Capitulo 1
Abril.
—Holaaaaaa. —Frida viene corriendo como puede, aún como que no sabe correr y lo hace como puede causandome mucha risa, la alzo gimiendo de lo gorda que es—. Aaaggg, cada vez estás mas gorda Frida.
—Te extrañó. —miro a mi jefa asintiendo, se está poniendo la campera así ya se va a trabajar—. Che nena... Ahí compré frutas y carne, haz lo que quieras.
—Dale. —enseguida pienso en que voy hacer para tomar la merienda—. ¿Y Tomi?.
—En la habitación, está mirando tele. —la veo que busca su té adelgazante que toma y se lleva unas frutas—. Por fin es el último día, ya no doy más.
—Ya mañana libre por tres días. —sonrío felíz porque al fin voy a poder dormir tranquila.
—Gracias a Díos. —vamos al garage así ya se va de una vez, siempre llega tarde de tanto que habla y habla y se olvida de la hora—. ¿Esta lindo afuera?.
—Bastante, hasta me dio calor.
—Me voy ligera entonces. —saca el auto del garage y yo voy atrás para cerrar el portón—. Chao mi amor, pórtate bien.
—Chao mami. —le alzo la manito mientras se aleja, Frida la saluda lo más bien, ni llora cuando se va, en eso safo porque eh oído a otros nenes que no paran de llorar cuando sus papás se van a trabajar.
—Shao. —me rio porque ya ni se ve el auto.
—Ya se fue tu mami Frida. —se agarra la cabeza re exagerada, cierro el otro portón y las perras saltan felices.
—Bata... Bata shu. —como puedo entro a la casa, tiene tres perras y cuál de todas mas revoltosa y berrinchuda.
—Vamos a ver que hace tomi. —golpeo la puerta esperando a que me responda—. ¿Tomi?.
—¿Eh?. —entro y está con el celu en la cama jugando.
—Voy a hacer algo dulce así vamos a la plaza más rato ¿dale?.
—Si.
A cada oportunidad que tengo hago que salga de la casa, está traumado con los jueguitos y eso que su mamá le sacó la play porque estaba tan traumado que ni siquiera sabia que día era, jugaba tanto que ya estaba perdido en el tiempo, solo jugaba y comía, hasta que un día se cansó y lo golpeó, ahí medio que me anduve enojando porque ella es la que le compró eso y después lo golpea para que ya no juegue, me parece medio estúpido.
Me pongo a hacer un budín de banana y busco ropa para Frida por si se pone frío, es pequeña, por más que corra y corra, bueno, que haga el intento sigue siendo una bebé que necesita estar abrigada y en estos barrios alejados se siente aún más el frío.
Trabajo acá desde que Tomi tenia cuatro meses de nacido y Frida ya está por cumplir los dos años, me dice mami y su mamá nunca se enojó, solo dice "Te ve todos los días, eres la imagen de madre también", la miro a la nena jugar riendo y me digo lo que se pierde el padre, no la conoce y no volvió a aparecer jamás ya que dice que no es de él, pero Norma me mostró una foto y es su calco, no hay de donde negarse, pero bueno, allá él.
—¿Tomi ya estas?.
—Si... ¿En qué ayudo?. —le sonrío con ternura porque siempre me ayuda en todo, yo le digo "Él buen hombre".
—Puedes traer el jugo que lo puse en la heladera.
—Dale. —guardo todo en un bolso y ya estamos—. ¿Llevamos a la Catalina?.
—¿La vas a cuidar?. —se rie y yo niego—. Entonces no... No puedo estar atrás de tu hermana y de la perra al mismo tiempo.
—Esta bien esta bien. —vamos a la plaza del barrio, queda a unas cuadras no mas—. Mira, ahí hay solsito ¿vamos ahí?.
—Si, porque nos va a dar frio. —van los dos de la mano adelante a buscar el lugar.
—Aki... Aki mami.
—Si Frida, ahí. —acomodo la manta y ahí nos ponemos a comer.
