Santiago Celeste estaba preparando el desayuno mientras yo terminaba de ducharme, me sentía tan pleno y feliz que sentía que caminaba entre algodones, los últimos dos días habían sido tan perfectos que temía que sean un sueño y alguien me despierte. Mi sonrisa se amplió al escucharla cantar mientras me secaba, no tarde nada en cambiarme y salir a buscarla, habían pasado quince minutos, pero me generaba ansiedad no verla, era una locura, pero no podía evitarlo. Salí de la habitación y mi corazón se saltó un latido en cuanto la vi, la recorrí con la mirada deteniéndome en sus preciosas piernas. Llevaba un vestido corto y suelto, unas sandalias bajas y el pelo suelto, simplemente hermosa, estaba preparando el mate y guardando algunas cosas para el picnic que íbamos a hacer en una playa que