Lola lleva algunos golpes curados por los profesionales en sus brazos y rostro. —Carajos.— Susurra el mayor.
Demian al verla abre sus ojos con emoción e intenta tirarse hacia ella.
Aiden, siente cómo poco a poco su pecho se va escurriendo y achicharando de una manera inexplicable, empezaba a conocer un nuevo sentimiento que nunca había experimentado y que se daba cuenta que era pura y exclusivamente a causa del miedo.
Teniendo en cuenta cómo se siente ahora mismo y qué, probablemente, también lo está expresando desde sus facciones y sus movimientos.
Intenta cambiar su rostro a uno mucho más amigable para no generarle ningún tipo de preocupación a su hermana mayor.
Y eso no funciona.
—¡Lola!— Grita Demian.
Aiden sonríe dulcemente.
Aúnque, al mismo tiempo toca delicadamente su nariz para llamarle la atención.
—Shhh, enano, Lola se siente mal, hay que cuidarla no gritar. ¿Si?— Hace un puchero y lo mira quitando el flequillo de su cabello.
El menor comprende a la perfección lo qué le está queriendo explicar ahora mismo y es justamente por eso que hace un pequeño gesto con sus labios mostrándose completamente arrepentido.
No obstante, se sigue mostrando lo suficientemente entusiasmado cómo para no dar el brazo a torcer y poder estar cuánto antes junto a su hermana y en su hogar.
Siendo el primer deseo qué había tenido desde qué se entero del accidente.
—Entiendo lo qué decís, pero yo. ¡Quiero abrazarla!— Se queja escondiendo su cara en su cuello.
—¡Lo harás, tranquilo!— Susurra acariciando su mejilla.
Lola poco a poco entre abre sus ojos y sus labios, mientras que mueve delicadamente su cabeza hacia un costado.
Sonríe con bastante debilidad, pero finalmente los puede reconocer.
Ya era absolutamente todo un logro que estuviera con conciencia, y por eso mismo tenta no hacer movimientos bruscos, cómo le había aconsejado el médico que la había recibido y atendido.
—Lola, me alegra verte.— Aiden la saluda, aún con el pequeño en manos.
Haciendo el mismo gesto que había hecho el pequeño hace pocos minutos a modo de disculpas.
Si a alguien no le quedaba en claro que ellos eran hermanos, con ese gesto había sido más que suficiente para darse cuenta.
—¿Cómo es qué llegaron acá?— Lola suspira y los mira con sus ojos entre abiertos.
—Yo les avise.— Eros, en el marco de la puerta, levanta la mano con una mueca tímida en su rostro.
Ella lo mira y arruga su entrecejo.
Lo reconoce de algún lado, pero sola se da cuenta que es la última persona que vio antes de perder el conocimiento y es por eso que lo recuerda.
Luego infla su pecho apretando sus labios y sintiendo cómo sus mejillas se ruborizan por completo. —¿Vos me ayudaste?— Pregunta con una mueca de dolor.
Eros pasa una mano por su nuca.
Aiden no hace más que colocar sus ojos en blanco, ya le caía en absoluto mal y no había nada que pudiera decir o hacer al respecto para cambiar su perspectiva sobre él.
—¡Él fue quién causó el accidente, ni siquiera deberías de mirarlo con esa cara de agradecimiento, no es más que un imbécil!— Lo señala queriendo golpearlo.
Lola arquea sus cejas ante el echo de que se éste comportando de esa manera, teniendo todavía a su hermano pequeño entre sus brazos, y pareciendo que no toma uso de razón de su conciencia para darse cuenta de ese pequeño gran detalle.
—¡Aiden, cuida tus palabras!— Llama su atención apretando sus labios.
Su hermano niega con la cabeza y le da una pequeña mirada fugaz, y luego vuelve su vista hacia Eros. —¡Ni siquiera deberias de estar acá, ya hiciste lo que tenías que hacer, y no esperes un agradecimiento por mi parte!— Escupe con recelo.
Erick quiere ir hacia él, pero su hermano mayor pone una mano en su pecho negándole el paso. —Tranquill.— Susurra.
Ganándose una mirada completamente de frustración por parte del menor.
Lola pasa una mano por su cabello, estando absolutamente avergonzada y al mismo tiempo impotente de saber que no puede levantarse de la cama, que no puede objetar nada para evitar que su hermano siga haciendo el ridículo y comportandose de esa manera cómo si tuviera la verdad absoluta.
Eros se percata poco a poco de la incomodidad que tiene en su cuerpo y es por eso mismo que aprieta sus labios intentando hacer una pequeña mueca de sonrisa en su dirección.
—¡Deberías que tener consideración que nosotros la trajimos hasta la mejor clínica y nos quedamos a esperar a que ustedes vinieran!— Erick, enfurecido lo señala.
Aiden sonríe cínico con una mirada petulante de costado. —¿Crees que no se por qué lo hicieron?— Se ríe rodeando los ojos.
—¡Porque somos buenas personas y no la íbamos a dejar en el medio de la calle por más que ella hubiera tenido la culpa de cruzar mal!— Erick responde llevando ambas manos alrededor de sus caderas.
Eros observa fijamente detrás de Aiden, a Lola, y luego al pequeño que Aiden tiene en sus brazos.
—¿Ustedes dos se piensan que somos estúpidos? ¿O qué no me di cuenta que en el auto en el que vinimos vale millones y millones de dólares?— Escupe con recelo. —¡Ustedes sólo hicieron esto por el miedo de quedar pegados!— Sentencia obvio.
Lola suspira cerrando los ojos y apretando sus labios. —¡Aiden, estamos en una clínica!— Le recuerda parpadeando.
—¡Me importa una mierda, se lo mucho qué le temen a la prensa, todos los ricos de su nivel lo hacen!— Ensancha su sonrisa, una vez más.
Erick sonríe cínico queriendo una vez más acercarse hacia el hermano de la rubia. —¡Decime eso sin él en tus brazos, idiota y veamos quién tiene más miedo!— Escupe.
Eros, lo frena por completo con un movimiento de mano, de la misma forma que lo había hecho antes.
—Erick.— Aprieta sus labios manteniendo su mandíbula apretada, mientras que observa de manera reprobatoria a su hermano menor. —Déjalos, volveremos más tarde.— Pide dándose vuelta para darles privacidad a los cuatro.
Lola parpadea abriendo sus labios, no pudiendo creer que él se está comportando de manera tan adulta, es por eso mismo que infla su pecho y mira de manera rabiosa a su hermano menor.
—¡Sí, hacele caso a él, que claramente es el que manda y quién te salva el culo!— Sonríe, una vez más cínico hacía Erick.
Eros lo saca de la habitación con una mano en su pecho para impedir que avance. —Lamento esto.— Susurra hacía Lola con sus labios apretados.
Ella parpadea con sus labios entreabiertos, era extraña la forma en la que Eros la miraba, además de qué no llegaba a comprender del todo cómo es qué estaba sucediendo todo aquello.
Recién ahora podía acomodarse y aclarar su mente en qué se encontraba en una habitación de hospital, uno muy bonito por cierto, relacionando qué aquél chico que estaba parado en el marco de la puerta, y tenía recuerdo de haberlo visto antes, era quién la había llevado hasta allí.