—Mi papá me dijo que en estos días llegaba del trabajo.
—¿Y te lleva con él?. —le paso el vaso con jugo a Frida que enseguida toma.
—Si... Pero seguro mi mamá le dice que falté al colegio por estar jugando con la play.
—Y bueno, pero te re pasaste Tomi. —asiente serio, Norma lo despierta y vuelve a dormir, él tiene que subirse a la trafi cuando viene por él pero no fué, y a mi parecer ella debe controlar que duerma y que suba a la trafi, no dejarle esa responsabilidad a un niño tan pequeño.
—Voy a jugar a la pelota. —apunta a los vecinitos que lo llaman.
—Dale... Llevo a Frida a los juegos. —guardo todo rápido porque ella se va no más, no me espera, una vez todo listo me entretengo amacandola y jugando—. ¿Qué es eso?. —algo brilla a lo lejos, lo agarro y es una placa de policía y la identificación de un muchacho joven, miro hacia todos lados y no hay policías cerca ni de casualidad—. Bueno... Mañana la devuelvo.
—¡Abril! ¿a qué hora vamos?. —lo miro arrugando la nariz porque recién va diez minutos jugando y ya esta bañado en transpiración, pero solo se rie.
—Mmm ¿a las siete?
—Dale... Voy a seguir jugando.
—Te miro de acá.
Mi turno de trabajo hoy termina a las diez de la noche, mi jefa es enfermera y a veces hace horas extras como estas y obvio me las paga el doble por eso vengo felíz o seria otro el chiste, porque antes de trabajar para ella tenía una jefa que se creia que por un sueldo debía ir cualquier día hasta cualquier hora, fue el colmo cuando un fin de semana queria que vaya a quedarme con los nenes sin que me pague extras, vivos y vivadas hay en todos lados.
Estoy lavando los platos cuando llega Norma, dejo todo listo y ya espero a irme rápido, deseo estar en mi cama tranquila y mirar tele mientras me como un helado o tomo un té, pero tranquila, sin chicos que me griten o hablen sin parar, porque Frida no dice una frase coherente, pero el "Mira" "Toma" y "Dame" me tienen loca.
—Esa piba está loca. —niego riendo porque empieza a llorar donde me voy—. ¿Viste lo que pasó?.
—No. —la mete al garage y cierra así me habla tranquila, esos gestos no me gustan nada, pero no puedo decir nada tampoco—. ¿Qué pasó?.
—En el grupo del barrio dijeron que hubo un revuelo de policías cerca de la plaza... Que no saben que pasó, que fue muy raro y fue cerca del mediodía.
—No me enteré nada, y eso que fuimos a la plaza con los nenes.
—Me da miedo. —saco la bici porque frida no deja de gritar y ella actúa como si nada—. Encima estoy sola y todos acá lo saben.
—Golpea la pared por cualquier cosa, los de al lado te van a escuchar.
—Es verdad. —me subo así ya me voy porque no para de hablar—. Bueno, ve con cuidado, y mándame mensaje cuando llegues.
—Dale.
Me subo a mi bici ochentosa que me encanta y me voy a mi casa pensando en que en ese revuelo el hombre a perdido sus documentos.
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Me levanto a las nueve de la mañana suspirando, puse la alarma o le doy duro hasta las once mas o menos, me doy un baño despejante, me pongo un vestido corto y floreado, unas sandalias y un sombrero, agarro mi carterita metiendo los documentos mios y del muchacho y me dirijo a la comisaria que sale en la identificación.
—¿A dónde vas?. —mi mamá sale de su casa asustandome.
—¡Ay ma! Me asustaste.... Voy a comprar.
—¿Me traes carne?. —me da la plata y una bolsa—. Y pasa al banco a sacarme plata.
—Si... Voy a intentar de llegar a la una.
—Esta bien. —paso al banco de una disparada y ahí voy a la comisaria, estoy atando la bici cuando me pasan a llevar, caigo de culo raspandome.
