En silencio, todos escuchan mi relato. La tristeza con que me miran, puedo sentirla. Nadie cuestiona, nadie habla, simplemente derraman lágrimas por lo que sufrí en silencio. Lo sé, porque cada pocos minutos, los presentes llevan sus manos a esas caras que aún no logró ver bien. Lo sé porque ellos quienes son mi familia, sufren conmigo lo que sufrí en aquel tiempo. — Es por eso que según la psicóloga, no puedo reconocer rostros — comento terminando mi relato — según lo que me explicó, mi mente ha bloqueado el rostro de mis atacantes para protegerme del dolor. Pero al parecer, mi mente no tomo en cuenta de que si no reconocía sus rostros, ellos jamás pagarían por lo que me hicieron. Katherine quien esta a mi lado, agarra mi mano y la aprieta con fuerzas. — Sé que es pecado mentir y más