Capitulo 20

1877 Words
Celeste La última semana había sido verdaderamente desastrosa, tanto que me encerré en mi casa sin salir ni ver a nadie. Me había inventado una gripe contagiosa que mantuvo lejos a Bruno todos esos días, hablamos por mensaje y me sentí pésimo en no decirle la verdad, pero no tenía voluntad. Eventualmente lo iba a hacer porque él, no se merecía nada malo de mi parte. A Santiago tampoco lo volví a ver desde la última vez que estuvo acá, pero a él, no tenía ganas de verlo, al menos no en las próximas semanas mínimo. Todavía no me recuperaba de todo lo que me había dicho, de lo que me había confesado. Pero por, sobre todo, no me recuperaba del hecho de que, a pesar de todo, iba a casarse igual. Limpio mis lágrimas, otra vez, estoy cansada de llorar y me odio por permitirme eso, asique hago lo más inteligente que se hacer y es trabajar, si ocupo mi cabeza lo suficiente eso, me obligo a no pensar. Y justamente eso es lo que necesito ahora. Me doy una ducha para relajar un poco el dolor de cabeza que persiste hace varios días, una vez hecho eso prendo las luces y saco mi cuaderno y lápices, se me ocurre que puedo crear algo con un estilo muy femenino. Algo que sea único y que haga sentir hermosa a cada mujer que quiera usarlo. Casi cinco horas después siento la espalda y el cuello tensos de estar tanto tiempo en la misma posición, pero con la satisfacción de muchos diseños creados. Dejo todo ordenado sobre la mesa y voy hasta la cocina a prepararme algo de comer, chequeo mi teléfono y no hay ningún mensaje ni llamada de nadie. Suspiro, sé que debo llamar a Bruno, necesito hablar con él, porque no es solo porque se lo merezca sino porque siempre me demostró ser una persona íntegra, me bese con Santiago un día después de estar con él. Quiero darle mi honestidad, mi sinceridad, porque sacando a Santiago de la ecuación, Bruno me gusta mucho y por primera vez me sentí especial ante los ojos de un hombre, me sentí cuidada y quizás eso se arruino, pero no quiero que me odie por ocultarle cosas. Quiero que el elija que hacer, y si quiere seguir conociéndome va a estar muy lindo y si no voy a entenderlo y seguir con mi vida como hasta ahora. Sola. Porque hasta ahora en mi poca experiencia con los hombres, descubrí que yo no soy la “mujer para”, más bien soy la “mujer antes de”. No soy una mujer que elijan para una relación, comprometerse o casarse, en realidad soy la mujer con la que se dan cuenta cuando me terminan, que quieren todo eso, pero con alguien más. Patético, lo sé. Pero es la realidad, sé que no debería hacer tanto drama de las cosas, solo fue un beso y no hay nada serio entre Bruno y yo, solo nos estamos conociendo, pero soy así, dudo que pueda cambiar esa parte de mi personalidad. Marco su número y espero, recién al cuarto tono obtengo una respuesta. —¿Hola? — su voz suena cansada. —Hola Bruno, ¿Cómo estás? —¿Quién habla? — ¿Quién habla? Miro para ver si llame a la persona correcta y es así. —Soy yo, Celeste— digo, sorprendida de que no me haya reconocido. —Cele, perdón no mire el identificador cuando conteste— me explica—. ¿Cómo estás? ¿te sentís mejor de la gripe? —Si estoy bien, te llamaba para invitarte a casa— escucho que suspira y un ruido como algo cerrándose. —Lo siento mucho cariño, me encantaría ir, pero me estoy yendo de viaje. —¿Te vas? ¿Por cuánto? —No lo sé, dos semanas supongo, mi padre tuvo un problema grande en Italia y debo viajar para ponerme al frente de la situación. —Lo siento, mucho Bruno. —Yo también cariño, quería invitarte a una cita. —Podes hacerlo cuando vuelvas. —¿Me vas a esperar? —Si— digo, sin dudar. —Tenemos una cita pendiente entonces— vuelve a suspirar y lo escucho dar indicaciones—. Cariño tengo que irme ya, el vuelo sale en una hora. —Está bien, que tengas un buen viaje y espero que todo se solucione. —Gracias Celeste, te voy a extrañar. —Yo también— le respondo y es verdad. No puedo creer que se vaya dos semanas, así tan de golpe, sin avisarme si yo no lo llamaba, sin embargo, realmente lamento que tenga que viajar por un problema, espero de corazón que pueda solucionar aquella situación que lo obligo a irse. Termino preparándome algo ligero de cenar y una vez que termino todo, apago las luces y me voy directo a la cama, espero que mañana sea un día mejor y yo me levante con otras energías y mejores ánimos. El timbre del teléfono suena, una dos, tres veces hasta que soy capaz de abrir los ojos, anoche cerré las cortinas y por ende no hay un solo rayo de luz filtrándose, miro la pantalla siete y media de la mañana. Me doy la vuelta para ignorar el sonido y seguir durmiendo. Vuelve a sonar. Me giro y lo agarro solo para ver que tengo un mensaje de Delfina, maldita sea, lo único que me faltaba para rematar una semana de mierda era un mensaje de esa víbora ponzoñosa. Delfina [07:35]: Espero