—Aauuuu. —me giro y el hombre me mira tendiendome la mano.
—Mil disculpas no te vi. —es alto y fornido, lleva una barba de varios días y de aspecto descuidado, pero no deja de ser atractivo.
—¿Con este cuerpito no me viste?. —me río ya que soy bastante reyena, me mira de pies a cabeza alzando las cejas.
—Mmm. —tuerce la cabeza haciendo una sonrisa de lado y pícara—. Si te hubiera visto tal vez te pasaba a llevar a propósito. —alzo las cejas y se rie—. Es un chiste... Mil disculpas, en serio no te vi. —entra a la comisaria y yo termino de asegurar mi bici sonriente porque me coqueteó, bueno, eso creí, entro apretando mis manos, es inmenso este lugar y nunca entré a una comisaria.
—¿Señorita?.
—Oh, si... Emmm, busco al teniente Sambueza ¿Se encuentra?.
—¿De parte de quién?.
—Emmm... Dígale que soy la chica con la que estuvo el sábado. —digo roja de vergüenza porque debí decir otra cosa, no eso estupidez.
—Bien... Tome asiento ya lo llamo.
—Gracias. —me siento pensando ¿y si me voy? Tal vez todos saben que tiene esposa y yo como boluda dije eso, estoy por irme cuando baja por las escaleras el hombre que me tiró y va al mostrador, me apunta y yo deseo que la tierra me trague.
—Bueno. —se acerca riendo—. No recuerdo que hallamos estado el sábado pero si tú dices que si me disculpo porque no lo recuerdo.
—No, eso... —sacudo la mano y abro la cartera dándole sus cosas, abre grande los ojos mirándome.
—¿De dónde lo sacaste?.
—Lo encontré en una plaza... Dije eso del sábado porque deduje que si decía que encontré tu placa y tu identificación te iban a suspender, y mil disculpas, fue lo que se me ocurrió en el momento, debí decir otra cosa pero no sabia qué, así que deduje que debía decir algo así y yo... —se ríe negando.
—Dedujiste bien gracias. —sacude las cosas entre sus dedos—. Me salvaste la vida mujer.
—No es nada. —sonrío feliz de hacer cosas buenas—. Bueno... Que tengas lindo día.
—Espera. —me agarra del brazo con suavidad—. ¿Cómo te llamas?.
—Abril.
—Soy Martin.
—Ya lo sé. —lo digo como si fuera un secreto, se rie y niega.
—Muchas gracias Abril ¿Hay alguna forma de pagarte?. —no sé porque me sonó doble sentido.
—No... No es nada en serio... Tengo que irme... Chao.
—Chao Abril.
Vuelvo en mi bici pensando en este hombre, ¿cómo es que llegó su placa a una plaza? ¿Y cómo es que no la buscó porque si es algo sumamente importante? Lo buscaría como loca, me recorrería todos los lugares en donde halla estado.
*****
Martin.
Como un idiota la quedo mirando cuando se va, me paso la lengua por los labios porque tiene un culaso que me haría arrodillarme frente a ella, la falda del vestido se mueve de forma vertiginosa dando la sensación de que se le va a ver la cola, y como un degenerado lo espero, pero solo es eso, la sensación, me giro y todos me miran.
—¿Pasó algo que no me enteré?. —alzo las manos haciendo que se vayan, negando subo de nuevo para ir por unas cosas a mi escritorio.
—Martin. —voy a la oficina de Jeremías que me llama a penas me ve—. ¿Qué haces acá? Estas en cubierto.
—Venia a buscar unas cosas y me voy.
—No vuelvas a venir hasta que se cierre el caso. —esta enojado y lo entiendo, no debería estar acá, pero vine por unos papeles y para ver si mi placa estaba acá—. ¿Acaso quieres que te maten si se enteran?.
—No va a pasar nada.
—Bueno, vete. —le tiendo la placa y mi identificación de policía.
—Prefiero que los tengas.
—Bien... Sabes que me tienes que informar que estas con vida a cada dos horas.
