Eros no quería decir nada al respecto y tampoco hacía falta, él y su hermano solían comunicarse muy bien tan sólo con la mirada. Y bastaba ver a Erick para saber que ambos coincidían en qué Lola no tenía idea de quiénes eran, o del peso qué llevaba su apellido.
Erick sonríe. —Si mí hermano se echó la culpa, fue sólo para protegerme, pero quién iba al volante era yo, realmente lo lamento.— Insiste. —Estaba distraído y me alegra qué no haya pasado a mayores.— Se sincera.
Lola parpadea y apreta sus labios, mira a Eros, el cuál parece querer matar a su hermano con la mirada, sin embargo, no dice absolutamente nada, y se mantiene de brazos cruzados en una esquina de la habitación viendo a los dos.
Si hablará con él será en privado, no delante de una persona qué acaban de conocer.
—Eso es tierno.— Lola sonríe.
Erick suspira rodeando los ojos. —Lo sé, el hermano mayor sobreprotector.— Lo observa con una media sonrisa.
Y además, alzando sus manos, para darle a entender qué no esta arrepentido de haber dicho la verdad, de cualquier manera el hermano de la rubia lo sabia y no había forma de que ella en un futuro se enterara también.
Y teniendo en cuenta el temperamento qué parecía tener Aiden, era mejor qué fueran claros desde el momento cero.
—¿Trajiste todo?— Eros pregunta, mirándolo, cómo si realmente quisiera matarlo.
A punto de hacer rechinar sus dientes.
—Ropa nueva para los tres, tus artefactos digitales y ya les deje una bolsa de ropa ellos, comida y los llevaron a la habitación qué dispusieron para su familia.— Explica dejando todo en el pequeño sillón de dos cuerpos.
Eros asiente.
Lola mira todo sorprendida, le parece demasiado, pero no emite ni un sólo comentario al respecto.
Primero y principal porqué no tiene idea de que están hablando, y de cualquier modo, también le parece alevoso lo grande que se ve esa bolsa. Y si no malinterpreto aquello es para ella y sus hermanos y no le encuentra sentido.
—¿Querés un buzo?— Eros cuestiona tomando uno de la bolsa y cortando las etiquetas con la mano.
Ella lo mira tímida, queriendo decir qué no, pero tiene frío, y no puede evitar que aquello se vea reflejado en su rostro.
Erick sonríe, aquella chica parecía mucho más amable que sus hermanos.
Parecía ser humilde y no querer obtener nada a cambio, algo qué creía que sería todo lo contrario con este gran incidente.
—Uhmm... Estoy bien... Gracias.— No sabe que responder sinceramente.
Pero le habían quitado el buzo que llevaba puesto y sólo se encontraba con una camiseta manga corta.
El mismo era de Aiden y realmente lo quería llevar puesto ahora mismo.
Erick sonríe y los vuelve a dejar solos. —Estare afuera si me necesitan, y de nuevo, lo lamento, Lola.— Mira a su hermano por última vez antes de irse.
Eros asiente, y se acerca a la rubia, llevando el buzo en la mano. —Te quedará mejor que a mi.— Bromea pasándole el mismo con una mirada de ternura.
Lola, verdaderamente siente vergüenza , y al mismo tiempo calides, algo que le esta sucediendo desde que Eros llegó a su vida.
No entendía porqué, pero tenía grandes sentimientos encontrados hacia su persona.
—Gracias.— Murmura cuándo ya tiene la sudadera colocada y se siente más abrigada y reconfortante.
Eros traga saliva moviendo su nuez de Adán, había elegido ese buzo porque realmente le parecía fascinante, pero ahora le parecía el doble de increíble al ver a Lola en él.
Lo qué lo obliga a negar con la cabeza para quitar aquellas ideas de su mente.
—Te dije que te quedaría mejor.— Le guiña un ojo.
Ella ruborizada, baja la mirada, negando con la cabeza.
