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1576 Words
Eros, observa por última vez a Aiden, el mismo le da la espalda, pasando ambas manos por su cabello, en una clara actitud de frustración y de desafío al saber que aquel nuevo rico está queriendo comprarse a toda su familia de un momento a otro. Y lo peor de todo a ojos de Aiden, es que parece ser que tiene efecto con todos, menos con él. La puerta se cierra detrás de ellos, volviendo a enfocar sus pensamientos en el pequeño que tiene aferrado a su mano, ya tendría tiempo de ver cómo es que podía llegar a resolver el hecho de que Aiden no era de las personas que encabezaban la lista de quienes más afecto tenían por él. Eros, niega con la cabeza, restándole importancia y dándole prioridad al menor. No sin antes echar un vistazo a su alrededor para corroborar dónde es que se encontraba su hermano menor, teniendo que hacer un pequeño gesto con su rostro, arqueando sus cejas, al no ver a Erick por el pasillo en dónde lo había dejado. —Gracias por los pasteles.— Demian esboza una pequeña sonrisa a labios cerrados. A pesar de que eran altas horas de la madrugada, se sentía eufórico y emocionado por estar probando algo que nunca había consumido, y lo mejor de todo es que le estaba encantando el sabor y los colores, junto con las formas que tenían dichos pastelitos. —¿Está rico?— Indaga saliendo de la habitación. Demian infla su pecho emocionado. —¡Hace mucho que no comía algo tan rico, están increíbles!— Admite emocionado. Eros lo mira con una sonrisa. Pero aquello le llama la atención... —Compraremos más después, para que puedas seguir comiendo todos los que quieras.— Asegura. Demian, parpadea, mostrándose sorprendido, y emocionado, por sobre todas las cosas. Aúnque esa emoción se apaga poco a poco en su cuerpo, al recordar las palabras de su hermano mayor, teniendo que reconocer que no estaba haciendo lo suficientemente correcto al aceptar cosas de un desconocido con tanta liviandad, y con tanta emoción, cuando eran cosas a las que ellos no estaban acostumbrados. —No es necesario, así estoy bien... Le guardaré a Lola, tiene que probarlos, pero te agradezco que me los hayas hecho probar.— Responde con ansiedad. Eros sonríe, sin percatarse de que estaba hablando por cómo es que Aiden lo había retado por comportarse, y asiente golpeando la puerta de la habitación para después abrirla. —Permiso ... Te traigo algo o mejor dicho a alguien.— Sonríe el morocho. Lola levanta la vista de la tablet, dónde estaba viendo una película, y sonríe cansada pero emocionada de ver a Demian de la mano de Eros. —¡Demian!— Sus ojos cambian inmediatamente al verlo y se refleja en su brillo. De todos modos, se sorprende inmediatamente de que Demian, no se encuentre con Aiden, quién debería de ser su persona a su cuidado. Eros se da cuenta, al instante, de su preocupación. —Le pedí permiso a tu hermano para traerlo con vos, alguíen estaba muy ansioso por poder verte.— Acota moviendo su cabeza hacía un costado. —¿Te hizo lío?— Frunce sus labios preocupada. Demian se suelta de Eros y corre a la cama de su hermana intentando subirse. —¡Lola!— La llama mordiendo su labio inferior. —Para nada, pero quería verte y tu hermano necesita estar a solas un rato, creo qué fue demasiado de sociabilizar.— Explica pasando una mano por su nuca. No quería dar demasiada información respecto, ya que todavía había un menor entre ellos, y a pesar de que el mismo podía llegar a entender un poco de lo que hablaban los demás, no quería confiarse que pudiera llegar a entender que estaban hablando de su hermano mayor. Lola, traga saliva bajando la mirada, comprendía a la perfección lo que Eros le quería decir, y lo peor de todo es qué se avergonzaba por completo de la actitud que estaría teniendo en estos momentos Aiden. Lamentablemente, tampoco es que lo podía culpar, no debería de ser fácil para su hermano tener que estar en una clínica desde hace tantas horas, esperando a que ella pasara prácticamente doce horas en observación para poder irse a su casa. Más aún, teniendo en cuenta qué era Aiden quién tenía qué hacerse cargo de Demian. —¡¡¡¡Te extrañe tanto, Lola!!!!— Admite abrazándola y cortando cualquier tipo de conexión visual que pudiera llegar a estar teniendo para con Eros. —Hola hermoso.