
Ella, sonríe una vez más. —Nada, es sólo que no recuerdo que alguna vez alguien me haya preguntado eso, y es extraño, pero me agrada.— Acota subiendo sus hombros.
Otra tonta reacción de su cabeza al decir la verdad sobre lo qué estaba pensando, por más qué quisiera decir cualquier otra cosa para no quedar avergonzada.
Eros traga saliva. —Soy el primero, entonces.— Le guiña un ojo coqueto.
Lola sonríe mordiendo su labio inferior y bajando la mirada. —Eso parece.— Susurra delicadamente.
Eros entre abre sus labios y los vuelve a cerrar negando, sentía esa chispa extraña, qué lo hacía replantearse el hecho de estar hablando con una desconocida cómo si no lo fuera, y a su vez, las incontables ganas de seguir indagando sobre aquella rubia qué tenía frente a sus ojos.
—Te puedo traer una tablet con ebook o Netflix para que pases el rato y sea más fácil el no dormirte, tengo una en la camioneta, y si ya hice lo suficiente cómo para tenerte en estás cuatro paredes sin poder dormir, creo qué puedo ayudar con qué sea más ameno.— Agrega.
Haciendo una mueca con la cabeza, al arrepentirse por dar tantas explicaciones.
Lola se sorprende y vuelve a reír ante sus gestos y palabras, no siendo la única qué se siente extraña en ese punto de la conversación.
—No tengo idea de qué clase de persona lleva una tablet en su camioneta.— Responde risueña.
Él sonríe haciendo un gesto con sus ojos. —Uno algo intenso con el trabajo y la tecnología, supongo que eso me avergüenza, pero es útil ahora y me alegra de ser así y llevar una a todos lados.— Admite apretando sus labios, en una mueca tierna.
Ella abre sus labios, lo observa y asiente apretando sus labios.
Si se disponía a mirarlo, se daba cuenta de que él parecía ser justamente esa clase de persona. Tal cuál se estaba describiendo, adicto al trabajo, alguíen responsable y qué sé ocupaba de sus negocios con sus propios ojos.
—Ya lo creo.— Bromea.
Él, se pierde unos instantes observando sus facciones, y sí bien, estaba algo lastimada en su rostro, seguía siendo hermosa.
No pudiendo llegar a imaginar lo hermosa qué sería cuándo no tuviera aquella heridas y las ojeras bajo sus ojos.
—En serio, volviendo al tema, puedo traerte lo que quieras, quiero qué tu estadía sea lo más amena posible. —Insiste, con una mueca de preocupación en su rostro y su entrecejo fruncido.
Lola niega.
—Estaré bien, gracias Eros, no es necesario que te molestes tanto, ya suficiente con todo esto.— Señala la elegante y equipada habitación.
No pudiendose acostumbrar a algo de aquella magnitud, y sin poder dejar de pensar en dónde estarían Demian y Aiden.
Él suspira, pasando una mano por su barbilla. —Dejame cuidarte.— Pide mordiendo su labio inferior.
Ella hace una mueca de vergüenza con sus labios. —No puedo desobedecer mucho desde acá, pero créeme qué no es necesario, sólo con una revista estaré bien.— Señala el suelo con una mueca.
Eros va a responder pero un golpe a la puerta los interrumpe.
Es Erick, con unas bolsas en su mano y una mirada de disculpas para su hermano mayor, quién lo mira arrugando su entrecejo por la forma qué había tenido de ingresar.
—Perdón por interrumpir, traje algunas cosas.— Comenta alzando la bolsa de Nike y la mochila que Eros siempre lleva en su camioneta con su tablet y computadora.
Lola observa la escena sin entender absolutamente nada, al igual qué, de todos modos, se mantiene en silencio, apretando sus manos sobre las suyas.
—Él es Erick.— Los presenta y el susodicho levanta la mano para saludar. —Mi hermanito.— Agrega mirando al morocho con una sonrisa.
Ella asiente, dándose cuenta, ahora, de las leves coincidencias en sus facciones qué justificaban el echo de que son hermanos.
—Hola, lamento esto, soy Lola.— Lola, es quién, claramente, habla a modo de disculpas.
Erick mira a Eros sorprendido y él niega con la cabeza.
—Quien debería de decir eso soy yo, te atropelle y la verdad es que es muy vergonzoso de mí parte, lo lamento mucho, y me alegra que estés bien.— Le recuerda con una mueca.
Emma sonríe restándole importancia. —Fue mi culpa, así que no te preocupes.— Asegura subiendo su hombros con total sinceridad.