—Iré a ver si tus hermanos necesitan algo y vuelvo en caso de que quieras compañia.— Infla su pecho y muerde su labio inferior sacando la tablet de su mochila.
Se la tiende y ella lo mira extrañada.
—Te dejo mí tablet, usala para distraerte con lo que quieras, tiene su propia banda móvil.— Agrega señalando la misma.
—¡¿Qué!? ¡No! ¡No es Necesario!— Responde, no creyendo jamás que él de verdad llevará una tablet en su camioneta.
Eros sonríe. —¿Creíste que era mentira?— Acota gracioso.
Lola asiente con una mueca obvia. —Jamas me imaginé que una persona, llevará tantas cosas encima, a decir verdad.— Asegura inflando su pecho.
Eros, traga saliva, una vez más.
Ella es fascinante, hermosa, natural, espontánea, y humilde, y quizás era lo que estaba necesitando que llegara a su vida a quitar esa monotonía absurda de la que estaba hasta los topes de tolerar.
—No soy cualquier persona, bonita, soy Eros Massim.— Le guiña un ojo coqueto.
A lo que Lola, completamente sorprendida por su ego y la forma que él esta teniendo de hablar, arquea sus cejas, soltando una pequeña carcajada y llevando una mano a sus labios para ocultar la misma, en un gesto sumamente tierno, a parecer de Eros, qué no puede dejar de mirarla a todo momento.
—¿Se supone que debería de saber quién sos?— Cuestiona mordiendo su labio inferior.
Y lo estaba preguntando con total sinceridad.
Eros sonríe negando, no podía creer cómo su hermano lo conocía, y ella precia estar completamente perdida en su mundo, llenándolo de un montón de incertidumbre, y de curiosidad por conocer a esa dulce rubia que tenía frente a sus ojos y que está noche se había cruzado con él.
—No, para nada, no soy nadie, Lola.— Le asegura con un guiño de ojos.
Queriendo ser honesto en sus palabras.
Así lo sentía él, el ser de familia privilegiada y pertenecer a un imperio hotelero no le daba la pauta de nada, por eso siempre se había querido manejar por sus propios negocios y no por lo que era heredado.
Ella abre sus labios y los vuelve a cerrar, mueve delicadamente su cabeza a un costado, intentando, de algún modo, analizarlo, pero Eros sólo le sonríe y le vuelve a señalar la tablet sin dejar que ella hable.
—La contraseña es 2424, úsala tranquila.—Se aleja poniéndose una campera de pluma que saca de la bolsa.
Privilegios de ser famoso.
Las marcas le envian productos para promocionar sus diseños y él los terminaba regalando a sus amigos o familiares. Y justamente ahora sentia que los estaba usando en una buena causa.
Había ido a tarde a buscar los productos que quería, ya que dicha marca estaba ansiosa por verlo utilizar aquello, Eros, a decir verdad no le daba importancia, por otra parte, su madre, si. Y era la que llegaba a esa clase de acuerdo con las marcas, habiendo pactado antes, entre ellos dos, que Eros lo usaría cuándo quisiera, y qué no sería igual que el resto de los famosos que subían todo a sus r************* .
Si las marcas captaban que usaba la ropa en algún fin de semana, sería nada más y nada menos que por manos de fotografías de periodistas, y de igual manera, su madre había asegurado que eso era más que suficiente.
—Gracias.— Lola alza una mano delicadamente con sus labios apretados.
No tiene mucho más qué decir.
Se siente extraña y algo revuelta por el accidente.
Eros sale de la habitación sin decir nada más, Erick lo recibe con un café para él, con motivos navideños en el vaso por las festividades cercanas.
—Enfrente está el Starbucks abierto 24hs, creo que es lo único que vas a tomar hasta mañana.— Hace una mueca mostrando la bolsa con el logo de la sirena.
Luego le da un sorbo a su café.
—¿Les llevaste?— Pregunta señalando con la cabeza la habitación continúa.
