Martin
—¿Qué mierda?. —golpean la puerta con fuerza haciendo que miremos, Luis furioso abre pero solo un poco—. ¿Qué?.
—Tenemos problemas jefe.
—Ya voy. —agarro sus manos que están apoyadas en el escritorio y lo miro deseándole la peor muerte de todas—. Espero acabes dentro de ella, porque cuando venga la voy a inspeccionar. —sale de la oficina y a penas cierra la puerta me salgo de adentro de ella subiéndole la bombacha y bajándole el vestido.
—Perdón... Mil disculpas por favor. —se endereza y nos acomodamos la ropa, cabizbaja se abraza sola, la giro con suavidad alzándole la cara—. Mirame... Por favor mírame. —mi corazón se rompe al ver su dolor—. Esto ya va a terminar... No fue mi intención lo juro.
—Lo sé. —asiento queriendo darle un beso pero no es correcto, después de lo que le hice no debería estar ni a cien metros de ella.
—Mira mi reloj. —se lo muestro y frunce las cejas sin entender porque la hago mirarlo—. Ya vas a saber porque lo digo... Solo espero que no me odies Abril.
—¿Qué? ¿Cómo sabes mi nombre?
—Salgan de ahí, vamos.
Salimos en silencio, sin preguntar nada la llevan a donde estaba, no sé que habrá pasado para que salga de la oficina y vuelva serio queriendo dejar todo como estaba, todos la miran cuando pasa y ella baja la cabeza avergonzada, después me miran cuando salgo y me siento enfermo, asqueado y un maldito de mierda.
Miro afuera pensando en que cuando agarre a Jeremías lo voy a matar, debía entrar de inmediato, pero se tardó y me vi obligado de abusar a Abril, que encima era virgen, con un carajo, ahora soy un violador.
Doy vueltas vigilandolo, pienso en que a penas tenga un arma en mis manos le voy a volar lo cesos al maldito hijo de puta, no hacen nada, están esperando algo y no me lo dicen, solo ahí, parados con sus armas en las manos.
—Jeremías manda esto. —miro a un enmascarado que me tiende un arma, y juro que no estaba acá cuando entramos—. ¿Doy la señal?.
—Si. —aprieta un botón y la puerta explota, voy directo a Luis que me mira cuando lo apunto en la cabeza, abre grande los ojos y se rie.
—Sabia que eras policía, por eso te dejé a esa mujer... Vamos dispara. —aprieto los dientes y lo miro a los ojos planteandome si vale la pena ir a la cárcel por un idiota como este—. ¿No te dieron la orden no? No puedes tocarme sin que te lo digan. —le doy un golpe en medio de la boca así deja de hablar un poco, cae al suelo como un muerto, azotando en el suelo con fuerza, me giran y es Jeremías que se lleva una trompada en toda la boca y otra en su ojo.
—Carajo. —lo agarro del cuello y le hablo a cara—. ¡Que mierda!.
—Era enseguida. —le hablo entre dientes y sacudiendolo.
—Teniamos que encontrarlo con la plata.
—Me hicieron violar a una mujer. —abre grande los ojos y lo aprieto más—. Me las va a pagar, y te juro que muy caro.
—No podía. —lo suelto dándole un empujón, veo a Ester a su lado mirándonos sorprendida donde escuchó todo.
—Dime quién es la mujer así la llevamos al médico.
—Yo me encargo. —me acerco a ella que esta sentada por orden donde no dejan mover a nadie así acomodan todo primero, me mira a los ojos a medida que me acerco agachándome delante de ella, cuando me saco el pasamontañas abre grande los ojos.
—Teniente. —media confundida me recorre toda la cara.
—Mira mi reloj. —cuando lo mira su barbilla tiembla mirando hacia otro lado llorando—. No sé que decir.
—No hay nada para decir. —se seca las lágrimas sin resultado porque no dejan de salir.
—Como me gustaría abrazarte Abril. —me mira enseguida—. Pero sé que no es debido después de... —suspiro hondo negando y le ordeno a mi cuerpo que me aleje de ella—. Te van a llevar al médico para inspeccionarte.
—¿Estás enfermo?.
—No... No lo estoy. —asiente limpiándose las lágrimas—. Estoy limpio y sano.
—Yo... —mira sus piernas porque iba a decir que ella también.
—Lo sé. —siento que somos los dos en este lugar, ella sentada y yo en cuclillas delante de ella—. Perdóname por por favor.
—Teniente, lo necesitamos.
