Abril.
—Espera.
—Martín, de verdad. —se muerde los labios volviendo la vista a mis ojos—. No es problema para mí, yo... —pongo las manos en sus hombros notandolo muy tenso—. Quiero disfrutarlo.
—Pero más lento.
—No sé que se hace. —bajo las manos hacia su pantalón sintiendo como los músculos se le tensan—. Si no das el paso tú lo doy yo sin saber como darlo.
—Bien. —baja las manos agarrando las mías que no paran de bajar por su cuerpo—. Vamos arriba así sabes que se siente. —me lleva de la mano hacía arriba, cuando llegamos a su habitación empiezo a temblar de nervios—. ¿Tienes miedo?.
—Un poco... Pero quiero esto. —no quiero mirar hacía abajo porque verme el vestido abierto con mis pechos al aire va hacer que me sienta avergonzada—. Es un miedo que me hace querer terminar.
—Bien. —guía sus manos con las palmas hacia arriba hacia mis pechos, pero como que le falta coraje para tocarme—. ¿Me dejas tocarte?.
—Si... Puedes tocarme, tranquilo.
Da una gran bocanada asintiendo y sus manos van a las tiras de mi vestido, creí que me iba a agarrar los pechos por como había amagado a agarrarmelos, pero me baja el vestido dejándome en ropa interior y me mira entera, los músculos de su cara se mueven donde aprieta los dientes, no sé si ese gesto me gusta porque se puede tomar de dos formas, como que le gusta lo que ve y está ansioso, o le doy asco de muerte y no sabe como hacer para ocultarlo, se saca la remera y el pantalón rapidísimo, mi corazón late con fuerza al verlo en bóxer y excitado, lo deduzco ya que no creo que los hombres anden así por la vida, con su pene grueso e hinchado, tuerzo la cabeza mirando su m*****o diciéndome, si, está excitado, entonces asco no le genero.
Tiemblo cuando guía sus manos a mi espalda con suavidad, no tiemblo de miedo sino que sus manos me activan todos los sentidos haciendo que por primera vez en la vida sienta mis pechos hinchados, mi intimidad consquilluda y mi boca deseosa de besarlo, quiero que lo haga, pero solo me tienta, como que hace el amague de besarme pero no lo hace, solo se dedica a sacarme el corpiño, lo suelta mientras su mirada baja a mis pechos, mueve las manos hacía adelante pasando por debajo de mis pechos tentandome más, Dios santo ¿así es siempre esto? ¿Provocando sin tocar nada? De la mano me lleva a la cama sentandome en la orilla, viendo que se arrodilla de inmediato delante mío, me abre las piernas ganándose en medio llevando sus manos a mis caderas.
—¿Estas bien?. —me habla bien cerquita de la cara.
—Si, estoy bien. —me besa el hombro desprevenidamente, sonrío medio torciendo el cuerpo del placer, y va bajando con sus labios, pongo mis manos en sus hombros cuando llega a mis pechos dándome la sensación que floto.
—¿Paro?. —lo dice con diversión, tiro la cabeza hacia atrás cuando atrapa mi pezón izquierdo con sus labios.
—No... Sigue sigue. —sus manos se ponen un poco rudas cuando me agarran los pechos y su boca chupa con fuerza—. Mmmggg. —entierro las uñas en él cuando siento que me muero, se aleja un poco haciendo que me recueste en la cama, alzo la cabeza para ver qué hace—. ¿Qué hago?.
—Yo hago todo tranquila. —se turna para chupar mis pechos logrando que casi no piense con normalidad.
—Quiero hacer algo, no solo estar acostada Martin. —alejo su cabeza cuando ya no puedo ni respirar
—Dejame compensar lo que pasó. —me saca las manos y baja a mi vientre haciéndome reir—. Por favor, dejame hacerlo.
—No, vamos. —llega a mis caderas ya dandome otro nivel de excitación—. Quiero que me digas.
