Santiago Una respiración acompasada me despertó y enseguida una sonrisa se formó en mis labios, ni siquiera tenía que abrir los ojos, su perfume a coco y su piel caliente sobre la mía, eran la mejor manera en el mundo de despertar. Estar en esa cama, con ella en mis brazos era lo mismo que haber estado años de viaje y por fin haber vuelto a casa finalmente. Ella fue, es y siempre será mi hogar. Acaricié suavemente la piel de su cuello mientras apartaba su cabello y la oí exhalar, estaba despierta, lo sabía. ―Sos la única mujer que quiero― le susurre, justo antes de apoyar mis labios en su hombro―. Te amo... Celeste se estremeció al sentir el roce de mi nariz en su cuello y se aferró a mi brazo con ambas manos. Fue instantáneo el efecto causado y eso me volvió loco, la forma tan visc