—Voy. —veo su tristeza a flor de piel, su cuerpo desprende tristeza—. Toda la vida me voy a arrepentir por lo que te hice hermosa... Puedes odiarme todo lo que quieras y ponerme una denuncia, estas en todo tu derecho.
Me voy con Jeremías a terminar de inspeccionar todo lo sucedido, no logro tenerlo a mi lado al idiota que no respondió a ninguno de los cientos de llamados que le di, se supone que debía correr por mi en el primer llamado, y si estaba meta y meta tocar el botón debía suponer que algo estaba pasando por lo desesperado de mi llamado, pero no, quería encontrar la plata. Por cuatro horas me pierdo en todo este embrollo, investigar y entrevistar a los empleados, identifico al informante y me voy a mi casa a mortificarme en mi soledad.
Me siento en el sillón con una cerveza mirando a la nada, me friego la frente sintiéndome un maldito, hasta suelto unas lágrimas por lo que le hice a Abril, era virgen, virgen con un carajo, y yo como una bestia excitadisimo y en una situación de mierda en donde no debería haber sentido nada.
—¡Que carajo!. —salto del susto cuando suena mi celular, me friego la cara mientras atiendo enojado—. ¿Si?.
—¿Hablo con el teniente Sambueza?.
—¿Quién es?. —me siento tenso como esperando a que algo malo me diga.
—Hablo del hospital público... La señorita Abril Villar me dió su número y me dijo si podía llamarlo para venir por ella.
—Ya estoy saliendo hacia allá. —me paro corriendo afuera de mi casa.
—Gracias. —manejo como un demente y llego en cinco minutos, voy corriendo hasta la entrada hacia el de seguridad.
—Disculpe, me llamaron para venir por una paciente del banco asaltado en la mañana.
—¿Nombre?.
—Abril Villar. —llama por radio y ahí la veo venir, mi corazón late al verla venir apretando su cartera—. Hola.
—Disculpa por molestar, no sabia a quién llamar y una chica llamada Ester me dió tú número.
—No hay problema. —me friego las manos en el pantalón, me mira timida, como que se analiza si estuvo bien llamarme—. Vamos, te llevo.
—Si. —caminamos en silencio hasta mi auto, le abro la puerta y se sube con cuidado, medio que se sienta con miedo y eso me tensa, me subo quedando en silencio.
—¿A dónde quieres que te lleve?.
—Primero a ver si mi bici sigue en el banco. —asiento porque se me fue que ella había llegado en bici al banco.
—Esta bien. —vamos al banco en silencio, gracias a Dios la bici está ahí tal como la dejó, va a bajar pero la agarro del brazo—. Dame la llave, yo la subo.
—Me voy en la bici.
—Te vi subir... Tienes dolor. —abre grande los ojos hasta que asiente, me da la llave del candado y la subo al baúl intentando de que no le pase nada a su transporte—. Bien... Ya la subí, no tiene ni un rayón... Está en perfectas condiciones.
—Gracias. —golpeteo mis piernas—. ¿No vas a arrancar?.
—¿Qué te dijeron en el médico?. —esta roja mirando sus manos.
—Que estoy bien.
—¿Pusiste la denuncia?. —los dos estamos incómodos con la situación.
—No.
—¿Por?. —la miro de inmediato sin entender porque no me denuncia.
—Dije que no sabia quién era. —me sonríe con cariño, bueno, es lo que yo siento—. Yo sé que estabas precionado, los dos fuimos abusados.
—No... No me refiero a eso Abril.
—Es que es eso Martín. —me mira y tuerce su boca—. Llévame a mi casa y ya está... Te puedes sentir mejor, no te martirices por favor.
—¿Es que tomas tu cuerpo como nada?. —me giro un poco así la miro bien y entiende lo que pasó—. Eras virgen Abril... Y yo...
—No es...
—Yo lo disfruté y eso me hace sentir enfermo. —al fin lo dije, ufff que fue difícil decirle que lo disfruté, pero es para que entienda, y lo único que hace es fruncir las cejas.
—Eh visto programas donde dicen que es normal disfrutarlo.
—¿Es que acaso lo estas justificando?.
—No. —agarra mi mano con vergüenza, pero soy yo el que se la aprieta—. Simplemente quiero que dejes de sentirte como un violador. —es exactamente como me siento—. ¿Me llevas a mi casa por favor?.
—Si. —me da la dirección y voy suave.
—No quiero que nadie sepa lo que pasó. —asiento con ganas de gritar—. Y pido que no digas nada.
—No lo voy a hacer tranquila ¿Pero si nos mandan a declarar?.
—Neguemoslo... Si los dos lo negamos él no puede afirmarlo.
