Martin.
Llego al trabajo desganado porque no eh estado durmiendo bien, lo que dijo Luis no lo tomo a ligera, y en esos cuatro meses en los que estuve en cubierto aprendí que no habla por hablar, no quiero que Abril salga herida por ese enfermo depravado porque de algo estoy seguro, si la agarra va hacer cosas repugnantes con ella y eso si que no lo voy a permitir.
Estoy leyendo una declaración viendo pasar a Ester hacia su escritorio y Jeremías aparece al rato con cara de feliz cumpleaños, niego ya que todos acá arriba sabemos que cuando no están, es que están en los baños, así que los que sabemos que hacen en los baños nos hacemos que no pasa nada, y a la vez envidio esa relación porque me encantaría sentir eso que ellos sienten en estos momentos, suena mi celular personal sacándome de mis pensamientos.
—¿Si?.
—Martin. —dicen en susurro.
—¿Quién habla?.
—Shh. —miro el número y ahí me doy cuenta que es Abril.
—¿Qué pasa?. —me paro haciendo que todos me miren mientras voy hacia el técnico porque tengo un mal presentimiento—. Si no puedes hablar vuelve a chitar.
—Shh.
—Carajo. —abro la puerta y le tiendo el celular en alta voz—. Registra está llamada.
—¡Ay Dios!. —me desespero al oírla.
—¿De dónde me llama?.
—Ya casi, dame un segundo.
—No lo tengo.
—Acá. —miro la dirección y es en el trabajo, salgo corriendo como loco.
—Voy en camino.
—Ahí vienen Martin. —empujo a todos al oír el desespero que tiene.
—Ya llego. —subo al auto y me paso todos los semáforos, toco bocina sin parar para que sepan que es una emergencia—. Quedate en silencio, estoy cerca ya llego. —manejo como un demente porque lo único que quiero es llegar.
—NOOOGGG... AAAAAAGGGG NOOOOOO.
—Mierda. —acelero más desesperado.
—AAAAAAAAAAAA. —se escucha un bebé llorar y ella que grita alejándose—. NOOOOOOOO.
—Vamoooossss.
Cuando llego a su trabajo no me calienta una mierda haberme ido del trabajo sin decir nada ni avisar, no me importa nada que después me lleguen las boletas con las multas, no me importa nada dejar el auto acomodado, solo freno y bajo sin siquiera cerrar la puerta y entro corriendo a la casa, desde afuera se escuchan los gemidos de dolor y cuando abro veo que hay dos tipos pegándole en el suelo, esta hecha bolita recibiendo patadas y golpes de puños por todos lados como si fuera un animal que no merece vivir, los alejo tirándolos a los dos y comienzo a golper al que la estaba pateando, me arrodillo arriba de él y sacado le doy con todas mis fuerzas golpes en la cara, me giro por instinto y el otro me da un golpe de atrás, pero no me hace ni cosquilla de lo endiablado que estoy, me voy sobre él tirándolo de un golpe en la cara, al que lo tenía en el suelo sale corriendo como lo que es, un cobarde golpeador de mujeres y mal amigo, porque lo deja al otro acá siendo que hace unos segundos lo quiso defender, me agacho y le vuelvo a pegar pero está vez no paro sino hasta que me corren de arriba de él.
—¡Ya basta Martin!. —es Kevin que me aleja como puede donde soy más grandote que él, me giro bufando como un toro cuando la veo como intenta pararse.
—Abril. —se agarra las costillas gimiendo, no sé donde tocarla por el miedo a que le hallan roto algo—. Amor ¿qué haces? no te pares. —al final la ayudo y va al pasillo agarrándose de las paredes, la agarro de la cintura frenandola—. Vamos al médico.
—Dejame. —apunta una puerta—. Los nenes están ahí.
—Ester, hay menores. —escucho a Kevin llamarla y ella pasa corriendo, enseguida viene con una bebé en brazos y un nene, los dos lloran asustados y cuando la ven la abrazan.
—No pasa nada, tranquilos. —esta sangrando demasiado por la nariz y su ojo morado, en realidad tiene toda la cara hinchada, Dios santo los golpes que le dieron los hijos de puta—. Ya pasó... Ya pasó, está todo bien.
