Santiago
Habíamos pasado un día increíble en la playa, llegamos casi al atardecer agotados, nos dimos una ducha juntos y nos acostamos a dormir una mini siesta para reponer energías, dos horas después nos levantamos para preparar la cena, y ahora estábamos tomando una copa de vino mientras mirábamos una película.
― ¿Puedo decirte algo? ― susurra Celeste con las mejillas sonrojadas y es la imagen más adorable de todas.
―Sí, por supuesto― la miro y detengo la película, se retuerce los dedos nerviosa y mira hacia otro lado―. Cielo, podes decirme lo que quieras.
―De acuerdo― suspira y se gira, sentándose sobre sus rodillas, siempre voy a decir que debe ser la única persona que encuentra cómoda esa posición para sentarse, se muerde el labio inferior y me mira―. Yo… yo estaba pensando que... qué bueno me gustaría que me muestres las cosas que te gustan.
― ¿Las cosas que me gustan?
―Si... ya sabes... ― no entiendo a qué se refiere hasta que me mira avergonzada―, quiero que me muestres las cosas que te gustan en la cama.
―Vos me gustas en la cama― se ríe y suspira, ahora entiendo a donde es que quiere llegar.
―Santiago, te estoy hablando enserio.
―Yo también.
―Déjalo, fue una tontería― no quería hacerla sentir incomoda, es solo que por primera vez no sé cómo abordar ese tema con ella, la atraigo hacia mí y la siento en mis piernas.
― ¿Enserio queres hacerlo? ― pregunto, es la primera vez que mis gustos sexuales me presentan una contradicción porque la parte más animal en mí se muere por mostrarle todo lo que me gustaría hacerle, pero después esta esa otra parte donde no estoy seguro de hacerle eso a ella.
―Si― dice de forma tímida―. Quiero todo de vos, y esa es una parte tuya también, quiero que la compartas conmigo.
La miro y la duda no abandona mi cabeza.
―Cielo, no hay necesidad, no necesito hacer nada de eso para sentir el placer que siento con vos― hay inseguridad cruzando sus ojos y dolor ante mis palabras, cuando intenta alejarse la sostengo más fuerte.
― ¿Porque no queres hacerlo conmigo? ― pregunta―. Lo hiciste antes ¿qué tengo yo de diferente?
―Que a vos te amo cielo, no es que no quiera, es que no lo necesito cuando se trata de vos porque, rompes con todos mis esquemas, y es la primera vez que experimento tanto placer y tanto amor juntos, nunca antes me había pasado una cosa así, hacerte el amor, de la forma en que lo hicimos cambio todo dentro de mí.
―Mi amor...
―Celeste voy a darte cada jodida cosa que quieras ¿queres que te muestre lo que me gusta? Lo voy a hacer, pero quería que sepas eso, mis gustos son solo eso, gustos, lo que yo tengo con vos va más allá.
―Lo se mi amor, lo sé― acaricia mi mejilla―. Y el sentimiento es mutuo, solo quiero tener todo de vos.
―Tenes todo de mí, siempre.
―Voy a aceptar todo lo que me des, el simple hecho de tenerte para mí ya es suficiente, solo quería experimentar con vos esa parte tuya nada más.
Apoyo mi frente contra la suya, mi corazon late con tanta fuerza, fantaseé tantas veces con esto y sí, es verdad cuando dije que con ella era diferente, que no necesitaba esto, pero, dios, con ella mirándome así, caigo doblegado sin pensarlo.
―Mierda, quiero enseñarte tantas cosas― hundí mi cara en su cuello inhalando su perfume―. ¿Me vas a dejar jugar con vos como a mí me gusta, cielo?
― ¿Que te gusta? ― movió sus caderas sobre mí y eso me enloqueció, en realidad toda ella lo hacía.
―Vení... ― la levante y de la mano la lleve hasta la habitación.
La tensión se podía sentir en el aire, caliente y pesada, estaba ansioso por darle una pequeña muestra de lo que tendría conmigo y que ambos disfrutaríamos. Entramos a la habitación, le di a ella el paso y yo me quede detrás mientras cerraba la puerta, mi lado dominante moría por salir y no tarde en hacerlo, no había llegado a la mitad del cuarto cuando hable haciendo que frenara en seco.
―Te quiero en la cama, desnuda y totalmente abierta para mi… ahora.
No tardo nada en quitarse la ropa que traía puesta, sabía que yo la observaba y la vi ligeramente temblar, se giró y me vio de brazos cruzados sobre la puerta observándola fijamente, esperando a que terminara de cumplir la orden que le había dado.
Lentamente se acostó sobre la cama tal y como le había indicado, abierta de piernas y expuesta para mí, esa imagen me hiso babear y arder el cuerpo, Celeste me calentaba a niveles astronómicos.