Erick asiente y suspira. —No lo recibo muy bien.— Bromea. —Solo el enano, cree que son regalos de navidad.— Murmura.
Ambos sonríen.
Eros, traga saliva, para luego pasar ambas manos por su cabello.
Realmente no poder creer que estén pasando por esta situación.
—¿Estás bien?— Erick cuestiona.
El mismo era la persona más allegada a su hermano mayor, e incluso, a pesar de ser el menor, Erick era de esas personas que lo daba absolutamente todo por su hermano, de la misma forma que quería ahora mismo protegerlo, qué no se viera involucrado, siendo qué peor aún el problema había sido por su distracción, y que Eros no tenía en absoluto la culpa de nada.
cabía recordar, ya que era algo que él no olvidaba, que estaba siendo su mismo hermano mayor el que estaba poniendo la cara por él y mintiendo en que iba al volante.
—Me preocupa cómo estás vos, Erick, se lo que tu cabeza trabaja cuándo te echas la culpa de las cosas.— Demanda pasando una mano por el puente de su nariz.
Erick niega, frunciendo su entrecejo. —Estoy bien, Eros.— Asegura alzando su barbilla.
Intentando sonar sereno y confiable.
Eros asiente, luego de echarle un buen vistazo de arriba abajo. —Iré con ellos a ver como estan las cosas.— Bebé de su café y suspira palmeando el hombro de su hermano.
—¿Te acompaño?— Avanza.
Eros niega alzando una mano. —Estara bien.— Sentencia.
—Avísame.— Lo mira serio, desconfiando por completó de Aiden y su actitud.
—Gracias por estar, no te culpes de nada, esto es todo mí responsabilidad, y espero qué te lo metas en la cabeza y no vuelvas a hacer algo cómo lo que hiciste en la habitación con ella.— Aprieta sus labios mirándolo perspicaz.
Erick niega con la cabeza.
Se seguía sintiendo culpable de causar el incidente. No obstante, también había algo que lo intrigaba de cómo es qué Eros se estaba tomando todo aquello y cómo estaba actuando para con Lola, teniendo en cuenta que la acaban de conocer.
Teniendo qué cuestionar, luego, en privado, si era una especie de estrategia para no tener problemas legales con ellos.
Eros avanza golpeando la puerta de la habitación antes de ingresar. —Permiso.— Susurra.
—Lo que faltaba.— Murmura Aiden al verlo en la puerta.
—Hola.— Suelta con voz dura.
Si él le iba a hablar de ese modo, no tenía motivos para sonar amable, sólo con Lola y su hermanito pequeño.
—¡¿Que se supone que haces todavía acá?!— Se queja con pocos animos.
Eros lo ignora, no va a confrontar con él, aúnque, ganas no le faltan. —¿Se durmió?— Cuestiona mirando a Demian en la cama.
Aiden niega mientras que lo termina de tapar. —No del todo.— Murmura algo cansado.
Demian los escucha y alza su cabeza. —¿Creen que Santa venga a la clínica?— Suspira triste.
—Pasaremos navidad en casa, enano, y Santa va a ir a casa a dejarte algo seguramente, cómo todos los años.— Explica mientras que Eros lo mira de reojo.
—Pero Lola está lastimada.— Baja su mirada y la levanta hacia Eros. —Hola.— Le sonríe dándose cuenta ahora mismo de su presencia.
—Tu hermana mañana va a poder estar en tu casa con vos.— Promete guiñándole un ojo.
Demian abre sus labios emocionado y luego parpadea.
—¿Que estás tomando?— Sonríe con sus ojos brillosos al ver su vaso caliente de formas divertidas.
Claramente era un niño muy amante de la navidad.
Aiden rueda los ojos y Demian sonríe. —¡Enano tenés qué descansar!— Lo llama Aiden para que deje de hablar con el morocho.
Ellos también tenían sus café sin tocar y un jugo para Demian, junto con algunas cosas dulces.