—Alza las caderas.
Alzo las caderas así me saca la bombacha, me da terrible vergüenza, no sé si le va a gustar lo que ve y ni siquiera sé si debe gustarle, estoy por preguntarle pero no llego a decir nada ya que siento su lengua en mi v****a, tiro mis brazos hacia atrás apretando las sabanas con fuerza intentando controlar todo lo que siento, muchas cosas pasan por mi cabeza, como que si esto esta bien, que ponga su boca en mi v****a y si es higienico, en si le agrada hacer esto o lo hace porque siente que me lo debe por esa vez en la oficina que no pudo hacer nada, solo metérmela causando dolor, pero esto ahora, justo ahora, siento que su lengua y dedos me llevan a otro nivel de sentimientos, gimo hasta que ya empiezo a gritar de placer, le llego a agarrar la cabeza mirándolo con ganas de llorar y más cuando me mira sin dejar de hacer lo que hace, me muerdo los labios llorisqueando y mas duro mueve sus dedos, caigo a la cama retorciéndome toda y de la nada me penetra hasta el fondo, alzo las piernas apretandolas a sus caderas y siento como nos venimos juntos y de lejos nos oigo gritar, con mis manos busco como hacer para apretarlo mas para aplacar un poco mi cuerpo loco que no deja de sacudirse y por lo que siento esta igual.
Cuando al fin nos calmamos un poco nos miramos a los ojos, sonrío porque fue una locura, Dios, ¿esto es un orgasmo?, ¿esto se siente estar liberandose y sacando todo de adentro?, agarro su cabeza llevándolo hacia mi para besarnos porque no se mueve, solo me mira. Mientras nos besamos se mueve suave, suelto un gran gemido por eso, pero cuando quiero despegar nuestras bocas me agarra la cabeza sin permitir que me aleje de él, al principio se mueve suave pero quiero todo, quiero que me penetre con fuerza y sentir que está conmigo no en ese momento, quiero que me machaque el pubis con su fuerza dándome a entender que quiere esto tanto como yo, guío mis manos a sus nalgas y lo insto a que se mueva más rápido.
—Calma Abril.
—No. —mirándolo a los ojos lo insto a que se mueva mas rápido—. No me dejes con las ganas... Por favor mas rápido. —se mueve más rápido dándome lo que quiero y grito tirando la cabeza hacia atrás—. AAAAGGGGG.
—MMMGGGGG.
—Ooggg. —agarro su cabeza y gimoteo en su oido— Aaaggg siii.
—Vamos. —su mirada me traspasa de lo intenso que es—. Vamos, no me dejes.
—No no no. —siento que se dobla más, y más apretado no creo que pueda tenerlo.
—AAAAABRIIILLLL. —me besa con fuerza mientras tenemos nuestra llegada triunfal.
—Oooggg, Díos santo. —cuando al fin me suelta, siento todos mis miembros una vez más.
—¿Estas bien?.
—Perfecta. —me río contagiandolo—. Eso fue magnífico gracias.
—No me las des hermosa. —me corre el pelo sonriendo—. Estuviste magnífica.
—¿Aún sin hacer nada?. —acaricio su espalda sin darme cuenta que lo hago.
—Decir eso es fuerte preciosa.
—Pero es la verdad.
—Bueno... Debo ir al baño. —me levanto atrás de él poniéndome el vestido, cuando sale queda en el lugar mirandome, duro, desnudo y hermoso—. ¿A dónde vas?.
—A mi casa, tengo sueño. —se para delante mío cuando encaro a la puerta.
—No te vayas. —me agarra de la cintura sonríendo de lado.
—Debo irme Martín, no compliquemos las cosas.
—No veo de que forma.
—Era solo olvidar ese momento.