―Mira lo mojada que estas para mí― me acerco a ella―. Y ni siquiera te he tocado aún.
Empiezo a quitarme la ropa lentamente mientras ella me mira toda sonrojada, era una maldita obra de arte.
―Santi...
―Cielo… mi cielo, hoy te voy a coger tan fuerte que me vas a pedir a gritos que pare― me arrodillo entre sus piernas y comienzo a acariciarlas―. Ahora que te tengo para mí no te voy a dar descanso y no vas a poder caminar los siguientes días y cuando eso pase vas a recordar quien te lo hizo.
La escucho gemir cuando mis dedos recorren sus pliegues expandiendo su humedad, bajo mi cabeza y comienzo a lamer y succionar sus pezones con algo de brusquedad, tomo una respiración para calmarme porque estaba tan malditamente duro que me iba a correr con un solo roce suyo.
―Santiago... ― gimió mi nombre fuerte.
Seguí en mi tarea y le di atención a su otro pecho, sintiendo como se mojaba más y más, nos íbamos a divertir tanto juntos, empecé a descender con mis besos por su cuerpo y di pequeñas mordidas, llegue a su vientre y lo bese suavemente mientras tomaba con mis manos la parte trasera de sus muslos y empujaba sus rodillas dejándola más expuesta para mí, le di un beso sobre su clítoris y gimió.
Saqué mi lengua y di una lamida de abajo hacia arriba que me quito el aliento, era jodidamente deliciosa, succioné sus pliegues y sentí como se movía, arremoline mi lengua sobre su clítoris y lo chupe con fuerza provocando sus gemidos y jadeos que eran música para mis oídos.
―Oh por dios― jadeo. Comenzó a retorcerse cuando empecé a aumentar la intensidad de mis movimientos.
Alcancé sus senos y comencé a masajearlos y apretarlos a mi gusto, pellizque sus pezones duros y un grito de éxtasis escapo de su boca, pero no pare, al tiempo que succione su clítoris metí dos dedos y comencé a bombear dentro de ella, sintiendo como sus paredes me apretaban, haciéndome saber que no iba a tardar en correrse.
Esto era jodidamente bueno.
Trepe hasta ella y estampe mi boca contra la suya, invadiéndola con mi lengua en un beso duro, haciendo que se pruebe a sí misma en mis labios, seguí moviendo mis dedos dentro de ella rápidamente y separe mi boca de la suya para observarla, cerro sus ojos y gimió de placer cuando curve mis dedos y seguí penetrándola rápidamente.
Me detuve y me levante hasta el cajón de su ropa interior, de donde saco un pañuelo.
―Voy a atarte las muñecas ¿Si? ― Celeste asiente, con la respiración hecha un caos―. Necesito que uses las palabras.
―Si.
―Buena chica― agarre sus manos y las ate por las muñecas al cabezal de la cama, dejándola expuesta y a mi merced―. Hoy vamos a empezar con algo leve, pero cuando sientas que es mucho me lo decís y paro ¿de acuerdo mi amor?
―Si Santi― vuelvo a devorar su boca y mi mano desciende hasta volver a penetrarla con mis dedos, eleva las caderas buscando más, y me está volviendo jodidamente loco.
Mi pulgar frota su clítoris y empieza a jadear fuerte y descontrolada cuando su orgasmo explota.
No la deje pensar si quiera, quite mis dedos de su deliciosa v****a y un grito retumbo en toda la habitación cuando mi m*****o la penetro hasta el fondo, empecé a empujar con fuerza dentro de ella sin darle tiempo a que se adaptara y me sintiera por completo. No dejaba de gemir y me estaba encantando sentir su pequeño cuerpo debajo de mí, deshaciéndose de placer.
Abrazaba mi cintura con sus piernas y rodeaba mi cuerpo atrayéndome más hacia ella, mis embestidas eran duras y sin descanso, me estaba volviendo loco de placer y su cara me demostraba que ella también, nuestras respiraciones eran un caos y sabía que su orgasmo estaba aproximándose cuando comenzó a temblar, si esto era demasiado para mí, no me imaginaba para ella, sus paredes se empezaron a contraer apretando mi v***a y eso provoco un escalofrió en toda mi columna, iba a matarme.
Dejé escapar un gemido y sentí mi cuerpo tensarse, me estremecí y acabé llenándola de mí, fuerte y potente, pero no podía parar, claro que no, seguía malditamente duro por ella.
La tomé de las caderas y suelto un grito de la impresión cuando la di vuelta y quedo boca abajo, me aseguré de no haber lastimado sus muñecas que aún seguían atadas y cuando vi que no, seguí.
―Estamos apenas empezando mi amor ¿vas a poder soportar todo lo que tengo pensado hacerte? ― mis manos recorrieron su cuerpo y se estremeció, mordí su oreja y ella gimió―. Decime cielo ¿vas a dejar que te coja como un animal, tal y como me gusta?