que no te hayas olvidado que hoy teníamos una prueba inicial de mi vestido de novia. ¡Mierda! Claramente me olvide que iba a venir, de hecho, la borre de mi memoria tan pronto salió de mi casa la última vez. Celeste [07:40]: Delfina te pido mil disculpas, pero vamos a tener que suspender la cita de hoy hasta el lunes, no pude avanzar mucho, pero para la otra semana vamos a poder hacer una prueba. Delfina [07:42]: Sabía que tenía que buscar un diseñador de nombre y no hacerle caso a mi suegra, pero ya está, voy a ir igual y veremos en qué avanzaste, quiero chequear todo el proceso. No hace falta que te diga la magnitud que tiene esta boda, no puede haber menos que la excelencia. Que perra. Nunca fui floja con mi trabajo y no hay nada que disfruté más que crear, excepto esta vez, agradezco la oportunidad que la madre de Santiago quiso darme, pero no es más que una pesadilla y no solo porque se va a casar con él, eso sería lo de menos, es porque es mala, odiosa e insufrible. Y detesto tratar con gente así. Me levanto rápido, me doy una ducha y cuando termino busco algo cómodo que ponerme, decido no maquillarme, solo me pongo un poco de crema con algo de color, más que nada para hidratarme y unificar mi tono. Me ato el pelo y voy a la cocina a poner la cafetera, no hay manera de que afronte este día sin mi dosis diaria y esta vez extra grande. Por suerte y como soy una profesional, tengo bastante adelantado, el molde del vestido e inclusive podemos hacer una primera prueba, sé que me lo va a hacer imposible pero hoy no es un día en el que tenga ganas de lidiar con ella y sus malos modos. Solo lo voy a hacer y a terminar por Victoria, por lo mucho que ella cree en mí y confía en mi talento, es la única razón por la que sigo adelante con todo este circo. La cafetera suena y sirvo el café en mi taza favorita, pero, no llego a dar el primer sorbo cuando el timbre suena, suspiro y mentalmente cuento hasta mil y trato de llenarme de la paciencia que se voy a necesitarla los próximos minutos. —Adelante— digo, cuando abro la puerta. Delfina entra tan impoluta como siempre y mira todo de arriba abajo como la última vez. —Tan chico como lo recordaba. —Lo bueno de eso, es que estas acá solo para probarte tu vestido y no para vivir en una caja de zapatos. —Dios querida, no, no podría vivir en algo así ni en un millón de años. —Por acá— le señalo el lugar en donde está su vestido y la tarima de prueba—. Podes dejar las cosas en ese sofá y quitarte la ropa en ese cuarto hay un bata por si queres ponerte. —Prefiero no, pero gracias— dice socarronamente—. Tengo la piel sensible y no puedo usar cualquier cosa. Dios, no dejes que la mate, no me merezco ir presa por tan poco. Luego de que deja las cosas y se quita su vestido le pongo el de novias que está en proceso. —Podría ser peor— dice mirándose al espejo—. Me gusta esta parte— señala el escote en forma de corazón—. Y acá, quiero que este más entallado, así parece que llevo una bolsa. —De acuerdo. —Ah y quiero una abertura en la pierna derecha bastante pronunciada, a Santiago, lo va a volver loco— me tenso enseguida cuando escucho su nombre—. Últimamente está más involucrado con nuestra boda, inclusive sé que compro dos pasajes a Francia para nuestra luna de miel. —Me alegro. —Yo también, además ya era hora de que cada uno ocupe el lugar que le corresponde— suelta mientras se mira al espejo—. Y, entre nosotras, Santiago no es fácil de complacer. —No es algo que me interese. —Pero lo hace, aunque quieras fingir que no— la miro—. Pensaste que no iba a darme cuenta, que estas enamorada, de mi futuro marido. —Yo... —No, ahórrate el discurso barato, solo voy a advertirte que te quiero lejos de el— su mirada es desafío puro, uno que sabe que puede ganar—. Además, jamás podrías complacerlo, es obvio con solo verte. —¿De que estas hablando? —Sos tan inocente corazón, casi me da ternura—se mira su perfecto esmaltado de uñas y luego suelta algo que no me imagine para nada—. A Santiago le gusta dominar, infligir dolor, ya sabes, dominar a la mujer en la cama, por eso viéndote sé que nunca podrías estar a su altura, no como yo al menos. No puede decir nada después de eso, era la segunda vez que me lo comentaba y como la primera me dejo sin palabras básicamente, no porque lo considerara algo malo, cada uno experimenta y disfruta como quiere, es solo que de verdad no me imagine nunca que le iba eso. Sin embargo, lo que más me molesto de todo aquello fue que confesara algo que no le pertenece y expusiera su intimidad sin pensarlo dos veces. Por suerte cuando termino de tirar todo el veneno que tenía dentro se vistió y se fue, claro no sin antes, darme mil indicaciones nuevas para ese maldito vestido. A veces pienso que esto es una pesadilla y por dios que ya me quiero despertar.
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