—No. —me agarra los brazos y yo me quiero ir corriendo porque no quiero engancharme con él en mi inocencia—. No te vayas, quedate. —se chupa los labios—. Si no quieres volver a hacerlo no lo hacemos pero durmamos si estas cansada... Pero no te vayas. —miro la cama y ahora me acaricia los brazos acercándose mas— No te vayas.
—Esta bien.
—Ven. —me saca el vestido largandolo lejos de la cama, acomoda la cama y ahí nos acostamos, me abraza de atrás besándome el cuello—. No me dejes Abril... No te vayas.
Estoy totalmente quieta mirando la pared, sé que él piensa que haciendo esto compensa lo que pasó en el banco, por eso su actitud complaciente y tierna, como que todo suavidad, pero no debe hacerlo, no quiero que él haga esto sintiéndose en la obligación de hacerlo, porque no está obligado a nada, solo en ese momento que los dos lo estuvimos obligados, no solo a mi me abusaron, a él también lo apuntaron con un arma y le dijeron que si no lo hacia lo mataban.
Me levanto cuando se gira acomodándose del otro lado muy dormido, me paro con terror a que despierte, me pongo el vestido y bajo apurada pero con suavidad, le dejo una nota y me voy en mi bici obviamente ya que es mi transporte.
Cuando llego a mi casa me llega un mensaje de mi jefa.
Norma—. Una compañera me pidió cambiar la guardia... En vez de ir mañana a la noche, hacemos 16... Ósea nos quedamos mañana a la mañana también y en la noche no volvemos, ya saldríamos de franco mañana a las dos de la tarde... ¿Te va?.
Abril—. Si obvio... Se nos alarga el franco.
Norma—. Dale, ya aviso... Venite preparada.
Voy al número de Martin y miro el único mensaje que me mandó hace unos días, a está hora ya debe saber que me fuí, pero como le puse en la nota, ya es libre, no me debe nada, ya compensó lo del banco así que puede quedarse tranquilo. Le mando mensaje a mi mamá y hermanos de que no estoy para nadie y que eso incluye al policia que me trajo el otro fin de semana.
..............................
Miro el sobre que dejó mi mamá en mi mesa, lo abro y es una carta documento para presentarme al juicio a declarar, que el estado me proporciona abogado, y si no me presento se me vendra a buscar y debo pagar una multa por no presentarme, pero lo que me hace ruido es que me van a poner un abogado, ¿Por qué me ponen uno si no hice nada? y no me llegó una denuncia de nada.
—Abril, ¿ya viste la carta?. —la miro que abrió la puerta y me mira desde ahí.
—La estaba leyendo.
—¿Qué es?.
—El juicio va a empezar o ya empezó, y debo presentarme a declarar.
—¿Cuándo?. —miro la fecha ya que no la había visto donde estaba leyendo las otras cosas.
—El lunes que viene.
—¿Vas a ir?.
—Tengo que ir. —sacudo el papel mostrandoselo—. Me llegó esto, y si no me presento me vienen a buscar y no quiero eso.
—Bien... Te acompañamos si quieres.
—No, voy sola, debe ser un rato nada más. —me saco las zapatillas y el vestido así me pongo el pijama—. Si solo fui testigo ocular.
—Bien ¿Vas a dormir?.
—Si... Estoy cansada.
—Bueno.
*****
Martin.
Me siento donde me indican ya que soy el testigo principal, miro a mi lado que aparece Abril sentandose a mi lado muy incómoda, aprieta sus piernas y las mueve a la vez, sus manos están unidas en su regazo y mira solo hacía el frente, hace dos meses no nos vemos, cuando me desperté ya no estaba, solo dejó una nota que decía que no quería saber nada más conmigo y así hice.
—Hola. —me mira cuando se ve que ya la incomodé—. ¿Cómo estas?.
—Bien. —miro al frente sin nada más que decir, creo que si dijera algo va a salir una catarata de palabras y vamos a terminar exponiendo nuestras cosas acá, la llaman y esta temblando ahí arriba.
