Un nuevo día comienza y realmente empieza duro. Con la espalda doliendo por dormir tan incomoda y con nuestras maletas en el carro de tacos, nos marchamos al hospital donde debemos trabajar sin que alguien sospeche de que nos hemos quedado sin casa. Durante las horas que estuve despierta, pensé en alguna alternativa donde podamos quedarnos, pero no había otra además de estar en el hospital. Así, nos ahorraríamos el pasaje y podríamos ahorrar todo el dinero posible para el tratamiento de la abuela. Por lo que, antes de amanecer, me levante de mi cama y les comente mi idea a los abuelos. — No creo que sea buena idea. Sería muy descarado de nuestra parte hacer algo tan arriesgado que nos puede costar nuestro trabajo. — dice la abuela Jude. — Lo sé. Pero no tenemos otra alternativa. Es eso o