—Debemos llevarte al hospital Abril. —agarro a la nena porque a penas y se puede mantener en pie.
—Esta bien... Llamen a la mamá de los nenes... En mi celu sale como Norma.
—Yo la llamo. —la ayudo a salir ya que el nene la tiene apretada del miedo, y la nena llora estirándole los brazos.
—Despacio. —vamos muy lento hacia mi auto con la mirada de Jeremías puesta fijo en mi.
—Me duele mucho. —aprieta los dientes con fuerza.
—¿Dónde?.
—Las costillas duelen mucho.
—Mierda. —justo la estaba agarrando de las costillas.
—Dame a la bebé Martin. —se la doy a Ester que enseguida la bebé la envuelve del cuello sacudiendo su cuerpito del miedo, eso me deja libre para ayudarla a subir al auto y ahí agarra a la nena de nuevo.
—Martin, debemos esperar la ambulancia, vas a meterte en problemas.
—No viene más, debo llevarla Ester.
—Esta bien, voy con ustedes por los nenes.
—Dale, gracias. —manejo intentando de ir rápido y no sacudir tanto el auto, cuando llegamos sale una mujer corriendo.
—¿QUÉ PASÓ?. —abre la puerta agarrando a la bebé y el nene ya sale solo llendo con ella.
—No tengo idea Norma. —rodeo el auto y le bajo las piernas—. ¿Martin?.
—¿Qué pasa? Vamos, ya te miran no tengas miedo.
—No tengo fuerzas en las piernas. —la miro con mucho miedo—. ¿Puedes ir por una silla?. —me giro a decirle a Ester que vaya cuando ya va corriendo adentro a informar.
—Te llevo en brazos.
—Soy muy pesada.
—No para mi. —la agarro en brazos y entro corriendo desesperado porque llora de dolor—. UN MÉDICO URGENTE.
—Por acá. —viene un médico y enfermeros, la verdad que ni idea a qué se especializan pero vienen con una camilla y Ester atrás de ellos—. Subala.
—Mmmgggh.
—Perdón amor, ya te van a ver.
—¿Qué le sucedió?. —una mujer me mira como si yo la hubiera golpeado, debe ser por mis manos todas rotas de los golpes que les di a los infelices.
—Entraron a robar al trabajo.
—Bien. —me quedo afuera de la sala esperando.
—Tranquilo, va a estar todo bien... No desesperes. —Ester me abraza dándome fuerzas y yo la aprieto porque lo necesito.
—¿Usted es policía?.
—Así es. —miro a la mujer con sus hijos que la aprietan—. ¿Tiene camaras señora?.
—Afuera de la casa ¿Servirá para encontrarlos?.
—¿Podemos verlas? Creo que entraron a robar y la encontraron justo.
—Si. —revisa el celular como puede ya que tiene a la nena en brazos—. Acá está.
Me manda el video y yo a Jeremías, lo miramos un buen rato memorizando las caras de esos tipos, fueron enviados por Luis eso lo sabemos todos, pero osaron tocar a MI mujer y eso no va a quedar así, no soy un pollito miedoso, los voy a encotrar y a mostrarle lo que le pasa a quien se atreve a tocarla, Kevin para mi alivio me manda que ya los tienen identificados y al que habia escapado ya está en la comisaria esperándome.
—¿Usted es la pareja de Villar Abril?.
—Así es.
—Bien. —Ester viene conmigo a oír lo que el médico dice—. Recibió muchos golpes, eso está a la vista, tiene fisura de costillas, le rompieron dos dientes y está toda adolorida.
—¿Su cara? ¿Su ojo no va a tener problemas?.
—Mañana va a verla el oculista, pero por lo que pude ver no es grave... Su cara lamentablemente va a estar hinchada varias semanas.
—Bien. —Ester soba mi espalda en silencio—. Muchas gracias de verdad.
—Vamos a seguir controlandola y ya puede pasar a verla.
