Celeste El beso se siente como uno que nadie me dio nunca, es feroz, duro y necesitado, anhelado por tanto años. Quisiera sentirme culpable pero la realidad es que no puedo porque quise esto, por tanto, tanto tiempo. Santiago me está besando. Me toma todo mi separarme, porque desee esto más que respirar por mas años de los que puedo recordar, pero sé que está mal por muchas razones que podría enumerar. Sus labios son cálidos y se sienten tan bien sobre los míos. —Santiago…— casi gimo cuando sus manos se metieron por mi remera y encontraron la piel de mi espalda. —Cielo…— su beso se volvió más crudo, más dominante y estaba volviéndome loca. —Para... — me tomo de la cintura y me pego más a él, si eso era posible—. Basta... no. Cuando nos separamos, nuestras respiraciones eran un desa