Santiago No podía sacarme esa maldita imagen de la cabeza, ella casi desnuda sobre mí, creo que esa sensación me iba a perseguir por el resto de mis días. Pase años reprimiendo cualquier indicio de deseo hacia ella y ahora solo pensarla hacia que mi m*****o vibrara. Estaba tan jodido. El día había sido lo más parecido a una tortura, reunión tras reunión y Celeste que no dejaba de colarse en mi cabeza y, por ende, me sentía caliente y frustrado porque toda esta excitación que tenía quería descargarla con ella y no podía. Tampoco era lindo andar con una erección todo el puto día. Cuando finalmente el día termino, sin pensarlo dos veces me escape a mi casa, abandone la idea de ir a lo de Celeste porque la verdad no confiaba en mí con ella en este momento y cualquier cosa que hiciera iba