Una semana después.
El tiempo pasa extremadamente lento dentro de la clínica. Siempre estoy rodeada médicos, enfermeras y la psicóloga que no me deja un día de descanso sin verla. Unos días hace conmigo terapia y en otros, solo viene a preguntarme si me siento mejor. Durante todo mi tiempo consciente e inconsciente, nadie de mi familia paterna apareció, esa familia que no conozco y que solo mi padre, quien nunca se preocupo por mí, tampoco lo hizo ahora.
Los únicos que me han visitado y tratado con cariño sin ser médicos, enfermeros o psicólogos, fueron los abuelos que me encontraron y nunca agradecí por ello. Si ellos no me hubiesen ayudado, yo estaría con mi madre y no sufriendo sola aquí. Sin embargo, sabiendo que debo ser amable con personas de su edad y que de algún modo, debo agradecer su atención, no soy descortés con ellos. Ya que, sería algo que mi madre odiaría de mí.
— Toma, como un poco más — dice la anciana de voz aterciopelada y con olor a girasoles.
— Ya no tengo apetito. Creo que con lo que comí es suficiente. — susurro sin interés por comer.
Saber que mi madre no estará más tiempo conmigo es doloroso. Saber que ni siquiera puedo ver su rostro como cuando los abuelos murieron, me entristece. Pero comprendo que era imposible verla porque había quedado muy mal según lo que me dijo el policía.
Poco fue lo que encontraron de ella y lo que pudieron hallar, lo llevaron a algún lugar para después traerme un pequeño cofre donde aseguran, queda lo que mi madre fue.
Aun no han hecho ese proceso y según lo que me explico el detective, cuando terminen de hacer lo que tenían que hacer a mi madre, me la traerán para despedirme de ella. Ya que, por ser pequeña no puedo tenerla y nadie la ha reclamado. Por lo que, se la entregaran a su esposo; mi padre. Quien nunca la amo y su muerte, al igual que mi suerte, no le importa.
Eso mismo le dije al oficial, pero insiste que sin familia viva y yo siendo menor de edad, solo mi padre puede tenerla.
— Pequeña, no te sientas mal. Recuerda que si Dios permitió que vivieras, era porque aún tienes grandes cosas por hacer — me dice la señora Jude.
— No sé si sea verdad. Con esto que me está pasando creo que Dios está molesto conmigo. — susurro con dolor.
— No es así, pequeña. Dios cuida a sus ángeles y tú eres uno de ellos en la tierra. Hoy te sentirás mal, pero estoy segura que todo cambiará después de este duro momento. — dice el señor José.
— ¿Esta seguro? — pregunto y ambos asienten.
— Te lo dice alguien que ha vivido mucho tiempo. Los momentos malos no son eternos. Por eso, debes pensar en que todo saldrá bien y tú te sentirás bien.
— Aun así. No sé si pueda vivir sin mi mamá.
— Dios te mandara alguien que, aunque no sea tu mamá. Ella te tratara como una. Así que, ten paciencia. Quien espera la obra de Dios, obtiene grandes recompensas. — me dice la abuela tomando mi mano y yo asiento.
Es en ese momento que alguien toca a la puerta y yo aprieto con fuerza su mano.
— Permiso — dice alguien completamente vestido de n***o, con una caja en sus manos.
De inmediato sé que trae y mis ojos se humedecen por saber que no veré más a mamá.
— Recuerda que estamos contigo. — me recuerda la abuela y yo asiento en medio del llanto.
— Pequeña Ashera , esto que traemos aquí es una urna donde esta tu mamá.
Miro el pequeño recipiente y me cuesta creer que no puedo verla. Que, a diferencia de los abuelos, a ella no la podre ver en una caja grande
— ¿Cómo es posible que allí esté mi madre? Mi mamá era grande, más grande que Zeus y cuando él murió, mamá y yo lo metimos en una caja más grande que esa. Mamá no está allí. Ella seguramente está con vida y lo que traen allí es otra cosa.
Todos guardan silencio mientras lloro.
