Ambas chicas habían pasado un rato juntas en la azotea, donde Katherine le comentó los pormenores de su familia y como había llegado allí. Lucía, le dijo su verdadero nombre y que para no exponer su vida, había hecho tantas cosas. Su amistad de pocos días, se sintió tan fuerte que su conversación fue larga y sincera. Para Lucía, decir su verdadero nombre y todo lo que vivió, de algún modo le ayudó a minimizar el peso que cargaba sobre sus hombros y su amiga, Katherine, comprendió que no fue un error tenerla como amiga.
— Katherine, aunque te sientas mal con tu familia. Pienso que debes pensar bien las cosas — comenta Lucía.
— Ya lo pensé bien y lo mejor es irme. Ese lugar hace tiempo dejo de ser mi casa. — susurra Katherine segura y triste de lo que decía.
— Lo entiendo. Pero marcharte