—Muchas gracias. —entro solo, está acostada recibiendo medicamentos, me mira seria y me siento atado de pies y manos, me siento una mierda verla así, esto jamás me lo esperaba, verla lastimada me revuelve el estómago—. ¿Cómo te sientes?.
—Muy mal.
—Pregunta estúpida perdón.
—No pasa nada. —agarro su mano dándole un beso—. Me duele todo.
—Ya va a pasar, te dieron para el dolor. —llorar y no sé que hacer, porque no puedo tocarla, donde la mire esta lastimada—. No llores amor.
—Querian matarme... Lo repetían todo el tiempo... Hay que matarla decían. —le doy un beso con suavidad en la boca sintiendo mis lágrimas también—. Tengo miedo Martin... Se metieron como si nada a mi trabajo... Me van a matar o pueden hacerle algo a mi familia.
—Yo voy a cuidarte... Yo voy a hacerlo solo dejame cuidarte.
Me quedo con ella en el hospital con un permiso del juez ya que es sector de mujeres y no permiten que hombres se queden, pero Jeremías solicitó el permiso alegando que Abril necesitaba custodia, así que acá me quedo y de paso controlan las heridas de mis manos.
Al día siguiente la revisa el oculista, le hacen un chequeo general y ya le dan el alta, me pide ir a su casa a buscar ropa ya que se viene a mi casa para estar más segura y la casa de sus papás va a ser vigilada día y noche por personal encubierto.
Me quedo fuera de la casa a pedido de ella así habla tranquila con su familia, su papá sale con los bolsos subiendolos al auto y ahí nos vamos a mi casa en silencio.
—Bueno ¿Dónde voy a dormir?. —la miro sin entender—. ¿Tienes otra cama para mi?.
—Emmm.
—Pensé que tenías. —mira hacia todos lados—. Podemos traer mi cama entonces.
—Mañana vemos que hacemos.
—Es mediodía, tenemos tiempo de solucionarlo. —habla bajito y con suavidad, hasta para hablar le duele todo—. No quiero dormir en el sillón y creo que tú tampoco.
—No, pero esta mi cama.
—No es correcto, ya metimos la pata... Traemos mi cama ¿qué te parece?.
—Todos creen que eres mi novia. —sonrío de lado—. ¿Qué van a pesar cuando vean que traemos otra cama?.
—Y bueno, entonces van a tener que dejar de pensar que somos algo... Yo quiero dormir bien pero no quiero dormir contigo Martin.
—¿Porqué? ¿Tengo algo que me rechazas tanto?.
—No... Pero eres muy... —me señala entero, me parece todo muy divertido aunque no debería ser así por su situación—. Eres muy lindo y eso me pone incómoda.
—¿Ser lindo?.
—Todo de ti me pone incómoda y prefiero que estes lejos de mi.
—¿Y porqué incómoda?.
—Por lo que hicimos, no sé como reaccionar, no sé que hacer... eres el primer hombre con el que me acuesto, no sé siquiera que decir. —me rio con ganas y ella niega— No quiero ¿si? Necesito estar tranquila.
—Tu me pones nervioso no incómodo. —me mira con su único ojo abierto y me da tanta impotencia verla así que es impresionante—. Pero tienes razón, voy a mandar a pedir tu cama y la ropa ya que trajiste muy poca.
—Es verdad.
—Por mientras acuéstate en mi cama así descansas.
—Esta bien. —tardamos como veinte minutos en subir las escaleras, voy en silencio porque sé que en su dolor no quiere oir nada, una vez en la cama suspira aliviada—. Gracias.
—Tengo que ir a hacer el reporte. —beso su frente porque el labio lo tiene partido—. Vuelvo enseguida.
—Esta bien.
—La alarma es 2224... La voy a dejar puesta, se activa si abres una ventana o una puerta que dé para afuera, ya sea la de adelante o la de atrás, así que puedes descansar tranquila.
—Esta bien.
Voy pensado en lo que pasó mientras voy a la comisaria, cuando llego todos me miran medio raro y no me molesta porque siempre me miran así, aunque las otras veces no tengo idea de porque y esta vez si, es por como salí corriendo sin esperar refuerzos, salí como un loco la verdad, aunque no me arrepiento porque si esperaba un minuto más la encontraba muerta.
