Celeste Abro los ojos, y trato de acostumbrarme a la poca luz que entra, sé que es de día por los reflejos que tímidamente se cuelan. Intento ver la hora, alcanzo a observar que faltan diez minutos para las siete de la mañana. Bruno sigue profundamente dormido, la realidad de lo que paso anoche me golpea fuerte, y la sonrisa en mi rostro es inevitable. No había planeado que se quedara, pero todo se fue dando de manera tan natural que no quería romper el momento y me vi, sorprendentemente cómoda durmiendo junto a él y su calor. Quito su brazo de mi cintura para levantarme e ir al baño, pero antes de que pudiera hacerlo, Bruno vuelve a sujetarme, obligándome a volver a acostarme. —Bruno... — trato de zafarme—. Soltame, quiero ir al baño. Mis ruegos no son escuchados por él, se coloca en