Santiago Me desperté con una punzada en mis costillas y un dolor agudo en el lado izquierdo, el malestar era demasiado insoportable, y pronto encontré que Celeste estaba acurrucada contra mí. Cerré los ojos y suspiré, iba a aguantarme el dolor sin quejarme, esto era lo más cerca que la había tenido en un mes, traté de ponerme de costado muy despacio para no despertarla, estaba durmiendo profundamente. Corrí un mechón de pelo de su cara y me quedé observándola. Celeste era tan profundamente hermosa, y de alguna manera su presencia solo hacia los días más brillantes, aun cuando los míos eran demasiado oscuros, era como si pudiera absorber todo aquello y volverlo mejor, aunque fueran solo momentos. No quería lastimarla más, no después de lo que había pasado y todo lo que nos habíamos dic