— Suelta un pequeño quejido, que disfraza de inmediato con una sonrisa. Eros, se da cuenta de inmediato, al estar atento a cada uno de sus movimientos y facciones, qué Lola estaba adolorida por sus movimientos, pero qué jamás se lo diría al pequeño. Y no sabe porqué, pero él, necesita hacer algo al respecto para que Lola comprenda qué no puede actuar cómo sí el golpe no hubiera sido fuerte. —¡Con cuidado, campeón!— Eros se acerca rápidamente a ellos y ayuda a la rubia a moverse un poco para que Demian entre bien sin lastimarla. Relame sus labios al sentirla tan cerca, pero se aleja cuándo recuerda que hay un menor en el medio de los dos y que prácticamente recién la conoce y va a quedar cómo un loco si se abalanza sobre ella. —Esta bien, no te preocupes, estoy acostumbrada a sus abrazos...— Muerde su labio inferior, acariciando la frente de Demian. —Gracias por traerlo.— Sonríe con calma. Eros infla su pecho, mientras qué le guiña un ojo coqueto. —Cuando quieras.— Murmura levemente ronco. Lola parpadea y traga saliva. —Eroos me compro un montón de pastelitos.— Admite mostrando el último bocado que se mete en la boca. Ella mira al morocho agradecida. Al mismo tiempo, qué la sorpresa se hace presente en su rostro, pero lo intenta ocultar. —¿Le dijiste gracias?— Lo regaña. Demian abre sus labios y los vuelve a cerrar mirando a Eros con sus mejillas coloradas de la vergüenza al recordar que no le había agradecido quizás... —Gracias Eroos.— Balbucea abrazándose a su hermana. Lola también le agradece en voz baja. Ganándose una sonrisa por parte de Eros. —No es nada, campeón...— Le guiña un ojo y toma asiento a un lado de ambos en una de las sillas. Demian sonríe mostrando sus mejillas todavía levemente coloradas, apoyando su cabeza en el hombro de su hermana mayor. Eros carraspea. —¿Pudiste ver algo?— Cuestiona mirando la tablet. Lola asiente, quitando la vista de Demian. —Aunque todo me da sueño, ¡Soy un fracaso!— Asegura poniendo los ojos en blanco en una mueca graciosa. Demian ve la tablet con asombro y le pide permiso a la rubia para tomarla con cuidado. —Despacio... No es nuestra, Demian y se puede romper si la tratamos de manera brusca...— Susurra acariciando su cabello con una mueca de dolor. Su hermanito está encima de sus costillas y las mismas duelen aún. —Podes usarla todo lo que quieras, Demian, no te preocupes, estoy seguro qué vas a encontrar algo divertido para ver ahí.— Le guiña un ojo divertido hacía él. Lola traga saliva, mientras que niega con la cabeza, pidiéndole lo mismo que Aiden le había pedido, que no lo malcriaran, no obstante, Lola lo hace de un modo mucho más amable, cordial, y por sobre todas las cosas, sin demostrarle que eso le esta molestando. Teniendo qué ser sincera ante el hecho de qué no le molesta que Eros sea amable para con Demian y ella, sólo no quiere ser una molestia, suficiente ya se siente con lo del accidente y su torpeza. —¡No es necesario!— Muerde su labio inferior. Eros le guiña un ojo, subiendo sus hombros. —Es sólo una tablet.— Susurra restándole importancia. Lola niega. —Pero es un artefacto costoso y con el cuál trabajas, tiene que comprender qué no es un juguete.— Acota acariciando el cabello del menor. Eros traga saliva observando la escena, replanteándose el hecho de si no era él quién estaba equivocado, al tomarse la vida de esa manera, y poder observar que había otras familias y otras personas que contaban con diferentes situaciones y posibilidades. Siendo qué Lola le estaba demostrando un gran gesto de humildad al cuidar algo que ni siquiera era suyo, cuándo si fuera por Eros se compraría otra porque no era un gasto qué le cambiara la semana, ni mucho menos la suma en su cuenta bancaria. —Lo siento, es claro que no estoy acostumbrado a tratar con niños.— Admite sonriendo levemente. Lola también lo hace. —Es algo con lo que estoy a diario acostumbrada, y lamento si sueno cómo una maestra ciruela.— Bromea. Logrando contagiar una jocosa carcajada en Eros, quien se queda embelesado observando su belleza y sus facciones. —Creo qué haces un gran trabajo.— Admite ronco. —Con ambos.— Señala con la cabeza hacía la puerta. Lola infla su pecho. —Gracias.— Murmura. No queriendo dar más información, creyendo que no era necesario entrar en aquel sinuoso tema, teniendo en cuenta qué podría llegar a ser, relativamente, abrumador contar cómo es qué sólo eran ellos tres. —Lo digo de verdad.— Le guiña un ojo.
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