—Digame señorita. —abro las piernas acomodándome mejor, me dan deseos de ir por ella y sacarla de acá cuanto antes—. ¿Usted a qué fue al banco?.
—Fui a hacer un trámite con la tarjeta de débito que se me había bloqueado por poner mal la clave.
—¿Qué fue lo que usted vió?.
—¿Puede ser más específico?. —me rio negando y Jeremías me mira sin entender.
—Digame desde lo que recuerde.
—Bien. —suspira asintiendo—. Estaba sentada esperando a que me llamen cuando escuché que gritaban que levantemos las manos... Miré a la puerta y venian varios hombres armados y con pasamontañas.
—¿Cuántos eran?.
—Mmm... No los conté, pero creo que entre cuatro a seis. —muerdo mis labios por eso porque a medida que habla voy recordando todo lo de ese día.
—¿Después qué pasó?.
—Me quedé sentada agarrando la mano de la señora a mi lado que estaba muy asustada.
—¿Luego?.
—Nada más. —se para el abogado de Luis y Jeremías me susurra.
—Va a incriminarte, es lo que quiere hacer.
—Ya lo sé, y estoy listo para pagar.
—Vas a ir preso. —dice enojado.
—Señorita Villar. —vuelvo la vista hacia ella—. ¿Usted dice que solo estuvo ahí sentada no?.
—Así es.
—¿Sabia usted que hay camaras en el banco?.
—Si. —lo mira fijo al abogado.
—¿Puedo mostrarle una cinta?. —la pone y todos vemos como Luis la para y entramos a la oficina—. ¿Qué pasó ahí dentro?
—Nada.
—¿Puedo mostrarle otra cinta?. —aprieto las manos con fuerza y ella está tranquila hasta que muestra cuando la estoy abusando, mira hacia otro lado incómoda—. ¿Usted consintió ese encuentro?.
—Es obvio que no.
—¿Entonces está diciendo que el teniente Sambueza abusó de usted?.
—No... Él...
—Pero yo ahí veo que él lo está disfrutando. —la mira y ella alza las cejas—. ¿Va a decir algo?.
—¿Me va a dejar hablar o va a interrumpir?. —el juez se muerde los labios.
—Hable.
—¿Usted vió la cinta como yo?.
—Todos la vimos señorita.
—Entonces debe haber notado como todo mundo que el teniente Sambueza estaba siendo apuntado con un arma por el señor que esta ahí sentado. —Luis se ríe cruzándose de brazos muy divertido cuando lo apunta—. No fue un encuentro consensuado, fue abuso hacia los dos... Yo no quería y él no quería, si yo digo que me violó él dice lo mismo.
—Yo la veo a usted siendo sodomizada.
—¿Y si lo amenazan un arma a usted qué hace?.
—No veo que ahí lo esten apuntando.
—Porque no deja correr la cinta y ve como me viola entonces.
—Dejela correr. —dice el juez, la ponen y sale cuando Luis sale de la sala y yo la dejo acomodándole la ropa y pidiéndole perdón.
—No me violó y no voy a presentar cargos. —el abogado la mira y asiente.
—Eso es porque usted tiene un amorío con el teniente.
—Si lo tengo es problema mío y de él.
—Entonces lo tiene.
—Después de lo del banco nos vimos una vez ¿Es delito eso? No me violó, soy una mujer adulta y sola ¿qué me lo impide?.
—Si estuvo tan traumada no lo habria hecho.
—¿En algún momento dije que estuve traumada? ¿Y ahora me van a controlar mi vida íntima cuando se supone que es un juicio contra ese hombre?. —lo mira al juez como diciendo, ¿es en serio esto?—. Puedo y soy libre de estar con quien quiera sin rendirle cuentas a nadie.
—Asi es señorita. —mira al abogado ahora—. No quiero escuchar nada íntimo de la señorita villar o queda suspendido. —por fin mete bocado el juez.