—Lo sé... Nos vemos.
Estoy en cubierto hace cuatro meses, me metí a una banda que roba bancos gracias a un informante, me calienta una mierda que roben los bancos, lo que me enfurece es lo que hacen con la gente que esta dentro del lugar, roban sus pertenencias y los pocos pesos que tienen, y en las dos últimas entradas abusaron de las mujeres que habian en el banco, empleadas y clientas, hasta de una señora mayor abusaron, y ya se esta saliendo todo de las manos.
En una semana hay una entradera y eso me pone nervioso en gran manera, no sé que va a pasar ni como voy a reaccionar, eso me da mas miedo, mi reacción me da miedo.
Cuando salgo voy a mi casa que me estoy alquilando por el trabajo, en eso la veo pasar en su bici, va en su mundo y eso me hace sonreír, la sigo un par de cuadras y ni cuenta se da que voy detrás de ella, Abril, eres hermosa nena, pero ajena a este mundo de mierda.
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Estamos afuera del banco, uno de los cajeros es nuestro informante y él nos da aviso cuando debemos entrar, pero se está tardando, hace dos horas estamos esperando, ya vinieron a dejar plata para reponer en los cajeros automáticos, se supone que hay mucho dinero pero aún no nos da aviso. Miro a la gente que entra ajenos a todo lo que va a pasar y mentalmente les grito que se vayan, pero mas que eso no puedo hacer, no puedo ponerme en evidencia. Jeremías está atento a mi llamado de alarma, están listos para entrar cuando les diga y eso al menos me calma un poco los nervios, en eso la veo hatar su bici, acomodarse su vestidito de infarto y mirar a una señora que le habla, asiente agachándose y le hata las sandalias a la señora, sonriendo la veo entrar al banco por lo que hizo, no muchos tendrían ese gesto, pero ella sin problemas lo hizo, aprieto los ojos y las manos con odio porque esto puede traumarla.
—Ya vamos a entrar.
—Bien. —doy aviso tocando el botón de mi pantalón que es una alarma, y nos ponemos los pasa montañas, corro adelante con Luis el jefe, y entramos.
—ARRIBA LAS MANOS TODO EL MUNDO. —le dispara al guardía matandolo en el acto y toda la gente grita asustada—. QUIETOS O LOS MATO A TODOS. —la busco con la mirada, está sentada sin entender que pasa, caminamos y la miro sintiéndome miserable.
—Jefe... La policía ya viene.
—¿Qué?. —nos mira a todos y estamos en silencio—. Bien... Vamos a hacer esto rápido... Todos donde deben ir.
Me toca vigilar a los rehenes y no puedo dejar de mirarla, está agarrando la mano de una anciana que llora asustada dando la sensación que va a entrar en un ataque de pánico, pero logra controlarla, esta tranquila, parece no tener miedo a lo que sucede, y al estar así ayuda a los demás a calmarse, me giro cuando veo a todos afuera rodear el banco y Luis se ríe por eso.
—Si supieran que la plata ya no está con nosotros. —lo miro en silencio, siento que no puedo hablar con él, me repugna en gran manera—. Tenemos un segundo plan, ¿no me digas que pensabas que íbamos a salir por la puerta?.
—¿Por ahí vamos a salir también?.
—Si. —se ríe con diversión mientras se soba las manos, carajo, va a empezar con sus mierdas—. Pero primero quiero divertirme ¿qué dices? Te vi desde el auto mirar a esa gordita.
—No, nada que ver... —va donde ella divertido—. Carajo.
—Parate. —ella lo hace en silencio—. Mi amigo allá te echó el ojo bonita. —ella me mira y respira hondo, ahí la veo temblar sabiendo lo que viene—. Vienes con nosotros.
—Vamos hombre. —me acerco apuntándola y a los ancianos—. Déjala, esta ayudando con los viejos.