—Tienes razón. —llegamos a su casa y sus papás salen corriendo.
—¡Abril! ¿cómo estas?. —la mujer la abraza con fuerza.
—Bien, solo estaba en la comisaria declarando. —bajo la bici y la miro esperando a calmarlos—. Él es el policía que estaba en cubierto y me cuidó.
—Gracias. —dicen los dos dándome la mano—. Gracias por cuidar de nuestra hija.
—No es nada.
*****
Abril.
Me acerco a Martin que está parado al lado de auto mientras mis papás entran a la casa con la bici, mete sus manos a los bolsillos mirándome a la cara, es un poco mas alto que yo pero casi de mi anchura, pero lo mío es gordura y lo de él músculo trabajado por años.
—Abril. —carraspea medio incómodo, lo sé por la forma descontrolada que mueve los hombros—. Me gustaría volver a verte. —eso me deja sorprendida—. ¿Podemos volver a vernos? Ejjj... Una cita.
—Preferiria que no. —frunce las cejas, ¿acaso nunca le dijeron que no? Da unos pasos a mi mirando mis labios—. Martín, deberíamos mantenernos alejados. —deja de avanzar cuando doy unos pasos hacía atrás—. Como si no hubiera pasado nada.
—Tienes razón. —se aleja y siento que tengo ganas de llorar porque siento que algo mío, de lo mas adentro de mi ser se va con él, por eso las ganas de llorar pero no lo hago—. Pido otra vez disculpas, aunque dices que no la tengo yo siento que si.
—Esta bien... Te disculpo. —le doy un abrazo—. Duerme tranquilo Martin. —me aprieta fuerte y es muy intimo el abrazo—. ¿Cuidate si?.
—Tu también. —me alejo dándole un beso fugas en la boca—. Gracias por traerme. —entro y ahí se va, me siento en el sillón mirándolos.
—Cuentanos todo. —hasta mis hermanas están en la casa y todos me miran—. ¿Qué pasó?.
—Estaba esperando a que me llamen cuando entraron armados. —recuerdo el momento claro, entré en pánico, pero ese que te paraliza gracias a Dios, porque otra reacción me hubieran matado—. Pareció eterno el momento, pero solo fue una hora creo... Después nos llevaron a todos al médico y a declarar.
—¿Se llevaron plata?.
—No lo sé. —me friego la frente donde me duele la cabeza—. Solo me quedé sentada sin decir nada.
Sigo contándoles todo porque obviamente cuando vas a imaginarte que vas a pasar o un familiar va a pasar por algo así, entonces genera que quieras saber absolutamente todo y hago lo que puedo para satisfacer la curiosidad, después al fin me voy a mi casa a descansar, vivo atrás de la casa de mi mamá sola y realmente lo agradezco mucho porque quiero estar sola, y si viviera adelante no podria desahogarme tranquila.
Me siento en la cama suspirando y estoy tan hida de mi misma que siento que floto, pero dura hasta que imágenes comienzan a pasar por mi cabeza, hasta que ya no lo soporto más y me largo a llorar, intento calmarme pero no puedo, me paro, doy vueltas por el poco espacio que tengo en mi casa, pero no logro buscar la tranquilidad que necesito, me acuesto en la cama y me dejo ir llorando la vida, ver a un hombre morir, ver a esos ancianos asustados y llorando, después las cosas que me hicieron hacer con Martin, Dios santo, espero olvidar eso.
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—Uuuyyy nena ¿estas bien?. —me da un abrazo y me rio asintiendo.
—Si, te dije que estaba bien. —la alejo un poco porque su abrazo no me agradó—. No pasó nada.
—Si después estas mal me llamas y pido días, no va a pasar nada.
—Lo sé. —me friego las manos incómoda—. Gracias.
—Bien... Tomi hijo, cierra el portón. —salimos los tres ya que como es turno nocturno por guardia, nos da miedo a que entre alguien—. Cuídense.
—Que te vaya bien. —saca el auto y para bajando el vidrio.
—Hay helado Abril... Compré ese que te gusta.
—Dale gracias.
Mi jefa me llamó diciendo que si estaba mal me daba los días que necesitara, pero no podía, necesito salir de la casa, me la pasé llorando estos tres días que estuve encerrada y no quería seguir llorando sin parar, por eso le dije que no necesitaba días, mi mamá iba a diario a decirme si la acompañaba al super o cosas así, pero desde la cama toda desastrosa le decía que no, nada mas que un simple no, porque si decía algo más me iba a poner a llorar con ella escuchando del otro lado de la puerta, aunque hay que ser idiota para no darse cuenta que estoy mal, encerrada con llave y solo diciéndo la palabra no.