—Si señoría.
—¿Alguna pregunta sobre el asalto?.
—Ya no pregunto más.
—Puede volver a su lugar señorita villar. —lee unas hojas mientras ella viene a sentarse a mi lado de nuevo—. Martín Sambueza al estrado. —me siento en el estrado y ya no sé ni quién me defiende.
—Dígame teniente ¿Es su primer trabajo en cubierto?.
—No... El quinto.
—¿Cuánto estuvo en cubierto?.
—Cuatro meses.
—¿Cómo logro entrar ahí?.
—Por un informante.
—¿Se le ofreció algo a cambio?.
—Como a todos. —lo miro que camina hacia todos lados hablando.
—¿Qué se le ofreció?.
—Reducir su condena... Tenía cadena perpetua y se la redujo a quince años.
—¿Fue a otro robo con el señor Luis?.
—Si... A tres.
—¿El dinero?.
—En evidencia. —asiente y ya pasé por esto cinco veces.
—Digame señor Sambueza ¿Usted podia negarse en abusar a la señorita Villar?.
—No entiendo si este es mi juicio o de un delincuente y violador sádico, pero voy a responder su pregunta... Estaba siendo amenazado.
—Usted es un hombre muy corpulento, y tengo entendido experto en las artes marciales mixtas... Podía defenderse.
—¿Y así perder el caso?.
—¿Osea que prefirió abusar de la señorita Villar?.
—No es lo que dije.
—¿Qué dijo entonces?.
—Estaba desarmado. —lo miro fijo comiendomelo por dentro—. Luis me desarmó minutos antes y me disparó cerca de la pierna en forma de amenaza si no hacia lo que decía... Le pedí que parara o que nos dejara solos, pero él quería ver como violaba a Abril.
—¿Podía defenderse o no?.
—Si me hubiera defendido la ponía en riesgo y ahora estaría siendo acusado de abuso policial abogado.
Pasan dos eternas horas hasta que lo pasan para un mes más mientras Luis sigue con prisión domiciliaria por falta de evidencias, parece que solo están centrados en lo que pasó dentro de esa oficina que en todo lo que hizo en las otras entraderas, y ni siquiera esas mujeres fueron llamadas a declarar, solo Abril.
El juez dictamina lo acordado del día y hora de la próxima audiencia y nos paramos para empezar a despedirnos.
—Señorita Villar espere un momento. —Jeremías se acerca a ella—. Debemos hablar sobre el próximo juicio.
—Pero ya declaré. —me mira pidiendo que le aclare lo que pasa.
—Va a tener que volver a hacerlo y van a atacar peor... Debemos prepararla para eso.
—Si, pero...
—Putita. —nos giramos y Luis esta sonriendo apuntándola—. Ahora me vas a conocer y tú también Martín... Te la voy a dejar en una bolsa vas a ver, por bocón. —se arma terrible revuelo cuando me le voy encima.
—Ya basta Martin. —respiro agitado mientras lo veo que sale de la sala siendo arrastrado por la policía que lo custodia—. Se le va a sumar un cargo más.
—¿De verdad crees que lo que dijo no lo va hacer?.
—Si lo hace sabe que es hombre muerto.
—Es que no se le va acercar ni dos metros Jeremías, y tú lo sabes muy bien.
—Martin cálmate. —se esta abrazando sola del miedo.
—¿Pero es que tengo que esperar a que haga lo que dice? Voy a hacer lo que sea para mantenerla a salvo.
—No cometas locuras Martin por favor. —salimos de ahí y veo la bici de ella atada, sin decir nada se va—. ¿Pasó algo entre ustedes?.
—No... Nada.
—Lo que dijo el abogado.
—No tiene importancia. —camino hacia mi auto negando.
—Los están vigilando Martin. —ahí caigo en que tiene razón y no lo había pensado—. Ten cuidado en lo que haces.
.
.