Días después Narra Lucía La alegría por finalmente obtener lo que tanto me he esmerado tener, me invaden. Después de tantos años de sufrimiento, finalmente puedo recompensar a mis viejos por todo lo que han hecho por mí y también, a los que me han ayudado. — Has crecido muy bien, mi niña — susurra la señora Gabriela. — Y ya no tienes que ayudarnos a lavar los platos — me regaña el señor Diego. — El hecho de que haya dejado de trabajar aquí, no quiere decir que realmente no pueda hacer algo tan simple como lavar los platos — les recuerdo. — Durante mi tiempo estudiando aquí, siempre estuve trabajando en este hospital. Por lo que, aún con título universitario, no voy a dejar de venir a ayudarlos. — Aunque el que no te avergüence de donde vienes es bueno, ahora debes dejar que te aten