— Pequeña, sé que es difícil, pero debes ser valiente. Tu madre debe desear que lo seas para que su ausencia no te haga tanto daño. Así que, debes ser una buena niña y recordar a tu madre con una sonrisa mientras prometes ser una buena niña. Esa que tu madre querías que fueras. Dime, ¿cómo quería tu madre que fueras? — pregunta la señora Jude
— Ella quería que fuera educada — susurro limpiando mis lágrimas.
— Muy bien ¿Qué más quería que fueras? — pregunta el señor José.
— Ella quería que fuera una niña feliz, valiente y elocuente. Decía que ser educada no era solamente tener buenos modales, sino, hablar con palabras adecuadas sabiendo el significado de lo que se dice y también escribe. Era por eso que, además de mis estudios, desde más niña me enseñó a leer pronto para que leyera cuentos de niños y después de los seis años libros de más de doscientas páginas.
— Oh, que bueno que tu madre te haya educado tan bien. ¿Lo ves? Ahora puedes seguir leyendo libros más complejos para que tu mamá esté feliz en el cielo y se sienta en paz porque tú eres valiente y serás muy feliz. Ella te dijo muchas cosas, pero ahora, ¿Qué crees que necesitas ser?
— Debo ser valiente. — susurro.
— Exactamente. Tienes que ser valiente y despedirla con una sonrisa, donde le agradeces a Dios por tener una madre como ella y también le pides que te cuide y proteja. ¿Tú madre te enseñó a orar? — pregunta la señora Jude y yo asiento.
— Debía orar al despertar, después de cada comida y al ir a la cama a dormir.
— Muy bien. Entonces, ahora debes orar por tu mami, por ti y porque seas feliz ¿De acuerdo? — pregunta la psicóloga que llego hace poco y yo asiento.
— Bien — habla el señor de n***o— ¿Te gustaría tenerla en tus manos? — pregunta y yo asiento.
Lentamente se acerca a mí y coloca la caja sobre mis manos. Anteriormente no quería que algún hombre se me acercara, ya que, me daban miedo pero con la ayuda de la psicóloga ya no tengo tanto temor. Sin embargo, siento que ello pasa porque tengo compañía. Ya que, en las noches cuando estoy sola, el miedo porque me hagan daño otra vez, me acompaña.
Con temor tomo la urna en mis manos y lloro en silencio al saber que como con los abuelos y los demás familiares que han muerto, no podré volver a ver a mamá, ni sentir sus abrazos y besos que me hacían feliz.
Me aferro a la urna sabiendo que ahora solo la veré en sueños y no podré vivir un mundo donde las dos éramos felices. Con mucho dolor en mi pecho, cierro los ojos y le pido a Dios que me ayude a ser lo que mi madre deseaba que fuera. También le pido que no me abandone y me proteja del mal para que pueda ser cada día más valiente y feliz. Ya que, ahora no encuentro algún motivo para serlo al quedar completamente sola. Termino mi oración y abrazo el cofre como abrazaba a mi madre. Sabiendo que ya no podré hacerlo.
— Ashera , ahora es momento de que te lleven al orfanato. Ya la directora vino por ti y quiere saber si quieres verla. — dice la psicóloga mientras el señor de n***o me pide la urna y yo no se la entrego.
— No quiero ver a nadie. No quiero ver a rostros borrosos. Yo solo quiero estar con mi mamá. Déjenme sola con mi mamá. Quiero estar sola, por favor. — digo en medio del llanto.
— Ashera , recuerda que esto ya lo hablamos y…
— Sé lo que estuvimos ensayando. Pero no puedo ser fuerte cuando no tengo a mamá. No puedo ser fuerte cuando estoy sola. No puedo ser una niña buena cuando tengo a papá y a él no le importo.
— Si le importas.
— Entonces ¿Por qué no vino? — pregunto rápidamente.
— Es solo que tuvo inconvenientes por el trabajo. Pero él dijo que si te portabas bien, te visitaría. Recuerda que eso era lo que tu mamá deseaba y tu padre seguramente también. Ellos quieren que su niña sea valiente, sonría y continúe siendo buena estudiante. — interviene la señora Jude.
— ¿Él dijo eso? – preguntó en un susurro y la señora asiente.
— Claro que sí. Él irá a verte en el orfanato y trabajará duro para que estén juntos. Solo debes…
— Ser una buena niña. Entonces, yo no lloraré mucho y seré feliz. Por mi mamá y porque papá venga.