Cuando subo Jeremías me llama a su oficina y no me dice nada, solo me mira, cuando ya me canso de que solo me mire alzo las manos.
—¿Tienes algo con ella?.
—No.
—¿Y porqué saliste así?.
—Me hizo un llamado ¿cómo no voy a salir si oí todo eso?.
—Tienen algo.
—Que no Jere. —me friego el pelo deseando si tener algo—. Después del asalto nos vimos una vez y eso fue hace más de dos meses y la volví a ver en el juicio, nada mas.
—Bien. —se para yendo a la puerta—. Los maricones están abajo, son tuyos... Vamos.
*****
Abril.
Ya es de noche y Martin no llega, nunca me dormí por el dolor, como pude me levanté y bajé, obvio llorando todo el camino. Reviso su heladera encontrando casi nada, tiene media zanahoria y una pata muslo recontra congelada, encuentro un paquete de fideos y listo, ya tengo algo para hacer de comer y a la vez me digo, ¿qué come? Si no hay nada.
—Ey. —queda de pie mirando la mesa puesta y yo apuntándole un lugar—. Ya está la comida.
—No hacia falta, podíamos pedir algo.
—No es nada... Sientate. —le sirvo y como puedo me siento frente a él.
—¿Duele mucho?.
—Demasiado. —come y yo a penas y pruebo por mi cara hinchada.
—Esta muy rico.
—Gracias.
—¿Tu jefa qué dijo?.
—Por ahora nada, pero creo que esta muy asustada. —revuelvo los fideos sin apetito—. Ella cree que quisieron robar y si le digo que fueron por mi me va a despedir.
—No se lo digas.
—¿Y si van de nuevo?. —niega enseguida por lo que digo.
—Vamos a vigilarte, vas a estar en protección de testigo.
—¿Puedo hacer mi vida normal?. —medio como que noté una pizca de enojo con mi pregunta, vaya a saber lo que se imagina.
—¿Y qué es lo que haces?.
—¿Francamente?. —intento sonreír pero me debo ver un monstruo—. Nada, solo ir a trabajar, pero quiero ir libremente al trabajo.
—Yo voy a ser tu custodia. —eso si que no me lo esperaba—. Vas a ir libremente, solo que yo te llevo y te traigo y debo quedarme contigo.
—¿Y tu trabajo?.
—Ese va a ser mi trabajo. —miro el vaso pensando.
—¿Mi jefa debe saberlo?.
—Así es... Voy a estar dentro de su casa, debe saberlo.
—No te ofendas, pero, ¿no puede ser una mujer? No creo que quiera a un policía hombre en su casa si es que sigo con trabajo después de decirle.
—Mañana vamos a verla y le decimos ¿dale? Y esperamos a ver que nos dice.
—Esta bien. —miro la comida pensando en mi vida de ahora en más, en como todo cambió por ir al banco a que me desbloqueen la tarjeta.
—¿Pasa algo?.
—¿Que voy a hacer si me despide? ¿De qué voy a vivir?.
—No te adelantes, falta para eso.
—Tienes razón.
Pero no puedo dejar de estar preocupada por el destino de mi vida, tengo muchas cuentas que pagar donde me estoy comprando los muebles para mi casa, y sé que esto va a pasar y debo seguir con mi vida, pero da miedo no saber como saldar tus deudas.
Lo miro lavar los platos en silencio, me reiria porque no sabe como lavarlos aunque hace su mayor esfuerzo, me paro como puedo y voy a las escaleras para ir a recostarme porque ya no doy más.
—Dejame ayudarte. —me agarra de las caderas y me ayuda, voy muy lento y él super calmado.
—Dios, como duele.
—Ya llegamos. —me ayuda a recostarme.
—Mmmgggg. —mis lágrimas caen y él es muy cuidadoso—. Dios.
—Listo. —me saca la ropa de abajo con cuidado y es super respetuoso en eso—. ¿Qué más necesitas?.
—Que me tapes por fis.
—Hace calor. —mira el aire como dudando si lo apaga.
