El tiempo en el autobús es corto y cuando nos bajamos de la parada del autobús, caminamos solo diez minutos para llegar a una gran casa familiar, donde desde afuera se escucha el ruido de los niños corriendo. — En mi casa viven mi madre, hermana y tres sobrinos. Así que, espero no te moleste ello. — dice el señor Diego. — Para nada. No debo quejarme por algo así cuando ustedes me están ayudando mucho. — murmuro. — Entonces entremos. Seguramente debes estar agotada. — dice la señora Gabriela. El señor Diego abre la reja y permite que las mujeres pasemos primero. — ¡Mamá, llegamos con visita, actúen normales! — grita el señor Diego y su esposa niega lentamente mientras ríe. Aunque parezca mentira, todos corren de un lado al otro para después quedarse quietos, lo sabemos porque las ven