—Shhh... Te estoy haciendo un favor. —le agarra un pecho apretando con fuerza por la cara que hace y moverse para atrás, ya me estoy cabreando, y enojado hago cualquier cosa—. ¿O eres tú o soy yo con todos?. —viene frente a mi desafiandome—. Elige, y mira que esta buena a pesar de ser gorda.
—Yo. —me mira alzando las cejas y se rie—. Voy a ser solo yo, nadie más.
—Sabia que ibas a aceptar... Sigueme. —la agarra del brazo y vamos a una oficina, todos nos miran mientras avanzamos y me siento tan mal que mis tripas se revuelven, no dejo de apretar el botón y nada que entran, una vez dentro de la oficina cierra con llave—. Arrodíllate. —me mira pidiendo que me niegue y no puedo hacer nada, estoy igual que ella—. Ahora mujer, no me hagas golpearte.
—¿Para qué me voy a arrodillar?. —la agarra de los pelos y mis instinto casi me hace joder todo, a penas vi ir la mano a su cabeza apreté las manos preparándome para golpearlo, pero debo calmarme un poco, la para frente a mi con sus lágrimas comenzando a salir.
—Abrele el pantalón. —cierra los ojos cuando le tira aún mas los pelos y la apoya fregándose—. Si soy yo muñeca, no voy a tener paciencia... Abrele el pantalón ahora.
—Esta bien. —siento sus manos torpes que buscar el botón del pantalón, no puedo quitarle la vista a José comiendomelo vivo por dentro, logra abrirmelo y la hace arrodillar, cierro los ojos apretando los dientes—. ¿Tengo que decir lo que debes hacer?.
—No. —doy unos pasos hacia atrás acomodandome la ropa—. Para, así no, dejanos solos. —ya casi pierdo el control.
—Quiero ver. —se sienta en la puerta y sonríe—. Vamos adelante, no me hagas perder el tiempo.
Aprieto las manos con tanta fuerza que siento que mo voy a romper los huesos cuando siento su boca en mi pene, no quiero sentir placer pero lo siento y me hace tenerme asco por eso, porque esta mal, muy mal, esta siendo forzada a hacerme esto y no debo sentir nada más que asco.
La miro cuando me estoy por venir, esta con los ojos cerrados y sé que esto la va a marcar por el resto de su vida, y hasta le joda su vida s****l desde ahora.
—Al escritorio. —me alejo y la para llevándola al escritorio a las corridas, la deja parada y creo que esta en shok o algo por el estilo porque no se mueve para nada, me mira y la apunta—. Vamos hombre... Hazla tuya. —niego subiéndome el pantalón—. Sal entonces.
—No tomo a las mujeres así.
—Yo si y acá se hace lo que digo o te considero un traidor. —me apunta con su arma y la carga, dispara al lado de mi pierna.
—¡¿Qué carajos haces?!.
—La próxima te la doy. —la apunta a ella ahora—. O a ella... ¿Qué dices? Ven o vienen los otros, y no creo que un disparo en la pierna nos impida hacer lo que queramos. —asiento mientras me acerco y él va a su silla a mirar todo como un maldito enfermo, me paro atrás de ella subiéndole el vestido, me agarra las manos y lo miro a Luis negando—. Vamos... No te acobardes.
—Perdón. —hago que me suelte y le bajo la bombacha.
—Por favor, no lo hagas. —susurra con dolor y terror.
—Me va a matar si no lo hago. —sé que nos escucha pero quiero hacer de cuenta que no escucha nuestros susurros—. Y van a venir los otros, ¿acaso quieres a todos los demás?. —suelta mis manos enseguida, la inclino haciendo que mire para el lado contrario de Luis, me guío a su entrada y entro despacio, aprieto sus carnes con mis manos y me entierro de una sintiendo como rompo su himen, quedo quieto mirando su espalda contraerse del dolor que le estoy generando.
—¿Que pasa? ¿Ya te viniste?. —sin siquiera prestarle atención me inclino apoyándome en su espalda y le susurro.
—Tranquila... Tranquila ya va a pasar.
.
.
1° Mudo.
2° Malo. *
3° Bueno.