La mención de que papá realmente haya dicho eso, hace que dentro de mí crezca una esperanza de ser amada. Ese rayo de luz donde no todo es oscuro y que mi padre, realmente nos quiso. Fue por ello que tendrá a mamá y luchara porque estemos juntos.
Sí, seguramente papá siempre nos amo, pero no supo como demostrarlo. Así como pasa en los libros que, los personajes se quieren entre sí, pero uno de ellos no sabe como demostrarlo y genera confusión. Por eso, seguramente papá debe estar destrozado por la muerte de mi madre y también debe estar trabajando duro porque todo salga bien para que permitan que yo esté a su lado. Seguramente fue eso.
— Esta bien. Aceptaré que me lleven al orfanato. Después de todo mi papá no tardará en ir por mí — susurro accediendo y todos asienten.
El señor de n***o me pide la urna que entrego después de darle un último abrazo y prometerle que estaré bien. Para después recibir la visita de la directora del orfanato.
— Señores Smith, es momento de que abandonen la habitación. Después de todo, tengo que hablar con ustedes y Ashera necesita privacidad con la directora del orfanato — dice la psicóloga y todos se marchan cuando una mujer entra.
Anteriormente no analizaba tanto la vestimenta de la persona, pero al no poder reconocer el rostro, me resulta importante su ropa, olor, tono de voz y manos para poder reconocer a las personas. Por ejemplo, reconozco a la señora Jude por su olor característico y sus palmas arrugadas y cálidas que posee. Al señor José, lo reconozco por su voz y su forma de vestir. Ya que, siempre usa pantalones marrones y un gorro que nadie más usa. Con la psicóloga, puedo leer su nombre en su bata y también sé que siempre usa faldas por debajo de la rodilla. Pero ahora, con la señora que está frente a mí, no sé como reconocerla de las otra mujer que entra después de ella.
Ya que, ambas llevan un collar de Jesucristo, una tela blanca que cubre su cabello y un vestido marrón que lleva en su cintura algo que es como un cinturón.
— Hola, Ashera — dice una de las mujeres, con voz fuerte — yo soy la madre superiora Rut y directora del orfanato en el que estarás a partir de hoy y la chica que vino conmigo, es la monja María, quien al igual que otras monjas, estarán a cargo de tu educación.
— Hola, Ashera . Es un gusto conocerte. — dice la otra mujer con un tono dulce y bajo.
La diferencia de estatura es evidente. Quien dice ser la madre superiora, se ve como alguien de carácter y fuerte. Mientras la monja, es más dulce y agradable. Afortunadamente, será la monja María quien estará más tiempo conmigo.
— Ya la psicóloga esta tramitando tu salida. Por lo que te pido que recojas tus pertenencias y te prepares para ir a tu nuevo hogar. — dice la directora — será en el orfanato que te explicaremos como debes actuar ¿Quedó claro? — pregunta y yo asiento.
— No necesito recoger algo porque no tengo ropa. Todo se destruyó en la explosión. — respondo.
— Sí, pequeña. Por eso te trajimos ropa para que te cambies. Ya que, no puedes salir de aquí en bata de hospital — dice la monja María — si deseas, puedo ayudarte a cambiar. — dice y yo asiento.
Rápidamente me levanto con su ayuda, me cambió mientras la directora sale a averiguar sobre la salida.
Casi de inmediato, quiero llorar porque siento que a donde iré, no me gustará.
— Ashera , no te sientas triste. En el orfanato hay muchos niños con los que podrás jugar y también recibirás muy buena educación y libros para que puedas divertirte. Ya nos informaron lo que te gusta y tus cuidados y te puedo asegurar que el lugar te encantara. Solo debes darle la oportunidad mientras un cálido hogar te encuentra.
— Yo no necesito que un cálido hogar me encuentre. Papa vendrá por mí en poco tiempo — le respondo.
— Que bien, entonces, esperemos que tu papá llegue. Pequeña. — me dice y yo asiento.
Sí, solo será por poco tiempo en el que estaré en un lugar extraño. Después papá vendrá por mí y viviré feliz con él.