—Cuando me acuesto debo taparme, después ya me destapo. —me tapa y lo miro que se acuesta a mi lado mirándome—. ¿Hace cuanto eres policía?.
—De los dieciocho. —miro sus brazos inmensos, me gustaría que me envuelva en ellos realmente—. Ya hace doce años que soy policía.
—¿Tienes hijos?.
—No, no tengo... Cuando entré a asuntos especiales me dije que esa vida no es para formar familia... Veo a mis compañeros sufrir cuando por un caso sus seres queridos son amenazados. —suspira llevando su mano a mi vientre—. Y ahora lo veo por ti... Todo por echarte el ojo estas así.
—No es nada.
—Tienes tu cara deforme amor ¿acaso no te viste? Porque yo te estoy viendo y mi vista es perfecta.
—A lo que voy... ¿No vas a formar una familia por tu trabajo? ¿No te gustaría?.
—Obvio que si... Pero ninguna mujer aguantaría vivir amenazada. —asiento mirándolo a los ojos—. Me gustas mucho Abril. —eso me sorprende demasiado—. Pero no quiero que sigas siendo lastimada por mi culpa.
—¿Por qué dices que es tu culpa?.
—Porque él sabe que me gustas. —se acerca más a mi moviéndose con tal cuidado que el colchón ni se mueve, una vez pegado a mi, siento ese calorcito hermoso que aún lo recuerdo—. Y sabe que si te toca me toca a mi y puedo hacer una locura. —suena su celu y bufa, me da un beso en el brazo y se para—. Duerme, debo atender.
Me despierto en medio de la noche asustada, miro hacia todos lados con miedo hasta que recuerdo donde estoy, respiro hondo estirando mi mano sintiendo a Martin a mi lado, me agarra la mano apretándome ligeramente y enciende la luz.
—Fue un sueño... Calma, fue solo un sueño.
—Tengo miedo Martin.
—¿De qué?. —se acerca más y me rodea suavemente con su brazo—. Estoy contigo, nada malo va a pasar.
—Simplemente estoy asustada. —me da un beso en el brazo haciendo que cierre los ojos—. Me vienen recuerdos y eso me aterra.
—¿Recuerdos del banco?.
—Ya te dije Martín, basta con eso... Me vas hacer enojar de verdad, no fue tu culpa, te disparó.
—Lo sé... Pero me duele mucho que hallas perdido tu virginidad así de esa forma. —lo siento más pegado a mi, me habla con mucha suavidad calmandome—. ¿Cuáles son los recuerdos?.
—De mi trabajo.
—¿Cómo fue? Cuentame.
—Estaba mirando dibujos con los nenes. —vuelvo a cerrar los ojos para recordar bien todo lo que hacíamos—. Tenía la música fuerte y no oia nada afuera, pero empezó a sonar la alarma y de golpe se cortó antes de que siquiera me fije que pasaba... Miré por la ventana y ya estaban intentando de abrir el portón grande... Lo primero que hice fue agarrar a los nenes y marcarte.
—¿Qué sentias cuando escuchaste que ya estaban dentro de la casa?. —me siento impotente ahora—. Decirlo te va a ayudar.
—Senti muchísimo miedo... Empecé a temblar y pensaba que nos iban a matar... Gritaban "¿Donde estas? Te vamos a hacer mierda puta". —aprieto su brazo con fuerza—. Los nenes me apretaban con fuerza y estaban sin siquiera hacer un mísero ruido... No sabia que hacer... Tenía miedo por ellos más que nada, sabia que estaban ahí por mi y ellos no tenían la culpa de nada.
—Conmigo vas a estar a salvo... Yo voy a cuidarte.
—No entiendo porqué me busca. —no miramos a los ojos—. He estado pensando mucho en eso, cada vez que me llegaba una amenaza o en la calle me seguian.
—¿Te llegaban amenazas? No me dijiste nada de eso.
—Es que no lo entiendo... Si yo no lo denuncié... Y sabes que llegué a la conclusión de que es por tí, tal como dijiste. —se pone tenso por mis palabras—. Me dijiste que fué tu culpa por mirarme y debe creer que si me lastima lo hace contigo... Es un juego para él.
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