En mi trabajo a penas se va mi jefa miramos una peli con Tomi y comemos helado, intento hacer que tenga una linda experiencia conmigo, y no me vea como la que le buchonea todo a la madre, así que charlo con él y jugamos, en la noche recorro las habitaciones para ver como están los nenes, Tomi está normal en su cama durmiendo tranquilo, en cambio la nena duerme toda desparramada y como se durmió a las doce quedó frita, sumándole que le di un baño relajante, me acuesto para ver si puedo dormir algo, miro a la nada pensando en como salir del pozo del miedo en el que me estoy metiendo por lo que pasó en esa oficina, miro mi celu viendo un mensaje de Martin que me mandó hace dos días.
"Abril ¿cómo estas? ¿Nos podemos ver por favor? Avísame."
No le respondí porque siento que no es correcto, y no sé porqué, he estado pensando en él estos días y a cada segundo, porque le dije que no se sienta como un violador, pero donde no le respondo debe sentir que si lo considero así.
Me levanto cuando suena la alarma que puse para estar un poco despejada cuando mi jefa llegue ya que debo irme y tengo que estar en mis sentidos mientras vuelvo a mi casa, me cambio y la espero a que llegue, miro por la ventana y hay una camioneta al frente de la casa, me parece raro ya que es un baldío esa parte, no hay casas en frente, entonces esa camioneta debe ser de algún vecino de los lados, en eso llega y voy abrirle el portón de adentro y ella abre el de afuera.
—Vengo muerta. —tiene cara de sueño y yo debo estar igual donde hace días no duermo—. ¿Descansaste?.
—Si... Se durmió a las doce.
—Entonces va a dormir hasta las once seguro.
—Bueno, me voy así descansas.
—Mándame mensaje, no me duermo hasta que me escribas.
—Si. —salgo del portón y la puerta de la camioneta se abre, quedo de piedra al ver a Martin bajar.
—Entra Abril. —asustada me agarra del brazo.
—Esta bien, lo conozco.
—¿En serio?.
—Si. —la miro asintiendo—. Es un amigo tranquila.
—Bien. —me acerco nerviosa donde no sé que es lo que quiere.
—No me respondiste y necesito hablar contigo.
—¿Sobre qué?.
—No puedo dormir. —mira atrás mío incómodo—. No estoy tranquilo.
—Ya te dije que no debes sentirte culpable Martin.
—¿Me dejas remediarlo?.
—¿Qué cosa?. —se acerca bien pegado a mi, me acaricia mi cara con suavidad haciendo que cierre los ojos disfrutando ese acto.
—Fue tú primera vez Abril, me enferma que halla sido así.
—Esta bien. —se sorprende donde acepto lo que me propone—. ¿Tu casa o la mía?.
—¿Estas segura?.
—Tienes razón. —le sonrío para calmarlo—. Me sentí mal por como fué y me gustaría un mejor recuerdo.
—Bien... Mi casa. —sube la bici atrás y me abre la puerta para subir.
—¿Como sabias que trabajo acá?.
—Soy investigador... Pregunté a tus papás. —se ríe pero yo niego porque lo dijeron de buena fe, arranca y voy media incómoda donde esta vez sé que a donde voy, es para tener sexo, nada más.
—Nunca me subí a un auto de un desconocido.
—Ya no lo somos... Y sé a que te refieres... Esta tranquila ¿si? ¿A qué hora entras?.
—A las diez de la noche ¿Por?.
—Es sábado.
—Tengo días normales pero estas son horas extras.
—Los míos igual. —llegamos a una casa en construcción, hay materiales de construcción en el patio, solo está despejado en donde entra el auto—. Bien... Acá vivo.
—Es hermosa tu casa.
—Gracias. —me bajo mirando lo que pronto va a ser el garaje—. Aún la estoy terminando.
—¿Pero es tuya?.
—Si.
—Esa es la idea. —me gusta que sea un hombre que quiera avanzar y no conformarse con andar alquilando toda la vida—. Que sea tuya y vayas como puedas pero vayas. —baja la bici y la deja apoyada en la pared.
—Ven. —de la mano entramos a la casa y me apunta un sillón grande que tiene—. ¿Quieres tomar algo?.
—Estoy bien gracias. —me saco la cartera y me empiezo a abrir el vestido dejándolo sorprendido mirando mis manos moverse—. Vamos a lo que vinimos Martin.
—Quiero ir lento.
—Yo quiero ir rápido. —me acerco bien a él que no hace nada mas que mirar mis pechos—. Quiero saber que se siente.
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