Jadeo ante mis palabras en su oído, tire de su cabello hacia atrás y se mojó más si eso era posible, maldita mujer sucia, se excitaba más y más y me ponía más duro que una piedra, ya sabía yo que iba a ser mi jodida perdición, ella y su deliciosa humedad.
―Por favor…
―Respóndeme…― metí mi mano por su centro y tembló cuando la acaricié―. Se buena Celeste y responde como corresponde.
―Si... ― ggimió cuando mi dedo comenzó a hacer círculos en su clítoris.
―Responde bien― susurre en su oído―. ¿Si, qué?
―Sí señor…― respondió entre gemidos. Grito con fuerza cuando mi polla la penetro con fuerza.
―Mierda, cielo― jadee, la sensación de su v****a caliente y como me apretaba era indescriptible.
―Oh por dios...
Era extremadamente placentero sentir su cuerpo caliente y sudoroso debajo del mío, mi m*****o golpeaba dentro de ella y mi dedo torturaba deliciosamente su clítoris, comenzaba a sentir como me apretaba más y más y eso significaba que estaba por correrse y yo no podría aguantar mucho más.
Pero no acabo ahí... no podía parar.
Seguí penetrándola más fuerte una y otra vez, esto era un placentero dolor, escuchaba como de su boca salían gemidos y quejidos de placer, mi cuerpo aprisionaba al suyo y yo me sentía arder, estaba cogiéndola duro y solo era el comienzo, de todo lo que tenía pensado mostrarle y hacer con ella.
―Dios... no.… no puedo más― grito de placer mientras yo empujaba duro dentro de ella.
Seguí embistiéndola con fuerza cuando otro orgasmo comenzó a formarse, me apretaba deliciosamente, sus gemidos se habían trasformado en gritos que probablemente se podrían haber escuchado por toda la casa, sus paredes se contrajeron con tanta fuerza que apretaron dolorosamente mi m*****o que estaba más duro que antes.
Ella grito mi nombre y yo la llene nuevamente,
Su respiración estaba agitada como la mía, nuestros cuerpos cubiertos de sudor y éramos un auténtico desastre.
― ¿Queres saber la mejor parte cielo? ― susurre en su oído y se estremeció―. Esto solo fue el aperitivo…
Celeste cayo rendida pasada la madrugada después de nuestro quinto round, tenía las muñecas rojizas y chupones y moretones en todo el cuerpo, desde mi perspectiva había sido suave, pero había sido su primera vez y quizás me había excedido marcándola.
Pero no iba a ser un hipócrita y fingir que verla marcada por mí no me excitaba más.
Me levanté y fui al baño por una toalla que humedecí y volví a la habitación, Celeste estaba dormida, realmente agotada porque ni se dio cuenta que la limpie y la tape con la manta cuando termine.
Deje la toalla en el cesto de la ropa y tome una ducha rápida, estaba agotado, pero me sentía tan extasiado por todo lo que estaba pasando que no podía dormir, era como si me negara a descansar por no querer perder ningún segundo con ella.
Era una tontería porque finalmente la tenía para mí, para siempre.
Salí y me seque, no me moleste en vestirme porque quería dormir sintiendo su piel en la mía, Celeste seguía durmiendo plácidamente en la misma posición en que la deje. El sonido de mi teléfono me sobresalto, y ella se removió en la cama sin despertarse.
Lo había prendido para mandarle un mensaje a Joaquín con ciertas indicaciones en unos asuntos, me había olvidado de apagarlo y ahora me arrepentía profundamente.
Tenía tantos mensajes de mi padre y llamadas perdidas que serían imposible contarlas.
Estuve a punto de abrir un solo mensaje cuando su voz me devolvió la cordura, deje el teléfono en la mesita y me gire hacia la mujer que tenía mi corazon en sus manos.
― ¿Paso algo? ― pregunto aun adormilada.
―Nada mi amor― dije acostándome a su lado, la atraje hacia mí, eso era todo lo que necesitaba, sentir su calor y su piel contra la mía, Celeste me abrazo acurrucándose contra mí y hundió su nariz en mi cuello.
―Me duele todo el cuerpo― dijo de repente, no pude evitar reírme, la mire, sonreía sin abrir los ojos.
―No era yo el que pedía más y más.
―Sos un tarado― su respiración se volvió acompasada luego de eso, supe que se había dormido otra vez.
Le di un beso en la frente y la apreté más contra mí, estábamos casi pegados, pero aun así no era suficiente, nunca desde que tengo uso de razón era suficiente con ella.
Me dormí de esa forma, con ella en mis brazos sabiendo que era la única manera en la que quería hacerlo por el resto de mi vida.